El año pasado, el 23 de octubre para ser preciso, se presentó oficialmente mi libro: Su majestad la música. La música clásica en Aguascalientes en la Sala de Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, previo al primer concierto que nuestra máxima entidad musical ofreció en la que será su nueva sede. Para mí fue un verdadero privilegio por el hecho de haber sido parte de la historia, considerando que la primera vez que se abrió la Sala de Conciertos fue justamente para este evento, el concierto de la OSA, fue esta la primera ocasión que nuestra Sinfónica ocupó su nueva sede y fue esta también la primera ocasión que se convocó a un concierto presencial, después de la enorme pausa provocada por la contingencia sanitaria del covid-19. Por todas estas razones es altamente significativo para mí que mi libro se haya presentado en este marco trascendente en la cultura musical de nuestro estado.
A poco más de un año y como consecuencia de las experiencias vividas en este apasionante medio que es el periodismo cultural, -prácticamente inexistente, quizás no sólo en Aguascalientes, sino en todo el país-, me surgen algunas inquietudes que tienen también sustento, no sólo en la experiencia laboral, sino en el capítulo final de este libro, Su majestad la música, que pretende hacer periodismo cultural. De hecho es este el objetivo de la Editorial Mester, proponer una colección de diez libros encaminados a esta noble labor y tan incomprendida, y a veces, o muy frecuentemente ingrata, pero siempre apasionante que es ejercer con dedicación, profesionalismo, compromiso, pero sobre todo pasión, esta noble y necesaria labor que es, justamente, el periodismo cultural.
Te platico rápidamente y sin entrar en detalles, el libro está estructurado en cuatro capítulos como si de los movimientos de una sinfonía se tratara, con una introducción a manera de justificación de por qué el libro, esta introducción lleva el nombre de Obertura, y una conclusión, que es justamente en donde surge esa inquietud y también, claro, preocupación de la precariedad del periodismo cultural en Aguascalientes, este capítulo o conclusión lleva el nombre de Encore. Cada uno de los capítulos del libro lleva el nombre de un movimiento, repito, siguiendo la estructura de una sinfonía. El primer capítulo es una Allegro molto vivace, está dedicado a la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. El segundo capítulo es un Adagio molto espressivo, dedicado a la Sala de conciertos. El tercer capítulo es un Scherzo y habla sobre los festivales desarrollados en Aguascalientes. Y el capítulo final es un Finale presto con variaciones, ahí el tema son las escuelas de música y el desarrollo histórico de las mismas en Aguascalientes. Como ya te comenté, lo que me mueve a escribir las presentes líneas es, además de festejar el primer año de la publicación y presentación oficial de mi primer libro (espero escribir otros y ya estoy trabajando en eso), es la reflexión que surge como consecuencia de las experiencias vividas y del contenido del Encore, capítulo final a manera de conclusión del libro Su majestad la música. La música clásica en Aguascalientes.
El ejercicio del periodismo cultural en nuestra entidad, aunque insisto, esto sucede en todo el país y sin duda podemos contar con los dedos de las manos el número de periodistas que con profesionalismo, convicción, conocimiento de causa y pasión se dedican al periodismo cultural y nos sobran dedos, se limita a publicar los boletines de prensa que envían las oficinas de comunicación social de las diferentes instituciones culturales, pero sin tener la más remota intención de hacer periodismo de investigación, y esto no puede causar menos que tristeza, indignación, decepción ,e incluso vergüenza por la pobreza del gremio en este sentido. De hecho difícilmente podemos encontrar en los periódicos de circulación local una sección destinada y comprometida con la actividad cultural. Lo cierto es que Aguascalientes tiene una gran oferta cultural, esto es algo que no podemos discutir, ni siquiera cuestionar. Me atrevo a afirmar categóricamente y sin temor al error, que nuestro estado es una de las entidades de la república mexicana con mayor oferta cultural, más amplia, pero también de calidad, además de ser la sede del premio de poesía más importante de México, tal vez incluso de Latinoamérica, el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, nuestro estado es también la sede del Encuentro Regional de Arte Joven, el certamen de artes visuales con límite de edad de mayor importancia nacional. Los festivales musicales del verano muestran el músculo cultural de Aguascalientes en toda su plenitud. Nuestra Orquesta Sinfónica es una de las cinco o seis mejores orquestas del país, verdadera embajadora cultural del estado y sin duda, nuestra máxima entidad musical es algo que podemos presumir con orgullo. Hay ciudades más grandes que Aguascalientes en extensión y población sin esta misma oferta cultural y sin una orquesta como la nuestra, que además es la primera en activo fundada en México. Pongo por ejemplo la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León, la verdad es que es una orquesta de mediana estatura y que como su nombre lo indica, pertenece a la Universidad Autónoma de Nuevo León, ya que ni la ciudad de Monterrey, con todo lo industrializada que está y lo espectacular que es, ni el estado de Nuevo León, cuentan con una orquesta, y menos con una de la calidad de la nuestra. Insisto, es algo de lo que debemos sentirnos profundamente orgullosos y presumir con entusiasmo.
Y así, con todo esto, los medios de comunicación, especialmente los comerciales, sólo ven pasar la gloria cultural de Aguascalientes, así de lejecitos, sin involucrarse, aplaudiendo a distancia, en el mejor de los casos.