Estimado lector, mañana último día de este 2021, espero ya tenga todo listo para la tradicional cena donde todos los mortales del mundo occidental celebramos el inicio de un nuevo ciclo de 365 días, sin duda de nuevas oportunidades para seguir adelante, no queda de otra.
Usualmente los medios de comunicación e información, los llamados tradicionales y los digitales presentan un recuento de lo más relevante del año que termina con relación al acontecer político, social, cultural, deportivo y del espectáculo, un resumen como para no olvidar y corregir o seguirle por la misma línea.
Pero independientemente de los resúmenes que podamos encontrar en los diversos medios, en los que le guste consultar, existe una cultura ajena a mi contexto (debo admitir) que acapara la atención de las niñas y niños, de las y los adolescentes, que los distrae del entorno real y los ubica en una fantasía sorprendente, le comparto el contexto; la semana pasada visité la región más transparente, para celebrar la noche buena y la navidad con mi familia, dos de los integrantes del clan de los Azocar se encuentran, una en sexto de primaria y la otra en primero de secundaria; coincidió que la sobrina que está en el último año de la educación básica celebraba su onomástico número 11, y entonces se armó el pozole, pastel, gelatina y para los que contaban con credencial de elector u otra identificación que les acreditara la mayoría de edad, tequila del bueno; total que llegó el momento de degustar el pastel acompañado de unas pequeñas paletas de gelatina impresas con unas fotos e imágenes de personajes “famosos” que siguen mis sobrinas, los cuales no conozco y mire que presumo estar metido en esto de los medios, la producción audiovisual y la docencia, pero esos rostros y esos trazos me fueron completamente ajenos, dentro de mi estaba buscando imágenes familiares, tal vez los clásicos personajes de Disney, bueno, había algo parecido a Chicken Little pero resultó que no era él, tampoco había súper héroes ni tampoco cantantes o actores del “star system” mucho menos rostros de televisos o aztecos, nada; en ese momento me pregunté, bueno y estas niñas qué están viendo y qué dicen los que están viendo, qué diablos están consumiendo, con qué se estás distrayendo, cómo les influye en su formación como personas, en su educación, porque recuerde que la educación no se adquiere en la escuela, esa le toca a los miembros de la familia inculcarla. Sin sonar puritano ni retrógrada, debo admitir que las redes sociales como tik tok y demás no me llaman la atención porque me parece que, de no tener un objetivo fijo de consulta es una pérdida de tiempo el navegar por navegar, el morbo, el chisme y la ilusión de encontrar lo que en la realidad no existe lo identifico como los principales ganchos para dejarse llevar y convertirse en moneda de cambio de los grandes corporativos que controlan estas redes sociales; en fin, el chiste es que estas dos niñas comparten los gustos obviamente con miles y millones de individuos de su edad, lo cual, sí lo vemos como masificación dentro de un esquema funcional no está mal, para quien lo controla, pero para la audiencia, me parece que cada vez más fácil de manipular. Como comunicólogo puedo entender eso, estamos en un sistema funcionalista donde la masificación del mensaje provoca perder individualidad a la persona y lo hace depender más de la aceptación dentro de un grupo; estas sobrinas tienen once y doce años, se está formando su personalidad, su criterio y su carácter, pero no veo que haya una guía en el trayecto, ya sabe una orientadita hacia lo que les puede ayudar a la larga, conste que no estoy hablando del bien y del mal porque eso es otro rollo, simplemente una guía para incorporarse a la realidad de una manera simple.
La información que consumimos nos da herramientas para formarnos un criterio, para tener un punto de partida en el análisis de la realidad y así poder reaccionar; sencillo no cree, estímulo-respuesta al más puro estilo de Frederic Skinner, pero y entonces, qué pasa cuando esos estímulos generan reacciones diferentes; regresando al ejemplo de mis sobrinas, la que va en la secundaria está impaciente por probar una bebida energizante porque una de sus compañeras de clase antes de entrar a la escuela pasa a la tienda de la esquina se compra una y se la toma en un santiamén, lista para rendir en su jornada académica; genial no, le respondí, y que tal la taquicardia, tu amiga no te ha comentado que siente como el corazón le late más rápido. La bebida es lo de menos puede ser cualquier estimulante, lícito o ilícito, lo que consuman ellas y ellos no es más que la necesidad de pertenecer a un núcleo y no precisamente al familiar.
Cerremos este ciclo estimado lector observando con detenimiento lo que nos distrae, lo que a los miembros de la familia llama la atención, desde Peppa Pig o Masha y el oso hasta los youtubers o tiktokers que acapara la atención de las audiencias de todas las edades, somos nosotros lo que forjamos y alineamos el camino de una nación, la distracción es oro molido para las esferas del poder, mientras más ajenos estemos a la realidad más fácil es saquear las arcas y conste que no hablo de esta administración en particular, a lo largo de nuestra historia hemos permitido esa clase de abusos. Cerremos con esta reflexión y arranquemos con las antenas bien afinadas para no dejarnos envolver por lo que no es realmente importante, ponga atención en lo que los miembros de menor edad de su familia consumen mediáticamente, no los deje a la deriva, que se expongan a los mensajes pero proporcióneles herramientas para que puedan discernir, de lo contrario cuando les toque elegir un gobernante no tendrán la más mínima idea de cómo hacerlo o simplemente no lo harán porque pensarán que eso es irrelevante, vamos cuidando lo que consumimos y así seremos una mejor sociedad.
Que tenga un excelente inicio de año y que el trabajo nunca le falte.
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