Retrogradar/ Bajo presión - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador, “Ya va a ser muy difícil dar marcha atrás, muy difícil retrogradar. Ya se echó a andar esto”, y sí, la Cuarta Transformación aglutinó el descontento de millones con una forma priista de hacer política, décadas en que sin importar el partido que estuviera en el poder, el servicio público se utilizara para fines personalísimos antes que para subsanar las condiciones que incrementan la desigualdad en México.

Si el triunfo del movimiento lopezobradorista es una muestra del deseo de cambio de millones, los tres años de la administración tetratransformista han sumado otros tanto millones a ese deseo, insisto, ahora la mayoría de los mexicanos está consciente de que no se pueden mantener por más tiempo las condiciones que hacen de la corrupción y la desigualdad las eternas problemáticas a resolver.

El deseo de López Obrador es que triunfe “un presidente, una presidenta, que continúe con la misma política”, en eso no creo que coincida el mismo número de personas, porque lo que el presidente no considera es que la aceptación de los electores no está con su desempeño administrativo ni con su forma de gobernar, lo que las encuestas muestran es que López Obrador es muy querido. En este sentido, las encuestas no mienten, los resultados de estos estudios siempre cambian cuando los partidos presentan a sus candidatos, y en el 2024 López Obrador no estará en la boleta representando a Morena.

En el 2024, López Obrador, estoy seguro, hará todo lo posible para otorgar su apoyo al candidato que él elija para sucederlo, lo que no está en sus manos es transmigrar su carácter y carisma a esa persona, para que así los electores voten como el presidente quiere.

Retrogradar, como señala el presidente, ya no es una opción, pero tampoco lo es la continuidad de un estilo personalísimo de gobernar que basa su éxito en la figura de un solo hombre, las manifestaciones de los diferentes sectores a los que López Obrador considera sus adversarios son un ejemplo de la revolución de las conciencias a la que se refiere.

El presidente puede creer que el cambio de mentalidad que lo llevó al triunfo es un cheque en blanco para la Cuarta Transformación, recluido en Palacio Nacional y atendiendo a quienes sólo lo alaban, difícilmente podrá reconocer que la revolución de las conciencias está vinculada con la participación de la sociedad en las decisiones de gobierno, asumir la responsabilidad como ciudadanos que tenemos en la construcción del futuro que deseamos.

La revolución de las conciencias no es la destrucción de las instituciones en nombre de los pobres, tampoco la centralización de las decisiones ni la opacidad en la administración gubernamental. La revolución de las conciencias inicia en el reconocimiento del otro y la necesidad de generar las condiciones de igualdad para el mejor desarrollo de todos, con mayorías que sepan gobernar protegiendo los derechos de las minorías, atendiendo primero a los sectores más vulnerables y violentados.

Sí, ya no es posible retrogradar, será muy difícil volver a votar por una promesa de cambio que en los hechos ha sido pura pirotecnia verbal. Y sí, en una de esas triunfa un candidato o candidata que no tenga otros datos.

Coda. Mientras escribía estas líneas, no dejaba de resonar un verso de José Emilio Pacheco: “Pertenezco a una era fugitiva, mundo que se deshace ante mis ojos”, del poema Descripción de un naufragio en ultramar.


@aldan

 


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