Desde el Senado, Martha Márquez propuso un exhorto para que la Fiscalía Anticorrupción de Aguascalientes, la Auditoría Superior de Fiscalización y la Unidad de Inteligencia Financiera intervengan en la denuncia contra la administración municipal de Teresa Jiménez en donde se le acusa de comprar luminarias a sobreprecio y causar daño al erario por 20 mil millones de pesos; un llamado más a misa realizado por quien será candidata a la gubernatura de Aguascalientes por la coalición Verde-Partido del Trabajo, una senadora que aprovechó la ocasión para adelantar el tono que empleará contra su adversaria en la campaña.
Quienes apoyan a Teresa Jiménez ya buscan la forma de descalificar a Martha Márquez, como intentó la perredista Angélica de la Peña, quien contestó a la columna colectiva de LJA.MX (La Purísima… Grilla) abrogándose el derecho de decidir para qué se puede usar o no la tribuna del Senado, no sólo eso, aseguró que tiene toda la autoridad para convertir una denuncia de corrupción en un acto de violencia política en razón de género, escribió en varios grupos de WhatsApp: “Lo digo con toda la autoridad que tengo de promover cambios constitucionales para asegurar las mujeres sean sujetas de plenos derechos y también porque he legislado contra todo tipo de violencia contra las mujeres, también la política. Un acto de corrupción tiene un ámbito a donde recurrir con pruebas”.
En un primer momento lamenté que una mujer banalizara la violencia política en razón de género con tal de defender a su aliada, también que minimizara una denuncia de corrupción porque no fue realizada en la ventanilla que ella considera adecuada, por supuesto me llamó la atención la soberbia con que asume que tiene la autoridad para regañar a una senadora… después recordé la experiencia que tiene Angélica de la Peña en el uso de los recintos legislativos pues ha sido diputada federal y senadora; lo que me llevó a recordar algo que escribí a finales del 2004, después de que Angélica de la Peña convocó a una “gran alianza para comenzar una campaña contra la venta” de Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez.
En ese entonces, publiqué este comentario:
“Tiene usted toda la razón ¡boicoteemos Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez!, que ninguna mano decente se atreva a tocar ese libro, que los ojos de las personas de buena cuna no se ensucien leyendo el argumento de esa novela, ¡cómo se atreve el colombiano a escribir sobre la pederastia!, y ya encarrerados, le pido que emplee su valioso tiempo y use su cargo de representación popular en encabezar una gran cruzada en contra de todos los libros que se atrevan a traer a colación asuntos ominosos.
“Encabezaría la lista la Biblia, donde es posible encontrar un catálogo completo de estos temas, incesto, zoofilia, prostitución, adulterio, etcétera. Nada más para que se dé una idea en el Génesis se cuenta como Cam se aprovecha de la borrachera de su padre (Noé, ese diestro marinero) y lo viola. Imagínese, y apenas el primer capítulo, qué no sucederá en los demás.
“Así que en consecuencia con su diatriba, la conmino a seguir censurando todos esos libros horribles que algunos llaman clásicos, en todos ellos podemos encontrar temas terribles, a que desde su posición en el Cámara elabore una iniciativa para que el cuerpo de bomberos cumpla las mismas funciones que en Fahrenheit 451 (por si no lo ha leído, se dedican a quemar libros), una vez desaparecidos todos esos sucios volúmenes, seguirían los programas de radio y televisión, al final los discursos políticos, bueno, esos no, a esos solamente se les exigiría que no hablaran de ominosidades como la pobreza, la falta de oportunidades, tampoco de la injusta distribución del ingreso, mucho menos del analfabetismo, la violencia intrafamiliar o el abuso sexual… Así hasta que todos vivamos en una sociedad feliz y decente, en la que nuestros hijos puedan leer tranquilamente el cuento Blanca Nieves de los Hermanos Grimm (ah, no, ese tampoco, en él siete pervertidos acosan a una jovencita).”
Para mí, en eso consiste la experiencia que según Angélica de la Peña le da la autoridad para minimizar una denuncia de corrupción.
Coda. El post scriptum del comentario publicado en el 2004, me sirve en el 2022 como remate: “Diputada, tiene la razón cuando escribe que sus ‘críticas a esta novela y la solicitud de que se le haga el vacío y se boicotee su venta no se derivan de una escandalosa moralina’. Efectivamente, su moralina no es escandalosa, es simplemente ramplona”.
@aldan