Creemos que “todo el mundo se vuelve loco con la navidad”. Desde el mes de agosto la mercadotecnia nos recuerda que la mitad del año comenzó y que el fin está cerca pues la navidad está a solo unos meses.
Así pues, los últimos años la navidad se mezcla un poco con las festividades patrias y con el día de muertos ya que encontramos decoraciones para ambas fiestas, al mismo tiempo.
Un fenómeno que he observado estos últimos años cuando la mercadotecnia nos recuerda la venida de la navidad al final del verano es que muchas personas enloquecen con la idea de la navidad, hacen planes, comienzan las compras navideñas sin embargo, mientras más cercana es la fiesta decembrina poco a poco comienzan a deprimirse, así que la pregunta es, en realidad ¿les gusta la navidad?
Pocas personas aceptan abiertamente que no les gusta la navidad, quizá sea porque cuando se atreven a decirlo, los amantes de la navidad comienzan a intentar convencerles de amar la fiesta o bien, les critican fuertemente por tener una visión diferente de la festividad más clásica del año.
No amar la navidad o gustar de ella parecería un pecado. Pero las razones por las que algunas personas no adoran la navidad es, en ocasiones, la misma por la que otras se deprimen, así que tenemos un dilema.
Con respecto a las emociones y los sentimientos nunca hay un acuerdo, todos somos tan diferentes que la navidad se convierte en un tema tan controvertido como la política o la religión.
Para muchos políticos la navidad es bandera de precandidatura o dicho en otras palabras de lavada de cocos para convencer a las personas de que son la mejor opción en el futuro de su municipio, estado o país, naturalmente que olvidan eso rápidamente hasta que llega el nuevo periodo donde la gente esta emotiva o sensible, como el día de las madres, del padre y naturalmente la época electoral.
Así que mientras muchos intentan convencer a otros de amar a la navidad esta cada vez se vuelve más lejana cuando constatamos que el espíritu que promueven de la unión, la paz y el bienestar se convierte en una falacia o en un acto momentáneo que no tiene ninguna trascendencia.
Si nuestros antepasados no hubieran sido conquistados, tal vez nuestra historia sería diferente y no tendríamos que estar divididos entre los que aman la navidad y los que no.
Entre los que aman la navidad se encuentran aquellos del buen diente quienes esperan las fiestas decembrinas únicamente por los platillos que se disfrutan en las posadas y la nochebuena.
Los amantes del buen comer aman la navidad porque a donde vayan de visita pueden disfrutar de tamales, ponche, pozole entre otros manjares típicamente mexicanos.
A los extranjeros les causa simpatía el que los tamales se desayunen, cenen y también sea uno de los platillos tradicionales en navidad. Les parece extraño el que un alimento tan cotidiano se convierta en uno que se puede servir en navidad. Lo mismo sucede con el buen Santa, se preguntan el cómo se les dice a los niños que entra en las casas si aquí no hay chimeneas ¿por donde podría escurrirse para entrar sin ser visto o escuchado?
Pero aunque pocos afirman no gustar de la navidad ninguno de ellos niega que el maratón Guadalupe-Reyes es genial, y la verdad es que tienen razón, las frutas de estación hace que estemos deseando que llegue el invierno para tomar ponche todos los días con unos buenos buñuelos.
Lo particularmente alarmante es el número de personas que se deprimen cada año debido a la navidad y el cómo no buscan solucionarlo. Es como si cada año vivieran un calvario pequeñito del que no pueden salir que se repite infinitamente.
La navidad en el gran sentido de unidad o en el superfluo nunca se va a ir, pero tampoco decidimos hacer algo al respecto.
Lo que podemos evitar es que la mercadotecnia sea más poderosa que el deseo onírico de unidad y paz, pero estos tiempos son difíciles para los soñadores y aunque las redes sociales muestren mensajes de amor y paz, la mayor parte de ellos son vacíos por lo que volver al sentido genuino con el que quizá muchos lo vivíamos en la infancia es difícil.
Pero, lo que no deberías de dudar es ser nosotros mismos y aceptar, que si la navidad nos deprime debemos hacer algo al respecto y que si no nos gusta no tenemos porque complacer a los demás.
El espíritu de la navidad es como en los cuentos, va más allá de los regalos y las decoraciones luminosas, es algo que nace en el corazón y que si perdura permanecerá allí por siempre aunque, como en las películas, es divertido el observar la competencia entre vecinos por la mejor fachada iluminada y los mejores regalos entre familias para “conquistar” los corazones de los pequeños a manera de chantaje.
La navidad tiene un significado distinto para cada persona o no, pues cada uno tenemos percepciones de la vida diferentes sin que ello cause una catástrofe en la sociedad.
Mientras se acerca la navidad el 2021 está a punto de terminar y mientras tanto a disfrutar la temporada que el ponche y los buñuelos, esos si se disfrutan una sola vez al año.
Laus Deo
@paulanajber