A este sufrido año del 2021 le quedan escasas siete semanas para concluir, y muchos, entre nosotros simples ciudadanos de a pie, ya nos anda por dar el salto de año, pero ¿saltar a dónde?
El periodista Alejo Sánchez Cano, con pesimismo afirmó hace una semana: “No hay forma de que se componga esto”. Está más que dicho que desde el arribo de la 4T a la presidencia de la república, la economía nacional no ha encontrado otra dirección de avance que no sea hacia abajo. Hace apenas unos años, López Obrador recibió un país con un crecimiento del 2.5% y alrededor de 4 millones de empleos formales a lo largo del sexenio que concluía. A la 4T le bastó un escaso año para dilapidar lo heredado. Al cerrar el 2019, la economía caía un – 8.9% y desaparecieron casi 650 mil empleos.
Apenas inició el impacto de la pandemia, el país todo pareció un becerro extraviado en la enorme pradera global. Con datos oficiales del Inegi se sumaron a la pobreza casi 5 millones de mexicanos. (¿Tal vez no entendimos bien eso de “primero los pobres” o era “más pobres”?) Con cifras de ese oráculo que se ha vuelto pernicioso para la 4T en agosto pasado, México tuvo su peor caída en su desempeño económico en los últimos 15 meses con una pérdida del 0.2%, sobre todo por errores de cálculo político y legislativo de los representantes del “cambio verdadero”. Los paganos, como siempre, somos los mexicanos de la tropa.
El IGAE (el indicador global de actividad económica) del INEGI señala, para desinflar nuestro optimismo transformador, una contracción del 1.6% respecto a septiembre de este año, sobre todo por el retroceso de las actividades terciarias (comercio y servicios) del 2.5%. Sumemos datos de la encuesta de ocupación y empleo, ENEO, que reporta la desocupación adicional de 544 mil personas.
Sumado a estas malas decisiones o ausencia de estrategias en materia económica, aún con el cambio del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la inflación está tomando su propio rumbo, más allá de las previsiones y cálculos oficiales y seguramente llegará al 6% a finales del año, prácticamente el doble de lo previsto por el gobierno. Sí le agregamos la terca intención del presidente López de impulsar una serie de reformas en el sector energético, particularmente en la industria de la energía eléctrica, y sus descalabros judiciales, podemos entender la fuga acumulada del otro motor de la economía que es la Inversión Extranjera Directa, que en lo que va de los últimos dos años representa la salida de 506 mil millones de pesos, ante la clara incertidumbre que representa para los inversionistas, nacionales y extranjeros, arriesgar su capital en un país que no sabe lo que quiere. Según el Grupo Financiero Base, las principales causas de la salida de capitales corresponden a: los aún inesperados efectos de la pandemia, la normalización de la política de la Fed norteamericana, la alta inflación en puerta y el temor al estancamiento de la recuperación de la inversión. Esto es, el proceso de salidas de capital seguirá como una constante en la realidad económica mexicana.
El gobierno lopezobradorista se ha cansado de mirar al pasado para acusar el “me dejaron un cochinero”, y echarle la culpa al neoliberalismo que apacentó en México las últimas tres décadas, y que se dedicó, en su personal lectura de la historia nacional, a saquear y sangrar el país indiscriminadamente. Adicionalmente, y más allá de su voluntad, la aparición en el mundo de la pandemia originada por el Covid 19, desarticuló de origen su estrategia de desarrollo nacional (sí alguna vez la tuvo), que coincidió con su “decisión de Estado”, para desmantelar el sistema de salud con base en la coordinación del Seguro Popular y sustituirlo con una entelequia que sólo existía en su ánimo conocido como el INSABI. Esta decisión llevó al país y a su gobierno a un sistema de salud roto, ineficiente, incapaz, sin suficiencia de medicamentos, sin materiales de curación suficientes, sin personal de salud, y un largo etcétera. Sólo de las muertes por la pandemia ya rondamos los 290 mil decesos. Sí, somos el 4º lugar mundial por muertes del covid.
Sumado a este cúmulo de daños, la inseguridad está en su modo rampante. No hay política que la detenga, ni las reuniones tempraneras diarias, ni una Guardia Nacional “persigue migrantes”. Las muertes violentas en México son superiores a las producidas por una guerra formal en países de África o Medio Oriente.
Los tumbos de la 4T en diversos frentes, no sólo en materias como la economía, la inseguridad o la salud, se multiplican semana a semana. El pasado 3 de noviembre, el gobierno transformador, sufrió un llamativo percance con su tema de combate a la corrupción, al tener que encarcelar a su testigo estrella contra el neoliberalismo, Emilio Losoya. Su estrategia de golpear a sus enemigos cayó, con su detención, estrepitosamente. Aparejado a este suceso, apenas el viernes pasado la secretaria de turismo de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz, fue detenida en Guatemala con la acusación de introducir 25 mil dólares americanos en efectivo sin declarar. Acto seguido, presentó su renuncia a su jefa Claudia Sheinbaum, misma que fue inmediatamente aceptada.
Todos estos últimos eventos previos a la intervención de AMLO ante la ONU para hablar de los “éxitos” de su lucha contra la corrupción el próximo martes 9. Difícil tarea la del presidente ante la comunidad internacional en un momento decisivo para la mitad de su mandato.
El ejercicio debido y necesario del recuento de daños, no lo referimos a un acto de contrición de la 4T, al presidente eso lo tiene sin cuidado. Él está enfocado en la consulta de la revocación de mandato del año venidero; el ejercicio debido y necesario es para la ciudadanía mexicana que necesita atender y conocer los efectos objetivos y claros que la cuarta transformación le está dejando cada día, vamos, su recuento de daños.