La extracción excesiva de agua, así como la actividad industrial minera, ha provocado que el agua que llega para el consumo humano esté contaminada. Una investigación publicada en Quinto Elemento Lab deja ver los alcances de este problema y los peligros que representa.
El reportaje muestra que en una gran cantidad de pozos en México, los cuales surten de agua potable a miles de hogares, hay niveles sumamente elevados de arsénico y fluoruro. Estas sustancias se encuentran de forma natural en el subsuelo, sin embargo la actividad humana ha provocado que lleguen en concentraciones peligrosas a las y los habitantes.
Uno de los casos más representativos es San Juan de Los Planes, ubicado en Baja California Sur. Ahí Claudia González se convirtió en una activista y defensora del territorio al descubrir que su hija mostraba cantidades peligrosas de arsénico en el cuerpo. Prontamente organizó reuniones con su comunidad para alertar los riesgos y exigir soluciones desde los tres niveles de gobierno.
La razón de estas concentraciones de arsénico en el agua que beben es la minería. A ese poblado llegan los residuos de cien minas abandonadas, las cuales, como en gran parte del norte de México, han aprovechado el suelo para enriquecerse, dejando graves consecuencias a las y los habitantes locales.
No solo son las zonas mineras las que tienen este problema. También la extracción excesiva de pozos ha provocado que minerales pesados del subsuelo lleguen al agua utilizada para beber, cocinar o regar alimentos. En 2018, 24 estados del país tenían pozos contaminados, aunque ese número no refleja la magnitud real del problema debido a que no todos son estudiados.
Uno de ellos es Aguascalientes. La misma investigación reveló que en el municipio capital de este estado, el cual concentra la mayor cantidad de población, hay 5 pozos que durante 2018 y 2019 excedieron los niveles permitidos de arsénico y fluoruro.
Entre las consecuencias que tiene el consumo de estas sustancias están cáncer, gangrena, enfermedades dermatológicas graves, debilidad en los huesos y calcificación de las articulaciones.
Cabe señalar que la mayor parte del agua extraída de los mantos acuíferos va para las diferentes industrias que se han instalado en nuestro país. Solamente 33%, una tercera parte, del agua que se extrae es utilizada para consumo doméstico. La sobreexplotación de mantos acuíferos es una consecuencia directa de la actividad industrial, la cual en este caso ocasiona daños a la salud.
Si te interesa leer la investigación completa, lo puedes hacer en este enlace.