No hay tiempo para más leyes/ En el fondo de la ley  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Desde épocas inmemorables las leyes se erigieron como normas de carácter jurídico, con las cuales se buscaba imponer o prohibir determinadas conductas, amén que de no ser cumplidas, se hacían acreedores a sus sanciones, de tal manera, que las leyes en la actualidad conservan ese mismo objetivo, el de mantener un control casi perfecto para regular las conductas sociales.

Fue así, que en el devenir de las leyes en México, se lograron posicionar las constituciones, siendo la más reciente la “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la de 5 de febrero de 1857” conformada por 136 artículos y que a lo largo de su historia, cuenta con 251 decretos, que equivale a casi 751 reformas y las que faltan.

De los presidentes que contabilizaron más reformas a la Constitución, se tiene a Enrique Peña Nieto, con un total de 155 artículos reformados, en tanto que Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, contabilizó 110 artículos reformados, y los que menos lograron reformas a la propia Constitución, fueron Emilio Portes Gil y Adolfo Ruiz Cortines, con tan sólo dos artículos reformados.

Pero ello no es todo, pues a la extensa lista de reformas constitucionales, hace falta agregarle las leyes de carácter federal y sus respectivos reglamentos, y que de las primeras, según datos del Congreso de la Unión (https://www.diputados.gob.mx) se cuenta con un total de 313 leyes federales y 136 reglamentos, vigentes.

Es claro, que todas las leyes y reglamentos, por el sólo hecho de permanecer vigentes, asumen un compromiso para los sectores a las que se encuentran dirigidos, por ejemplo, desde el 27 de julio de 1931, se publicó durante el periodo presidencial de Pascual Ortiz Rubio, la Ley Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos, registrando su última reforma el 20 de enero de 2009, cuya Ley nos explica en su artículo 1°, que la unidad del sistema monetario de las Estados Unidos Mexicanos es el “peso”, ¿Interesante, no lo cree?

Evidentemente, los reglamentos no se quedan atrás, el Reglamento de la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, por ejemplo, data del 6 de mayo de 1972, dictado durante el periodo de Luis Echeverría Álvarez, con la finalidad de “reglamentar” la portación de armas de fuego a través del otorgamiento de las licencias respectivas.

Sin embargo, hasta hoy son pocas las leyes federales de reciente creación, encontrándose la Ley de Carrera Judicial del Poder Judicial de la Federación; la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos; la Ley Federal de Revocación de Mandato; y claro no podía faltar, la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2022.

Ahora bien, ¿Hacen falta más leyes en México? Tal vez si o tal vez no, o tal vez hace falta otro pleito como el de Don Juan, el tío de la Clavijas y su mujer la güera Soledá -descrito en el poema “Pleito de cobijas” de Margarito Ledesma-, para que el gobierno legisle tener frazadas competentes que tapen bien a las dormidas gentes y eviten esos pleitos de cobijas.

La realidad es que tener leyes en abundancia, no es una garantía total en México o en cualquier otra entidad federativa, de que deban obedecerse a plenitud –y menos si derivan de un pleito de cobijas- o que la justicia sea aún mejor, realmente el problema estriba en la eficacia de las leyes que actualmente se tienen y no, en crear más y más y más leyes.


Los ejemplos se cuentan por montones, el caso de Guanajuato es uno de tantos, donde hace apenas unos días reconoció el matrimonio igualitario, logrando así, que las parejas de la comunidad LGBT+ ya no recurrieran a la vía de los amparos o algún otro trámite absurdo para contraer matrimonio, pero para dotar de eficacia éste reconocimiento,  bastó reformar un Código, no creando una ley, salvo que hubieran optado por crear una ley para reconocer los matrimonios igualitarios, circunstancia por demás innecesaria, pues la Constitución y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, lo tienen ya reconocidos, entonces ¿Era necesario reformar o bastaba que el Estado reconociera el matrimonio igualitario?.

Otro “gran” ejemplo, es Aguascalientes, que ya no nada más será considerada como la ciudad de la gente buena, sino también como la ciudad de las no bolsas de plásticos y desechables, todo gracias a la reforma a la Ley de Protección al Ambiente, que deja por sentado la imposición de fuertes multas económicas a los comerciantes –mayormente de comida- que continúen usando dichos productos, aunque hace falta saber, si las multas serán eficaces, para no ser impugnadas por la vía administrativa.

Entonces, ¿Será que la solución en México para hacer cumplir la leyes, es crear más leyes para que las primeras se cumplan? o ¿Será que la otra solución en México para hacer cumplir las leyes, es reformar las que ya se tienen y hacerlas más eficaces? o en definitiva, ¿Será que una última solución en México para hacer cumplir las leyes, es eliminar las ya existentes y crear leyes acordes a los tiempos actuales? La respuesta a cada una de estas interrogantes la tienen en sus manos, pero eso sí, que no nos extrañe que algún día no muy lejano, emitan una ley que regule el acomodo de las sillas en nuestros hogares.

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