La República Opositora a la Cuarta Transformación está de fiesta, la difusión de una investigación conjunta entre Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y Latinus exhibe que José Ramón López Beltrán vive a todo lujo en Houston, el reportaje de Raúl Olmos, Verónica Ayala y Mario Gutiérrez Vega evidencia que el hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador no sigue los preceptos de austeridad que el titular del Ejecutivo ordena a todos los mexicanos. Los adversarios de López Obrador han tomado las redes sociales, los grupos de mensajería y todos los canales para retar y burlarse del presidente y su familia, ellos, los que juraban que no eran iguales a los que nos gobernaron antes son lo mismo, pero más barato.
El presidente está obligado a responder por los actos de su hijo, por la exhibición de ese modo de vida lujoso, tendrá que salir al paso para afrontar las acusaciones de nepotismo o, por lo menos, el posible tráfico de influencias que le permite a José Ramón López Beltrán vacacionar en Aspen, Europa y Dubai, vivir en propiedades de millones de dólares, con múltiples habitaciones con baños completos, alberca, sala de juegos y cine, así como el conducir una camioneta Mercedes Benz que vale casi millón y medio de dólares. Sí, López Obrador está obligado a responder por su hijo, no sólo como presidente, también como padre y no puede quedar en un simple: que se le investigue.
Del otro lado del campo de batalla, los tetratransformistas ya han apurado las maromas necesarias para justificar el modo de vida de José Ramón López Beltrán y su familia, desde el argumento simplón de: los de antes robaban más, hasta que los bienes son propiedad de Carolyn Adams, esposa del hijo del presidente, o bien, que han sido regalados a la pareja, múltiples explicaciones que alejen de la necesaria obligación de rendir cuentas sobre el patrimonio y su origen del hijo de López Obrador; por supuesto, no ha faltado la teoría del complot y señalar la maldad de los adversarios al dudar de la honorabilidad de los López.
Lo que más se le ha señalado a López Obrador es que un miembro de su familia es incapaz de vivir bajo la austeridad que el presidente pregona, para eso, se ha multiplicado el rescate de los discursos contra los aspiracionistas, a quienes se acusa de no poder vivir con más de 200 pesos en la billetera, su deseo por tener tarjeta de crédito, estudiar en instituciones extranjeras o su incapacidad de conformarse con dos pares de zapatos.
La saña de los ataques contra José Ramón López Beltrán se entiende porque son el flanco débil del presidente, una crítica que López Obrador se ha ganado por transformar las conferencias matutinas en un púlpito en el que predica la austeridad y mandata a la mediocridad, sin embargo, los señalamientos de los opositores han sido igual de vulgares que las prédicas en la mañanera, concentran su encono en las apariencias y parecen motivadas por la envidia, así como da pena la altura de miras de quien exige conformarse con lo indispensable, es igual de vergonzoso que se acuse a cualquiera por poder vacacionar en Aspen. Al hijo del presidente se le debería criticar por hipócrita, se le debería juzgar por su incapacidad de transparentar el origen de sus recursos, no por el modo de vida.
José Ramón López Beltrán le debe una explicación a los ciudadanos que gobierna su padre, el hijo del presidente, le debe una disculpa a su padre por no saber acatar la austeridad monacal que se le exige al resto de los mexicanos.
Coda. A Franz Kafka se le atribuye la siguiente frase: “La avaricia, sin duda, es uno de los signos más auténticos de la infelicidad profunda”, en este caso tanto opositores como tetratransformistas son víctimas de ese pecado, ninguno de los bandos saldrá bien librado por sus rencores clasistas que sólo se concentran en las apariencias.
@aldan