Ayer por la mañana leí un tweet que realmente me dejó pensando, y mire que no soy de redes sociales, me parecen interesantes, pero ceder ante ellas hace que las personas dejen de disfrutar el momento, la realidad; prefieren la pantalla a lo que sus ojos puedan percibir de manera natural u orgánica hablando de términos digitales. En fin, le decía que me llamó la atención un tweet de una cuenta que se autodenomina “elprincipito.1”, frases interesantes, motivadoras e ilustraciones bonitas ya sabe. De pronto me encontré con una viñeta donde se puede observar al principito sentado de lado izquierdo y al zorro de lado derecho de la imagen, ambos de espaldas disfrutando un atardecer; arriba de la imagen del principito hay una nube de diálogo que dice “Si hubiera tenido la madurez de hoy, no hubiera fallado tanto”; arriba de la figura del zorro se observa otra nube, también de diálogo donde se puede leer “Sí no hubieras fallado tanto no tendrías la madurez de hoy”. Sin duda esa frase no es de Antoine de Saint-Exupéry, estos personajes nunca entablan una charla con esas características, sin embargo, está interesante, se presta para la reflexión, que supongo es lo que buscó el editor de esa cuenta.
De pronto es un verdadero conflicto interno el aceptar las pifias que cometemos a lo largo de nuestras vidas, algunas de ellas nos llevan hasta el diván del psicólogo, otras hacen que el pasado se convierta en una losa tipo Pípila que nos hace el camino difícil. Definitivamente la madurez o los trancazos que nos hemos dado hacen que esta llamada “experiencia” nos permite caminar más ligeros, aunque de pronto ahora nos topamos con la famosísima depresión que causa estragos con o sin madurez, en fin; la charla entre esos personajes cierra con la segunda frase, y si, en efecto, como dicen por ahí, de los errores se aprende y el chiste es ese, asimilar y no pasar por alto esa situación.
De manera individual cada uno de nosotros (obviamente) vivimos la vida como queremos, como nos gusta o cómo podemos (según sea el caso) el chiste es que nunca estamos del todo conformes y de pronto dejamos que cosas tan irrelevantes nos generen conflicto. Pero desde el punto de vista social, nos hemos dejado llevar por un montón de cosas irrelevantes, pareciera que estamos en un punto de fractura y no es así, o por lo menos yo me estaba clavando en esa dinámica, no se usted, espero que no.
Pero deje le cuento, estimado lector, que el trabajo de este fin de semana me hizo abrir bien los ojos, ver las cosas con otro enfoque, ahí le va el chisme. El sábado pasado estaba en la ciudad de los palacios, ahí mero de donde son las guajolotas y las quesadillas sin queso, mi ciudad natal. El futbol americano siempre ha sido mi pasión, los Burros Blancos del IPN mi equipo, desde pequeño disfrutaba mucho que mi mamá y mis tíos me llevaran al estadio a esos clásicos contra el acérrimo rival, los Pumas de la UNAM; bueno pues esté sábado que acaba de pasar se llevó a cabo una emisión más de dicho encuentro, nada más que esta vez no acudí a la cita como espectador sino como videasta y fotógrafo para un canal llamado “Las Parrilletas Mx” y ONEFA. Pero la reflexión versa hacia lo siguiente, porque usted me dirá, -y a mí que-. Ya lo había entendido, pero el sábado lo confirme, no hay Burros Blancos sin Pumas y no hay Pumas sin Burros Blancos, son un complemento perfecto que hace que ambas instituciones se esfuercen por ser los mejores en el emparrillado, porque no hay rival más digno que ellos, son jóvenes que portan colores de batalla de antaño, de tradición, de orgullo.
Hubo un periodo en la historia de este deporte estudiantil donde la violencia opacó la convivencia familiar, los “porros” se apoderaron de ambas tribunas, de los alrededores de los estadios, del servicio público de transporte y convirtieron el espectáculo en tragedia a tal grado que llegó el momento en que las autoridades tuvieron que suspender los encuentros deportivos universitarios. Pero ahora, grata sorpresa, las familias regresaron a la tribuna, a los alrededores, las autoridades organizadas para que, aun sin la presencia de estos “porros” los aficionados estén separados por equipos, los vendedores de recuerdos y artículos alusivos al encuentro obviamente se encuentran afuera del estadio, pero del lado de los Pumas o de los Burros Blancos sin que entre ellos se mezclen, buena logística sin duda.
La lección de vida se generó de eso; ya en el interior del inmueble, a punto de iniciar con las hostilidades, el cronista solicitó como “única ocasión”, que ambas tribunas se unieran en un “Goya” y un “Huelum” al unísono para honrar a todos aquellos que nos dejaron a consecuencia del Covid. Es ahí estimado lector, en ese momento donde me cayó el veinte que, aun siendo rivales deportivos estamos unidos, estamos hombro con hombro. Sin duda un momento emotivo que a más de uno nos robó una lágrima; instituciones unidas, Burros Blancos y Pumas, jóvenes deportistas dando todo por sus colores, pero también unidos como sociedad, como mexicanos. Experiencia inolvidable el poder fotografiar a dos equipos como estos, una rivalidad de años, como aficionado más que emocionado, como profesional de la video producción y la fotografía el compromiso de hacer la chamba lo mejor posible.
Ya al final de la jornada, caminando hacia el auto, en uno de los restaurantes aledaños al estadio de la ciudad de los deportes fue increíble observar una mesa con aficionados de ambos equipos degustar sus platillos y bebidas en total fraternidad.
Lecciones de vida que deja un evento deportivo de esta índole, no hay Burros Blancos del IPN sin Pumas de la UNAM y no hay Pumas de la UNAM sin Burros Blancos del IPN, todo en equilibrio, la sociedad no necesita más que libertad, poder de decisión y entonces las cosas fluyen como en un encuentro de futbol americano entre estas dos casas de estudio.
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