Javier Coello Trejo ha denunciado a Hugo López Gatell, pide que la Fiscalía General de la República realice una investigación para analizar si el encargado de la pandemia es responsable de “homicidio por omisión”, el asunto lleva desde noviembre y es tema de actualidad porque el llamado Fiscal de Hierro ganó un amparo en el que se mandata a la FGR a realizar la averiguación pertinente, además que el presidente Andrés Manuel López Obrador ya defendió a su vasallo, aparte de destacarlo como un profesional de primer orden, se dijo dichoso de contar con sus servicios, con esa arrogancia, desató a sus perros en contra de cualquiera que se atreva a criticar a López Gatell.
Coello Trejo se ha negado a entrar en controversia con López Obrador, lo llama mi presidente y no se engancha con la intención de polemizar con el titular del Ejecutivo, quien descalificó como politiquería el solicitar que se investigue el proceder de su científico favorito. El Fiscal de Hierro asegura que respeta el derecho de López Obrador de pensar lo que quiera, pero que “si en México se desliga la política de la justicia, López-Gatell tendrá que presentarse ante un juez y responder por la irresponsabilidad y la falta del deber que como subsecretario la ley le otorga”, eso nada más, con serenidad, sin ofensas.
Mientras que en su mañanera, López Obrador no se cansó de ensalzar a su sirviente y contra sus adversarios por orquestar una campaña contra el subsecretario de Salud, dijo de López Gatell que “es una autoridad y es una gente decente, un hombre honesto, un auténtico servidor público, pero es tanta la descomposición, la inmoralidad de los conservadores, y como no les han resultado sus pronósticos de desastre, hemos ido avanzando enfrentando la pandemia y no con malos resultados si lo vemos en el concierto de las naciones”. Irritado, el presidente señaló que sus adversarios están obnubilados y hacen una cosa irracional, que manipulan a millones, por lo que decidió apoyar a López-Gatell de las injustas acusaciones, dando todo el apoyo jurídico, político y moral necesario.
En La casa de la contradicción, Jesús Silva Herzog-Márquez señala que nos encontramos ante el peligro de una “terrible regresión autoritaria basada en la soberbia de quien se imagina como una estatua por encima de la Constitución, libre de las restricciones de la aritmética y ajeno a los fastidios de la realidad”, ese es el retrato puntual de Andrés Manuel López Obrador. La arrogancia es vanidad, un exceso de estima que te hace sentir superior, te ciega y ensordece ante el juicio de los demás, desde ahí defiende a los suyos el presidente, desde anular la opinión de los otros y sólo escuchar su propia voz, una que es incapaz de empatía con las víctimas, esa que le dice que no se puede equivocar, que no hay rectificación posible porque está por encima de todas las cosas.
Javier Coello Trejo, en su serena respuesta a las descalificaciones del presidente, aseguró “Yo no creo que sea politiquería denunciar un delito”, y no, no lo es, sólo la arrogancia de López Obrador, seguro del lugar que va a tener en la historia, puede confundir una solicitud de investigación con una acción concertada por sus adversarios, sólo la ceguera del presidente puede hacer a un lado la necesidad de explicaciones que necesitan quienes han perdido a los suyos por la pandemia, sólo la discapacidad a la que somete el orgullo excesivo es capaz de cancelar el diálogo posible sobre cómo se atendió la pandemia, porque eso es lo que se está pidiendo, sólo eso, que se investigue porque los miles de muertos y nosotros merecemos buscar la verdad.
Coda. En su artículo más reciente, la maestra Petra Llamas García, cita a Elie Wiesel: “Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es la herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”, sí, la indiferencia como la arrogancia que anula el entorno por sentirse superior.
@aldan