Rencor/ Bajo Presión - LJA Aguascalientes
13/04/2025

Emilio Lozoya Austin merece estar en la cárcel, después de gozar de todos los privilegios de testigo protegido con que Alejandro Gertz Manero protegió a este corrupto confeso, por la simple de que cooperaría en la lucha contra la corrupción y que en su caída, arrastrará a sus jefes, a los verdaderos responsables de todas las trapacerías durante el sexenio de Enrique Peña Nieto e incluso el de Felipe Calderón.

El exdirector de Pemex, sin duda, merece la cárcel preventiva, ayer el juez de control, José Artemio Zúñiga Mendoza, decidió modificar las medidas cautelares y explicó que si antes se le había otorgado la libertad condicional era porque la Fiscalía General de la República no había solicitado la prisión justificada para Emilio Lozoya, es decir, a pesar de que se había fugado y que existían todas las condiciones para encarcelarlo, a Alejandro Gertz Manero no se le había ocurrido que su testigo privilegiado se podría escapar.

Sin embargo, no se puede festejar la cárcel preventiva para Emilio Lozoya, nada ha cambiado en el proceso que se le sigue y esa medida cautelar sólo refleja la discrecionalidad de nuestro sistema judicial, por eso no es de festejarse, porque nos muestra como los rencorosos que somos.

La prisión preventiva se justifica ante la posibilidad de fuga o que el acusado implique un riesgo mayor fuera de la cárcel, Emilio Lozoya reunía esas características, que no fueron evidentes para Alejandro Gertz Manero hasta el momento en que lo ridiculizó al ser descubierto cenando ostentosamente en el Hunan, “una imprudencia para decir lo menos” dijo el presidente, “un acto de provocación” lo consideró López Obrador y legal pero inmoral. Desde la mañanera, el titular del Ejecutivo demandó a la Fiscalía que todo se aclarara y que se hiciera “justicia pronta, expedita”. El fiscal entendió el regañó y la FGR cambió su postura ante el juez, por eso está en la cárcel Emilio Lozoya, por la confusión punitiva de venganza por justicia.

Si bien Emilio Lozoya se merece la cárcel preventiva, ese acto no borra todas las injusticias que se han cometido y se siguen cometiendo con miles de mexicanos que son privados de su libertad, las múltiples ocasiones en que se detiene, para investigar, por años, incluso décadas a un inocente sin pensar en las consecuencias y el daño que se hace a la persona y su familia.

Disfrutar de la cárcel preventiva para Emilio Lozoya nos hace desviar la mirada de las atrocidades que se realizan en nombre de la justicia, es fácil comparar el caso del exdirector de Pemex con el de Rosario Robles, aún así, nos quedaríamos cortos, porque son miles las víctimas que se encuentran en prisión por delitos que no merecen la privación de la libertad, que sufren las consecuencias del burocratismo e ineficiencia del aparato judicial.

No hay nada que festejar en un acto de justicia, celebrarlo arrastra al rencor.

Coda. En más de una ocasión he comparado a Andrés Manuel López Obrador con Pedro Páramo, su estilo personal de gobernar me parece autoritario y paternalista, sobre todo, lo caracteriza como el rencor vivo que es; el cambio de actitud de la fiscalía ante el caso de Emilio Lozoya, me hizo pensar en otro personaje de Juan Rulfo, en Dolores Preciado, quien en el lecho de muerte demanda lo siguiente a su hijo:

-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo cóbraselo caro.


Así respondió Gertz Manero ante la petición de justicia de López Obrador, se la cobró caro a Emilio Lozoya.

 

@aldan


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Edilberto Aldán
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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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