La emulsión impensable/ Opciones y decisiones  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Absolutamente, no es por casualidad que los ciudadanos de cualquier parte del mundo nos sintamos interrogados, confundidos, perplejos ante un fenómeno político que asuela prácticamente a todos los países que han adoptado el sistema democrático para regir sus destinos. Y ese fenómeno se llama “desfonde de los partidos políticos”.

En América Latina, gracias a elecciones presidenciales recientes, Chile y Honduras están probando en carne propia la erisipela que provoca dicho fenómeno, al polarizarse las opciones en el espectro político. Y un poco antes lo hemos visto con procesos electorales, de Colombia, Brasil, Ecuador, Bolivia y de Perú. Los Estados Unidos de Norteamérica igualmente resintieron el desfonde (de ética militante, que no numerario porque se cerró en bloque intraspasable) del Partido Republicano ante los demócratas, con el triunfo de Joe Biden y la derrota de Donald Trump, –por más que éste argumente que el proceso electoral constitucional estuvo “rigged”/arreglado, fraudulento- dato que no pudo, ni ha podido demostrar. Aunque los republicanos ensayan por todos los medios posibles de desprestigiar la Administración de Biden, para ganar posiciones en distritos electorales intermedios duramente competidos y condicionantes de las siguientes primarias presidenciales. De manera similar, vemos repetirse tal fenómeno en otras latitudes del planeta. 

Alemania, la pujante economía de la Unión Europea, hubo de llevar a término la exitosa y larga administración (16 años) de Angela Merkel como Canciller proveniente del Unión Demócrata Cristiano (CDU) quien en 2005 logró devolverle al poder, esta vez con ella de canciller, la primera mujer en el cargo. a la cual había precedido Helmut Kohl (1999)/ (Fuente: BBC News. 24 de septiembre 2021). Para Franco Delle Donne, analista político argentino afincado en Alemania, aquella época de tensas negociaciones en Bruselas (2010), bajo efectos sobre el Euro por la crisis financiera global en Europa, permitió a la canciller desplegar el llamado “método Merkel“, consistente en “forjar consensos a través del pragmatismo“. Para dicho autor, es un ejemplo de que “Merkel es una mujer pragmática que no tiene inconveniente en cambiar de opinión para solucionar los problemas”.

Tras 16 años en el poder, Angela Merkel dejará la Cancillería en Berlín una vez se forme una nueva coalición de gobierno tras las elecciones federales del 26 de septiembre. (Cfr.: France.24.). Cuyo escenario se caracterizaba porque ninguno de los tres candidatos convencía del todo a los alemanes y las encuestas de opinión habían fluctuado en los últimos meses. Tiempo en que dominaba la pregunta: ¿Habrá una continuación de la era Merkel, liderada por el candidato de su bloque conservador, Armin Laschet? ¿O lograrán los socialdemócratas y Olaf Scholz dar la sorpresa? ¿O tendrá Alemania un primer gobierno liderado por los Verdes y Annalena Baerbock? 

Los comicios produjeron sus resultados. La asunción de la diputada socialdemócrata Bärbel Bas como nueva presidenta del Bundestag marca el inicio de una nueva era luego de 16 años de Gobierno ininterrumpido de los conservadores (Reuters y EFE. 26/10/2021). Además, será la tercera mujer en la historia en ocupar ese cargo en el inicio de una era donde se apunta a aumentar la diversidad y abrirles el paso a las nuevas generaciones de políticos germanos. (Fuente: eitb.eus. Felipe Etxebarria Análisis. 26/09/2021). Para ocupar la cancillería, Olaf Scholz candidato del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), ha logrado un 25,7 % de apoyo, ligeramente por delante del 24,5 % que ha conseguido la coalición conservadora CDU/CSU. Las cifras apuntan a que el Partido Liberal Demócrata (FDP), así como Los Verdes, serán decisivos a la hora de formar gobierno.

El ganador, Olaf Scholz, declaró que la victoria de los socialdemócratas (SPD) era un mandato para un Gobierno “social, ecologista y liberal”. (Fuente: El País. Opinión. Jeremy Cliffe.Tribuna. El experimento alemán de filosofía política. 01 Dic. 2021.). Intuitiva y sagaz narrativa que enmarca con gran pertinencia la reflexión que deseo hoy proponer.

Antecedente realista que sin duda contrasta con el “realismo mágico” que cobija buena parte de la teoría y praxis de la política actual en América Latina, a las que he hecho alusión en anteriores entregas. Y cuya referencia analítica nos permite hoy indagar la deriva por la que parece fluir la doctrina y práctica de la 4ª Transformación que dice gobernarnos. 

Para comenzar, el analista de esta columna Jeremy Cliffe, plantea su pregunta de fondo: ¿Puede un Gobierno combinar realmente esas tres tradiciones político-filosóficas distintas? ¿No hay tensiones entre ellas y dentro de ellas? ¿Dónde está el terreno común que las une? – La búsqueda de su respuesta es sumamente elocuente: – Para ello se refiere a lo que califica como una expresión de la “realidad política”: -El hecho de que el panorama político de Alemania está fragmentado. De tal forma que tras dos meses de negociaciones, se ha formado lo que ya se conoce como una “coalición semáforo”, un experimento que habrá de combinar tres fuerzas y visiones distintas, la socialdemocracia, el ecologismo y el liberalismo. Un esquema tripartito que le ha merecido el epíteto de semáforo. Al que el autor no duda en calificar, si tiene éxito, de ser un poderoso modelo para los progresistas de toda Europa.

Un esquema que no refiere sólo la suma aritmética, sino que descansa principalmente en las personalidades que lo comportan. Su explicación es categórica: Scholz es un socialdemócrata de corte liberal, que dirigió su ciudad portuaria con competencia empresarial y que fue durante los últimos tres años ministro federal de Finanzas con Merkel. Los dos líderes de Los Verdes, Annalena Baerbock y Robert Habeck, son centristas. El líder liberal Christian Lindner es económicamente de derechas, pero también un libertario cuyos instintos sobre las libertades personales se alinean con la izquierda. Juntos presentaron su acuerdo de coalición en Berlín el 24 de noviembre, y ya parecen un Gobierno, un equipo. Lindner será ministro de Finanzas bajo las órdenes de Scholz,  (Baerbock será ministra de Asuntos Exteriores y Habeck, de Economía).


Y, ya en los hechos o praxis política, cada partido pone sus prioridades sobre la mesa: “Los socialdemócratas consiguen un aumento del salario mínimo de 9,60 euros a 12 (por hora), pensiones estables y la construcción de 400.000 nuevas viviendas. Los Verdes logran el objetivo de acabar con la energía del carbón y que el 80% de la energía proceda de renovables para 2030. Los liberales conquistan nuevos incentivos fiscales para las empresas y la protección del freno constitucional de la deuda alemana, que limita el gasto deficitario”.

Este arreglo tripartito no agrede ni polariza a la sociedad, o sea, los ciudadanos quedan incólumes ante la difícil pero audaz suma de elementos potencialmente divergentes, como si obedecieran a un esquema doctrinario unívoco y excluyente. Además de que descansa sobre hechos/datos de su realismo político: Los gobiernos de Merkel aportaron estabilidad y madurez, pero fueron demasiado prudentes y dejaron a Alemania necesitada de modernización. Esa es la misión que se ha propuesto la nueva coalición: conducir al país hacia el futuro.

Relanzamiento hacia el futuro que propone un fin de la mayor trascendencia. No se vicia dentro de una visión corto-placista, ni se circunda con una banda estrecha al tamaño de su individualismo, ni se condiciona al excluyente “conmigo o contra mí”. El lema de la coalición es elocuente: “atrévete con el progreso”, una referencia al lema “atrévete con la democracia” del canciller socialdemócrata Willy Brandt.

Elementos de un proyecto político que se construye como un modelo convergente de tres ideologías y praxis políticas distintas; pero, que no repugnan la construcción de un consenso que unifique a la nación, y a las aspiraciones legítimas de todos sus ciudadanos. Las tareas y visión de las cosas por realizar sin duda pueden ser divergentes, en materia, forma y contenido… Pero el espíritu es positivo: los líderes de los tres partidos hablan de la necesidad de compromiso y cooperación. Las políticas que han anunciado suponen un serio compromiso conjunto para sacar al país adelante.

Ayer, 1 de diciembre, en la celebración por los tres años de gobierno y triunfo de Andrés Manuel López Obrador, escuchamos una retórica y argumentación política harto distinta. Quedan subrayados los dichos de segmentación de las fuerzas políticas vigentes en el país, en que “liberales o conservadores” son vistos como adversarios y no como potenciales colaboradores a un sólo proyecto de país, en el mismo costal caben la propia Intelligentia mexicana pro-neoliberal, universidades y académicos adherentes al capitalismo burgués, e inclusive las clases medias individualistas y aspiracionistas, y ya no se diga el “empresariado oligárquico”/la oligarquía rapaz. Quedan dichas a saciedad las etiquetas que el lenguaje populista de la 4ª Transformación (muy similar al Trumpismo) adosa a las personas, grupos y conjuntos ciudadanos que no proclaman los dogmas, prioridades, medios y fines de su movimiento, tan excluyente como divisorio, como polarizador, como divergente, como maniqueo y satanizador. Razones sobran para que los ciudadanos nos sintamos interrogados, confundidos, perplejos.

Ante una tal arenga de autoritarismo político, partidario o de movimiento de masas, obviamente no cabe un proyecto unificador, estamos rigurosamente polarizados, con partidos desfondados, No al modo ni modelo que está por probar la poderosa y reunificada economía y nación alemana. Y no sólo con una coalición a dos, sino a tres doctrinas distintas y un solo país verdadero.

 

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