Estaba escribiendo el Banquete de esta semana dedicado al disco Collage del trío de rock progresivo italiano Le Orme, con el fin de recordar esta producción a cincuenta años de su publicación cuando me entero por las redes sociales de la muerte del compositor mexicano Mario Lavista, vi la publicación en Facebook del cuarteto José White, y casi al mismo tiempo de la maestra Margarita Benavides, cellista de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, por cierto, aprovecho el espacio para desearte maestra, un pronta recuperación de tu mano, el cello te necesita, seguramente más de lo que tú necesitas al cello, y por supuesto, a la música le haces falta.
Quisiera iniciar este modesto pero muy sentido homenaje al maestro Lavista recordando que siempre hubo una relación muy estrecha entre el Cuarteto White de esta ciudad de Aguascalientes, que por cierto, se trata de uno de los ensambles de música de cámara más solventes del país, con el maestro Mario Lavista. Recuerdo en este momento que fue él quien hizo la presentación, digamos oficial, cuando el Cuarteto White emprendió uno de sus proyectos más ambiciosos, el de ofrecer el ciclo integral de los cuartetos de cuerda de Beethoven en la Ciudad de México. El maestro Lavista fue invitado a participar como ponente en el Festival de Música de Cámara de Aguascalientes en el año 2019, Festival en el que, por supuesto, el Cuarteto White ha fungido siempre, salvo en dos ediciones, como cuarteto en residencia además de haber sido, junto con el maestro Rafael Machado, fundadores de este importante festival de verano de talla y convocatoria internacional.
Yo conocí al maestro Lavista en persona cuando vino a nuestra ciudad a participar como ponente en el Festival Internacional de Música de Cámara de Aguascalientes en su décimo quinta edición, el año fue 2019 y fue este el último festival presencial realizado antes de la pandemia, recordemos que las ediciones 16 y 17, correspondientes a los años 2020 y 2021 se llevaron a cabo de manera virtual, esperando, por supuesto que, si no sucede nada extraordinario, que el próximo año 2022 el Festival Internacional de Música de Cámara de Aguascalientes, uno de los más importantes de Latinoamérica, recupere su indispensable esencia presencial.
La actividad dentro de la música del maestro Lavista no se limita al trabajo creativo, es decir, la composición, su campo es mucho más amplio: como pianista, por cierto, gran promotor del polémico piano preparado, yo tuve la oportunidad de disfrutar de la experiencia del piano preparado en un concierto ofrecido en el Teatro Morelos, justamente en una de las ediciones del Festival Internacional de Música de Cámara de Aguascalientes a cargo del maestro Mauricio Nader.
El maestro Lavista también fue maestro de música, analista y crítico musical, editor de publicaciones especializadas en música como es el caso de la revista Pauta, una revista que promovía la expresión de la música contemporánea, tan desairada en los medios de comunicación, incluso de los especializados en música de concierto, seguramente por su natural complejidad y difícil digestión, pero evidentemente indispensable en el espectro de la gran música de concierto, es parte integral y fundamental del horizonte de la música académica. Sin duda alguna, su interés por la música contemporánea tiene un sólido fundamento en el curso que tomó en 1969 con Karlheinz Stockhausen, en Colonia, Alemania, hablamos de uno de los grandes pilares de la música experimental con su casi consecuente y natural atonalidad.
Como compositor, el maestro Lavista es toda una figura en el escenario de la gran música académica mexicana, abordó prácticamente todos los repertorios, la música orquestal, su infaltable producción en música de cámara, sus maravillosos coqueteos con la música electrónica, en fin, pero especial aprecio siento de manera personal por su ópera en un acto Aura de 1968 y especialmente por toda su producción de música de cámara, de este catálogo destacó de manera especial Las sinfonías para cuarteto de cuerdas de 1996, y con esta misma dotación instrumental vale la pena destacar Diacronía de 1969, su Trío para violín, violoncello y piano de 1976.
La música sacra estuvo siempre presente dentro de su catálogo, de hecho recuerdo haber leído alguna vez un artículo escrito por el maestro en donde defendía y promovía el regreso de la música sacra a su contexto religioso, lo sé, esto puede sonar a pleonasmo, pero el maestro Lavista se refería al hecho de que la música sacra debería de regresar a los templos y que las celebraciones religiosas recuperaran de esta manera su indispensable elemento de sacralidad, y para esto, la música resulta indispensable. Y esto no quiere decir que la música sacra no se pueda disfrutar en una sala de conciertos, por supuesto que sí, el maestro Lavista abogaba por que las celebraciones religiosas volvieran a contar con la música apropiada para este contexto y recuperar la elevación y disposición espiritual que evidentemente se pierde con el empleo de la música popular en el contexto litúrgico. Dentro del repertorio sacro vale la pena recordar su Missa Brevis para coro mixto a capella y otra obra, no explícitamente religiosa, pero sí de profundo recogimiento espiritual como es el caso del Adagio religioso para cuerdas dedicado a la memoria de Eugenio Toussaint, otro gran compositor mexicano que oscilaba con asombrosa naturalidad entre el jazz y la gran música de concierto.
Quiero terminar este sencillo pero sincero homenaje al maestro Lavista expresando mi deseo de que el mundo del arte y la cultura en México reconozcan generosamente el legado musical que el maestro Mario Lavista ha dejado a México. Espero un Bellas Artes lleno aplaudiendo de pie ante la inmortal obra del maestro. Que así sea.