Y la culpa de todo esto la tiene el PRI, sí, estimado lector, para que no digan que soy de la corriente de la sociedad mexicana que no comulgamos con el actual presidente, que de hecho no coincido pero, eso no quiere decir que esté de acuerdo con los tricolores, los azules, los de sol azteca o con partidos pequeños oportunistas que hacen alianza con los grandes, no señor; desde que los miembros más veteranos de mi familia tienen uso de razón las cosas en la tierra que vio nacer a Germán Valdés carecen de pies y cabeza; de pronto el General Cárdenas como que quiso pero no concretó todo el proyecto, luego apareció este momento en la historia nacional conocido como el milagro mexicano que según los que saben abarcó de 1940 a 1970, obviamente no con un presidente al mando pero si con un instituto político que unificaba todo, podríamos decir que cambiaban los biométricos del que alquilaba un pedacito del bosque de Chapultepec, allá por Chivatito. Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, puro integrante del Jet-Set, responsables de llevar al país directito al primer mundo (por primera vez), pero no llegamos; por lo menos la fisonomía de la capital pasó de una postal campirana a una ciudad con rascacielos (minis pero al fin rascacielos) un momento donde las artes si se desarrollaron, pero en el rubro sociopolítico nos quedaron a deber. Todos estos intentos, atinados o no, de la mano del partido en el poder, esa dictadura que les dejó tantos dolores de cabeza a los mexicanos de aquellos años y que ahora, por más que queremos salir del bache no podemos, todo esto es la herencia de un sistema político que un hombre no va a poder cambiar y menos si está tallado con la misma gubia.
Muchos años atrás pensé que era como Robin Hood, luego como un guerrillero, después repasé, debe ser un activista, hasta llegué a pensar que era un mesías, pero después me di cuenta que era un militante más de los tricolores; tal vez Carlos Pellicer tuvo la culpa de afiliarlo a ese partido, a mediados de la década de 1970 este singular poeta y escritor tabasqueño buscaba el Senado de la República e invitó a ya sabe quien a colaborar en su campaña y de ahí no soltó prenda, le gustó eso de la polaca como dicen por ahí, escaló, le buscó, se movió, hasta que en 1977 el gobernador de Tabasco, Leandro Rovirosa Wade lo nombró delegado estatal del Instituto Nacional Indigenista (INI). Muy feliz, afiliado a su partido, cuadrándose con los mandos medios de la administración del Jolopo para 1980 ya andaba coordinando campañas políticas, se imagina estimado lector, eso de organizar y andar en el mitote de la búsqueda del voto siempre se la ha dado, yo creo que por eso no le cae el veinte de que esos tiempos quedaron atrás. Total, coordinó la campaña de Enrique González Pedrero a la gubernatura de Tabasco obviamente por los tricolores y después, como premio por haber hecho bien su chamba, ya don Enrique despachando desde palacio de Gobierno lo premió con la titularidad del Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES) del Comité Directivo Estatal de quién cree, acertó, de los tricolores; yo creo que de ahí aprendió que a sus funcionarios, los que hacen bien su chamba (claro, desde su perspectiva) los debía premiar e incentiva a seguir trabajando duro e incondicionalmente, como es el caso del mal logrado Hugo, a quien se llevó de gira a la Unión Americana como premio por su excelente labor en el combate contra esta pandemia, ejemplo a nivel mundial lo que hace Huguito; oiga espere, que no a eso se le llama corrupción, de dónde salió el recurso para pasear a su subsecretario favorito, estoy siendo mal pensado y me va a castigar diosito (el que castiga porque ya ve que hay otro que es buena onda) que tal que el don le pagó de su bolsa el viaje, qué cosas no cree, a ver, contextualicemos, si su jefe o jefa, a usted damita o caballero le dice un día que por ser la mejor colaboradora o colaborador de su plantilla se la va a llevar de viaje a una gira por la tierra del ratón Miguelito, qué pensaría usted, qué pensaría su esposo o esposa, sus papás si es soltera o soltero, que su jefe lo ande invitando a viajar con todos los gastos pagados por ser el empleado del mes o de los tres primeros años, sueña a romance o por lo menos a acoso… Bueno, yo digo.
El chiste es que, y regresando al tema de por qué el PRI tiene la culpa de lo que nos está pasando ahora mismo, todo tiene su origen cuando nuestro personaje viaja en 1984 al otrora Distrito Federal para hacerse cargo de la Dirección de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor.
Total para no hacerle el cuento más largo los héroes de las historias se topan con sus villanos favoritos, aun sin saber quiénes interpretarán los roles, en 1988 este singular político escalador de peldaños se unió a la llamada Corriente Democráticas de los tricolores y sabe por qué, pues porque no estaban de acuerdo con el método que se usó para designar al sucesor de Miguel de la Madrid en los comicios de ese año, En esta organización interna estaban Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo quienes juntos con el pequeño Andrés además criticaban la “nueva” política económica neoliberal. Ve estimado lector, aquí el origen de su fobia, rechazo, rabia, por las cosas que suenan a neoliberalismo. En fin, la CD del PRI quería al hijo del general al frente y no al secretario de Programación y Presupuesto de don Miguel, lo que orilló a una fractura al interior del partido y la salida de estos personajes para así formar el FDN Frente Democrático Nacional que no era otra cosa más que una coalición de partidos de izquierda, bueno, eso de izquierda, digamos que sí, pero a la mexicana.
El odio, la ira, el enojo, Andrés no escucho al maestro Joda y todo se salió de control, y sigue así hasta la fecha; si este ilustre personaje supiera controlar todo eso, si no tuviera esa sed de venganza hacia los tricolores y todo lo que suene a neoliberalismo le aseguro que nuestro entorno sería diferente; por eso, estos tres años bajo el agua y sin oxígeno son culpa del PRI y los neoliberales, qué les hubiera costado designar como su candidato presidencial en 1988 al hijo del general, seguramente para el sexenio del 94 el tapado hubiera sido Andresito, quien seguramente hubiera ganado y en este momento ya estaría en su rancho tomando pozol, por lo tanto no estaríamos padeciendo su sed de venganza. Ya ve, estimado lector, la culpa como siempre es del PRI.
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