Entre los posibles futuros escenarios de la evolución del SARS-CoV-2 muchos coinciden en que con la aparición de la variante ómicron la pandemia pasará a endemia y que tendremos que aprender a convivir con el virus; ante la multiplicación de contagios en todo el país, ha sido necesario que los gobiernos de todos los órdenes presenten nuevas medidas frente a la variable ómicron y, que una vez más, hablemos entre nosotros sobre cómo debemos desarrollarnos hacia una nueva normalidad.
Todo indica que ante el ómicron, las mascarillas de tela no son suficientes, porque al ser elaborados con cualquier tipo de tela dan paso a filtraciones de partículas en el aire; en estos días conversé con mi hijo acerca de por qué ahora debe usar cubrebocas quirúrgico de tres capas y las mutaciones del virus, mientras buscábamos información y yo intentaba hacerla más amable para que la comprendiera de manera más eficiente, él me relató cómo fue su regreso a clases presenciales y que cuando volviera al aula, le compartiría eso que estábamos platicando a sus compañeros. El relato de mi hijo se extendió a las nuevas reglas que sigue en la convivencia al interior del plantel escolar, también a cómo ahora se comunica con otros estudiantes a través de mensajes.
Son los más jóvenes quienes nos van enseñar ahora a adaptarnos, a establecer una nueva normalidad, escuchándolo hablar de cómo se relaciona con un mundo al que no puede tocar, descubrí que sí hay formas de desarrollar a través de la distancia una convivencia basada en valores que el miedo suele hacer a un lado, como la cortesía; a diferencia de los adultos, en la mayoría de los casos que conozco, ante la necesidad de convivencia, los niños están usando las redes con solidaridad y respeto, siguiendo normas de etiqueta que corresponden a lo que conocemos como “buenas costumbres”.
La necesidad de contacto y que esté acotado por la virtualidad, considero, hace que los niños no se agredan e insulten porque reconocen que algún día esa comunicación podría ser cara a cara, mientras que, en las redes sociales, muchos de los jóvenes y adultos usamos la distancia y el anonimato para justificar los insultos y el discurso de odio. A diferencia de nosotros, los niños saben que del otro lado hay alguien que está escuchando y que necesita ser escuchado, eso lo cambia todo, porque no está buscando la aceptación, reconocimiento o los me gusta de la masa, está buscando conversar.
Pensar la nueva normalidad a partir de la cortesía, la amabilidad y la empatía me parece esperanzador para modificar el uso que hacemos de nuestra comunicación a través de redes sociales, puede cambiar.
Coda. Personal, mi vecino no me lee, ni sabe a qué me dedico, pero él también me dio una nota de esperanza, un encuentro casual en la puerta del edificio le dio oportunidad para decirme que no dudara en acudir a él si se me ofrecía algo, hablábamos de la pandemia, y remató: “estoy a un timbrazo de distancia”, por supuesto le ofrecí lo mismo; después, cuando me conecté a mis redes comprendí cabalmente la distancia que nos separa de aquellos a los que les basta con dar un Me gusta, un corazón o un emoticón. Habrá que aprender a darle otro sentido a esa cercanía.
@aldan