Nancy Gutiérrez sí está sola. Con ella no se ha cumplido el eslogan con el que un feminismo acompaña a las mujeres que han padecido violencia. #Noestássola se volvió el hashtag que en redes sociales, de manera pública, circuló para denunciar a los agresores y arropar a las víctimas. No estás sola significa yo estoy contigo, yo te acompaño contra esta violencia, yo pongo el cuerpo por ti y contigo para lo que necesites, no estás sola. Esta declaración de principios “Nancy, no estás sola” yo esperaba verla de ese feminismo que lucha por la paridad de género, de ese feminismo que dice impulsar a las mujeres para que participen en el ámbito político, de esas que se manifiestan desde sus lugares de privilegio, algunas con poder, muy pocas en la toma de decisiones, pero todas manifestándose desde la política cruda rotundamente en contra de la violencia de género.
Pero no fue así. En lo privado, la misma diputada Nancy Gutiérrez ha declarado en diversos sitios que compañeros diputados y diputadas le externaron su apoyo total, en lo privado, le dieron ánimos y respaldaron su denuncia contra Juan Pablo Gómez Diosdado por violencia política de género, en lo privado. En lo público, en esa esfera del posicionamiento, de la visibilización y de los posicionamientos que cuestan en la política partidista, no. Ni hombres ni mujeres, diputados o diputadas, panistas o no panistas.
El 9 de diciembre de 2021, la diputada panista Nancy Gutiérrez Ruvalcaba denunció desde tribuna que una semana antes había sido víctima de violencia política en razón de género por parte de su compañero diputado, el panista Juan Pablo Gómez Diosdado: “fui violentada, el pasado viernes en reunión parlamentaria, Juan Pablo Gómez trató de callarme mis opiniones con gritos y golpes en la mesa pero mis compañeros reaccionaron pidiéndole respeto y calma […] hoy denuncio este aberrante acto en contra de mi persona, no voy a tolerar jamás que se me falte al respeto y mucho menos de forma violenta”.
En la sesión, mientras se discutían las asignaciones de espacios en el Osfags, Gómez Diosdado escuchó molesto las diversas posturas de sus compañeros diputados varones, hasta que llegó el turno de Nancy Gutiérrez, por lo que, sacando al machito violento que lleva dentro, consideró oportuno y normal golpear la mesa y gritar ¡Nancy! en franco intento de callarla y controlar la situación. ¿Qué es lo que sucede cuando hombres y mujeres consideran normal que estos actos se desarrollen en cualquier espacio? ¿Por qué habría de ser normal que cualquiera gritara y golpeara cosas para “moderar” el ambiente?, ¿por qué es normal que Juan Pablo Gómez Diosdado le grite y mande callar a una igual, a una diputada, sin que nadie en lo público rechace este comportamiento, y la que termina siendo “descontrolada, exagerada y feminazi” resulta ser Nancy Gutiérrez porque exigió respeto?
Nancy Gutiérrez está sola y a mí eso me da miedo. Si esto es lo que le sucede a una mujer con los privilegios y oportunidades que Nancy tiene, ¿qué le espera a una indígena o a una trans, qué me espera a mí y a todas? El silencio de sus iguales, de sus colegas, de las personas que se asumen aliadas y feministas es escabroso. Refleja el machismo y la misoginia, refleja de lo que se compone la clase política del estado. Refleja que hablar de paridad de género y de violencia política de género está condicionado a grupos políticos y partidistas. Refleja que las mujeres de la política todavía ven por sus intereses y sus partidos. Refleja que no les importa respaldar a una mujer que ha sufrido violencia, les importa la foto, los videos y las portadas de revista, que el acuerpamiento a Nancy Gutiérrez bien pudieron capitalizarlo, como acostumbran, con una foto grande y hermosa en la portada de revista de moda acompañando a Nancy Gutiérrez, en los Instagram de todas ellas y sus colectivos, incluso como publicidad gratis que despreciaron para seguir sometidas a lo que su grupo o partido les indiquen, a su forma masculina de hacer política. Porque tanto hablan de sororidad hasta que hay que ejercerla.
Por supuesto que este tema se volvió político. Al frente de Juan Pablo Gómez Diosdado se encuentra la precandidata a la gubernatura, Teresa Jiménez, a eso se atiene este macho violentador, a que este grupo lo respalda. Y no soy ingenua, Nancy Gutiérrez también tiene su propio grupo, del cual, ni hombres ni mujeres se han manifestado. Por eso me atrevo a decir que Nancy Gutiérrez está sola.
Ejemplos, muchísimos, me faltan dedos para seguir contando a todas aquellas mujeres de la política partidista que se han manifestado en sus redes sociales contra la violencia de género, las mismas que insisten en que “es el tiempo de las mujeres” en estas elecciones, todas ellas las que se suman a campañas insulsas y banales contra la violencia. O que a pesar de haber sido directora del Instituto Aguascalentense de las Mujeres, este órgano la dejó sola en lo público también, a diferencia del posicionamiento que sí hubo en apoyo a la expanista Martha Márquez, que padeció violencia del locutor José Luis Morales, pero no fue así con Nancy Gutiérrez. Ni siquiera los diputados y diputadas que compartieron tribuna el día que Nancy denunció públicamente la violencia en su contra, volvieron a subir al pleno para acuerpar este caso, Juan José Hernández, Ana Gómez, Leslie Figueroa, que en su página del Congreso se asume feminista, Adán Valdivia, Jaime González, Yolitzin Rodríguez y Raúl Silva Perezchica. Ninguno de ellos se manifestó en la máxima tribuna del estado después de que Nancy vio a los ojos a Juan Pablo Gómez al momento de señalarlo, y este, retador, la miró con desprecio sin desviar la mirada.
Por supuesto que este tema se volvió político. El PAN está dividido desde antes que esto ocurriera. Lo de menos es profundizar un discurso alrededor de la violencia de género.
Legalmente, el Tribunal Electoral del Estado de Aguascalientes prefirió declararse incompetente para resolver la denuncia por violencia política de género. No hay manera de comprobar que los amiguismos, las influencias, las llamadas telefónicas hicieran que el TEEA prefiriera declararse incompetente antes que ponerse a trabajar y ceñirse a la ley. La experiencia, la constante en cómo se comporta la clase política sólo me deja entrever por qué actuaron así.
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La Sala Monterrey fue la única instancia que respaldó a Nancy Gutiérrez. Una victoria, tal vez, la esperanza de que el cauce calme el río revuelto, de que esto obligue al TEEA a trabajar: La Sala determinó que es la materia electoral la que se debe encargar de resolver las denuncias por violencia política de género, es una excusa que se traslade el caso al derecho parlamentario, argumentando organización y autonomía, pues no se puede interpretar lo que es o no parlamentario, los hechos ocurrieron en un recinto legislativo, sí, pero los actos de violencia no pueden cubrirse con el manto de protección del derecho parlamentario para lo que se desarrolla al interior, obliga el análisis contextual de las acciones porque no importa el lugar, las acciones no forman parte del recinto parlamentario, no son acciones propias de la organización legislativa ni interna. La discusión y la violencia rebasó todo.
La clase política aún está a tiempo de arropar a Nancy Gutiérrez, sobre todo después de la resolución de la Sala Monterrey, todavía están a tiempo de manifestar su repudio contra la violencia, su apoyo a una mujer que la padeció. ¿No lo harán? Qué miedo, si son capaces de dejar sola a una de sus compañeras, ¿qué nos espera al resto de las mujeres?
@negramagallanes