Muchas veces, al platicar con otras personas lo que intentamos es resolver diferencias de opinión. Sucede que cuando la gente tiene opiniones distintas, pueden surgir conflictos. Para evitar los problemas que son resultado de estas diferencias, uno puede cambiar de opinión o hacer lo posible porque los otros cambien de opinión. Cambiar de opinión no es tan sencillo como suena; uno no puede cambiar de opinión así nada más. Resulta que para cambiar de opinión tenemos que cambiar las cosas que creemos que son verdad. Así que a veces es más fácil tratar de hacer que los otros cambien de opinión.
Hay muchas maneras en las que podemos querer que los otros cambien de opinión. Puede que tratemos de lograr que lleguen a creer cosas que todavía no creen. Por ejemplo, si sabemos cómo se llama el protagonista de una película, pero ellos no la han visto, seguro nos gustaría que nos creyeran cuando se los decimos. O tal vez queramos que las otras personas se convenzan más de algo que ya creen. Otras veces podemos querer que dejen de creer en algo. También es posible que, al conversar, sólo nos propongamos hacer que otros disminuyan su confianza sobre un asunto.
En cualquiera de estos casos, al hablar con las personas debemos reconocer que quizá ellos también quieran cambiar nuestra opinión de estas maneras. Y deberíamos mantener abierta la posibilidad de que, como resultado de la conversación, nuestros puntos de vista se modifiquen. Tal vez estábamos confundidos o equivocados; quizá sólo nos faltaba información. Debemos reconocer que puede haber diferencias entre cómo son las cosas y cómo pensamos que son. A veces otras personas pueden estar equivocadas; a veces nosotros también podemos equivocarnos.
En el proceso de hablar con alguien más puede que seamos nosotros quienes cambiemos de opinión. En el fondo, no se trata de ganar la discusión. Lo que queremos es que ambas partes salgan beneficiadas. Y, a la larga, lo que más nos ayuda a todos es llegar a saber cómo son realmente las cosas sobre un asunto: saber cuál es la verdad al respecto. La verdad es algo que buscamos porque es bueno tener creencias verdaderas. Cuando discutimos y damos nuestra opinión, lo que hacemos es afirmar lo que creemos que es verdad. Si hay un desacuerdo, seguimos discutiendo porque creemos que hay una diferencia entre estar en lo correcto y estar equivocados. Si no lo creyéramos, ¿para qué seguir dándole vueltas al asunto?
Al platicar con otras personas, es importante escuchar lo que tienen que decir, incluso si no estamos de acuerdo. No sólo escuchamos lo que dicen los otros para que nos hagan cambiar de opinión. Saber lo que piensan también puede servirnos para buscar maneras más sencillas y efectivas para que cambien de parecer. Si escucho lo que piensas, será más fácil para mí hacer que me creas.
Al intentar convencer a otras personas de algo es importante que seamos sinceros. Puede que parezca más sencillo resolver un conflicto diciendo cosas que no creemos; pero ésa no es la manera de ponernos de acuerdo, si pensamos críticamente. Los pensadores críticos buscan acuerdos duraderos. Ocultar los conflictos no los resuelve, sólo los pospone. Por ejemplo, si me doy cuenta de que pensamos cosas distintas y te digo que pienso lo mismo que tú, no he resuelto el problema: sólo lo mantengo escondido. Si más tarde sale a la luz lo que realmente creo, tú tendrás razones para enojarte conmigo: ¡sabrás que te mentí! Por otro lado, puedo intentar convencerte diciendo cosas que sé que tú creerás, pero con las que yo no estoy de acuerdo. Usar esta clase de estrategias sólo resuelve los conflictos de una manera frágil y no duradera. La sinceridad es mejor.
Ser respetuoso con los demás requiere que también seamos honestos: que les digamos lo que creemos que es verdad y no sólo lo que quieren escuchar. Ser sincero con las personas es una manera es darles razones para que crean en nosotros. Y eso puede servir para que nos crean cuando decimos algo. Pero nota que es diferente dudar de la sinceridad de una persona y dudar de lo que dice esa persona. Una persona puede ser confiable, en general, pero estar equivocada en este caso particular. También es posible que una persona que suele tratar de engañarnos diga en este caso la verdad. Por eso hay que tratar de entender las razones sobre el asunto en discusión. ¿Lo que creemos es verdad? Cuando examinamos nuestras creencias, es importante encontrar un equilibrio en el que no nos valoremos demasiado a nosotros mismos (para no ser arrogantes) ni tampoco nos valoremos demasiado poco (para evitar ser demasiado inseguros). Debemos reconocer que no lo sabemos todo; pero tampoco lo sabe nadie más. Hay cosas que nunca podremos saber; sobre algunas otras, aunque creamos saberlas, podemos estar equivocados. No es necesario que lo sepamos todo para intentar ponernos de acuerdo; pero siempre que sea posible, debemos tratar de llegar a la verdad.