Este año mis lecturas han sido en su mayoría ensayos, y por fortuna he leído magníficos. Casi ausentes han estado las novelas, las colecciones de cuentos, los poemarios, etc. El trabajo ha determinado el rumbo de lo que he leído, aunque siempre leo buscando el placer censurable por algunos. Sin listas, orden o jerarquías, les comparto aquellas lecturas que hoy siguen presentes en mi memoria:
En primer lugar, este año descubrí a la que considero la mejor prosista del castellano. Brillante, simpática, erudita, sus columnas semanales son un bálsamo contra la estulticia, y sus ensayos un escudo contra la bilis que puebla las redes y su polarización social. Irene Vallejo, joven humanista zaragozana, ha escrito el ensayo paradigmático de nuestra lengua en este joven siglo. El infinito en un junco, publicado por la editorial Siruela, es un artefacto construido con fineza. Es una mezcla de narraciones, espacios para la primera persona y pasajes doctos: un elogio a los libros, una historia del libro y una confesión de una lectora apasionada. Sin duda, su lectura es la que más disfruté este año, y quizá uno de los libros que ya puedo llamar de cabecera en mi biblioteca. De Irene también leí un pequeño ensayo por encargo, también publicado por Siruela. Manifiesto por la lectura es un texto en apariencia pragmático: busca en unas cuantas páginas señalar las diversas utilidades de la lectura. No obstante, Vallejo sólo camufla sus verdaderas intenciones: este brevísimo manifiesto no es otra cosa que un apéndice al Infinito, un razonamiento romántico que muestra por qué leer puede salvarnos.
En segundo lugar, les recomiendo un breve ensayo de la narradora Sara Mesa. Silencio administrativo. La pobreza en el laberinto burocrático, publicado en la colección Cuadernos de la editorial Anagrama, es una narración kafkiana sobre la incapacidad de las instituciones españolas de beneficiar a los menos favorecidos mediante sus prestaciones sociales. Mesa logra darle cara y detalles a un problema social de primer orden: la pobreza escapa a la lógica de la burocracia, a la lógica administrativa, a la lógica político-electoral, a la lógica de quienes tienen la fortuna (porque suele ser un asunto sólo de buena fortuna) de no vivir marginados, sin techo, sin trabajo, sin alimento seguro… Aunque Mesa se concentra en España, y en el caso de Carmen, sus conclusiones son extrapolables a la mayoría de las democracias liberales. Si esto es cierto, el ensayo de Sara Mesa nos plantea un desafío: ¿qué hemos hecho y estamos haciendo mal?
En tercer lugar, este año descubrí, mientras navegaba en YouTube, a un narrador, periodista y ensayista bastante atípico en nuestro clima de superficialidad progresista (aclaro: el progresismo es algo que considero deseable, cuando es de fondos y no sólo de formas). Lo descubrí en una entrevista que le hace Ricardo Moya en su canal El sentido de la birra (también les recomiendo ampliamente la entrevista). La casa del ahorcado. Cómo el tabú asfixia la democracia occidental, publicado por la editorial Debate, es ante todo un texto necesario. Juan Soto Ivars, su autor, toma el riesgo de criticar a quienes detestan ser criticados, sobre todo porque se consideran a priori del lado correcto de la historia. Soto Ivars, abiertamente de izquierdas, comete la herejía de criticar a la nueva izquierda, sus novedosas formas de censura, su antipatía ante los hechos, el pensamiento crítico, la lógica y el sentido común. Soto Ivars muestra, mediante un examen del concepto de tabú, cómo hemos llegado a la situación en la cual se generan nuevos espacios protegidos frente a la palabra, el diálogo y la conversación pública. Aunque no siempre coincido con su autor, La casa del ahorcado es un libro que debería leerse mucho más.
Termino con una recomendación de la que no diré demasiado. Se trata de Todas las ballenas, el nuevo poemario de Renato Tinajero, ganador hace algunos años del premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes. Renato siempre me sorprende, y Todas las ballenas, publicado por la editorial Medusa, no fue la excepción. No digo más, porque les dejo a ustedes el enorme placer que brinda su lectura pausada.