Los persas
El teatro es una de las muchas creaciones que debemos agradecer al genio antiguo griego. La pieza teatral más antigua que se conserva se estrenó en Atenas durante las Dionisias del año 472 a. C. Fue escrita por Esquilo, quien nació hace 2547 años. El productor de aquella primera puesta en escena fue un joven que daría su nombre al período de mayor esplendor de Atenas —el siglo de Pericles—. La obra se titula Los persas. Además de un coro de ancianos, intervienen la reina Atosa, un mensajero, el fantasma de Darío y Jerjes. Desconocemos el nombre de los hipócritas que interpretaron a esos personajes —los griegos llamaban a los actores hipócritas—.
Las artistas
— Fulanita Buenafacha De’Coto es una gran artista.
— ¿Quién?
— Fulanita… Seguro la conoces: salió de Jennylín-dolín McJohnson en Los fifís también cobran.
Desde hace tiempo, en México mucha gente llama artistas a los actores y actrices que trabajan en las telenovelas. Resulta excesivo, incluso desatinado puesto que muchos de ellos no son ni siquiera buenos histriones, ni interpretando a otras personas ni interpretándose a sí mismos. En este país hemos sido espectadores obligados de pésimas actuaciones, no sólo de políticos, también de artistas enrolados en la política. Inolvidable el regaño que pretendió asestarnos desde la pantalla chica la entonces esposa de Enrique Peña, y el limitadísimo talento de histrionisa que tuvo para ello. ¿Qué decir del lloriqueo de la señora Montijo rogando que no la enreden en el lío judicial en el que está envuelta Inés Gómez Mont? En ambos casos vimos deplorables desempeños de hipócritas contemporáneas.
Hipocresía
Hipocresía proviene, a través del latín hypocrisis, del griego ὑπόκρισις (hypokrisis), que quiere decir actuación, fingimiento. El vocablo griego hypocrisis se compone de hipo, debajo, y krísis, combate, juicio, decisión… El verbo hypokrisin significa pretender, interpretar un rol. E hipócrita, hypokrites, es alguien que actúa, que finge ser quien no es, quien aparenta sentir lo que no siente, pensar lo que no piensa. En el teatro griego, los hipócritas siempre salían a escena enmascarados.
Los conservas
“Como la doctrina de los conservadores de México y del mundo es la hipocresía, siempre los agarra uno de bajada”, aseveró el presidente López Obrador durante su alocución matutina del miércoles. Una generalización, por supuesto, a la que usted y yo y cualquiera podríamos enfrentar uno que otro caso que la contradiga, pero así son las buenas generalizaciones: no cubren todo el espectro que la vasta realidad suele ofrecer, pero, en general, aciertan. Aporto yo dos generalizaciones más. En México, hoy día, una persona que se asume como progresista no lo oculta, por el contrario, lo ostenta. En cambio, un conservador, se asuma a sí mismo o no como tal, suele negar serlo y, para ocultar su condición, el papel que más frecuentemente interpreta es el de neutral, realista, independiente, apartidista… Mira, yo ni con melón ni con sandía porque todos los políticos son lo mismo, pero… No soy fanática de nada, soy objetiva, pero López en sus maña-ñeras… En este sentido, la mayoría de los conservas, efectivamente, son hipócritas.
Patrañas
Es difícil andar mucho tiempo enmascarados, representando ser quien no es uno. En el caso de los conservas, no sólo sucede que frecuentemente les gana la corajina, además pasa que el disimulo conlleva incongruencias —entre el ser y el parecer, de entrada—, y la incongruencia es necesariamente un estado de desequilibrio.
— Checa qué engaño del INE. Cada casilla en la consulta popular de 2021 costó $8,805 pesos. ¡Y ahora cada casilla para la consulta de Revocación de Mandato costará $29,692 pesos! ¡Más del triple!
— No tiene comparación el nivel de validez e importancia. Hay que asegurar los resultados. ¡La calidad cuesta!
— Celebro que te parezca importante la consulta de revocación de mandato. Seguro participarás.
— ¡No! Todas las consultas son patrañas.
Sepulcros
Milton cuenta: “Así habló el falso Enemigo, encubriendo su astucia, pues ni hombres ni ángeles pueden disernir la hipocresía, vicio invisble en el cielo y en la tierra, excepto para Dios…” (El paraíso perdido) El gran hipócrita de la tradición occidental es, efectivamente, “el falso Enemigo”, es decir, Satanás. “Porque los tales son falsos apóstoles… que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz…” Corintios, 11:13-15.
Aunque se refiere y condena la conducta, en el Antigüo Testamento no aparece la palabra hipocresía. En el Nuevo Testamento sí, 17 veces, y con la acepción actual. Siempre es pronunciada por Jesús para criticar a fariseos y escribas que, como actores de teatro, fingían probidad para la adulación pública. Richard A. Batey sostiene que Jesús y sus discípulos debieron de haber conocido el teatro griego, pues sólo así se explica el uso del vocablo (“Jesus and the Theatre”, New Testament Studies. October 1984). Herodes, nombrado rey de Judea por el Senado de Roma en 40 a. C., emprendió la construcción de varios teatros, uno de ellos, muy cerca de Jerusalem, en Séforis. Batey especula que Jesús asistió al teatro y hablaba griego. A saber. En cualquier caso, según Mateo, a Jesús de Nazaret debemos una de metáfora de la hipocresía de una fuerza poética fulminante: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” (Mateo, 23:27-28).
@gcastroibarra