El líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano Grijalva, metió la cuchara en la cacerola de los clichés y sazonó a mansalva el discurso con que convocó a revisar la identidad de ese partido y relanzarlo como una organización socialdemócrata. El resultado fue el mismo que se obtiene de meter las manos en los escombros y luego levantarlas al cielo: polvareda.
El PRD firmó unos Compromisos por la Unidad y Transformación Democrática del Partido de la Revolución Democrática, en ese marco, Jesús Zambrano afirmó que la reestructuración implica “repensarnos, redimensionarnos y reorganizarnos para relanzarnos haciendo honor a nuestra historia”, para justificar el cambio de izquierda a socialdemócrata, el dirigente criticó a la administración de Andrés Manuel López Obrador: “lo que hoy gobierna ni es izquierda verdadera ni es democrática, sino simple y sencillamente populismo autoritario y regresivo con cada vez mayores tintes de carácter dictatorial. Ante ello, se nos impone como necesidad la existencia de una fuerza progresista, libertad, social y democrática”.
Jesús Zambrano sabe que la nave que comanda está hundida, que las elecciones del 6 de junio exhibieron la presencia real del PRD entre el electorado, apenas el 4% de la votación nacional, el dirigente nacional perredista insistió en que lo importante “y verdaderamente trascendental no es si cambiamos de nombre o nos seguimos llamando igual, sino la transformación profunda de todo lo que hoy somos”, reconoce que el cambio de etiqueta es inútil cuando la mayor parte del cuerpo del barco está en el agua, así que decide cambiar la bandera para ver quien los rescata el naufragio.
El ”relanzamiento” del PRD inició con la firma de 29 compromisos, entre los que ellos mismos destacaron la rendición de cuentas por parte de las dirigencias nacional y estatales, la incorporación de liderazgos juveniles y de mujeres, así como la toma de decisiones mediante consenso y “genuina autocrítica”, es decir, la misma gata pero revolcada y para empolvarla todavía más, prometieron que las acciones que se tomen serán resultado de consultas ciudadanas y foros temáticos para “acercarse” a los mexicanos y recabar sus propuestas, las que, como dijo Zambrano Grijalva, tendrán que dar como resultado este cambio a partido socialdemócrata, sin importar lo que se haya dicho en esos encuentros y, sobre todo, sin necesidad de revisar qué significa una organización con esas características.
La crisis del sistema de partidos en México encuentra uno de sus mejores ejemplos en el comportamiento del PRD, dividido desde siempre en pequeñas tribus que sólo quieren el poder y el dinero, se agrupan en torno a una etiqueta que les parece representa lo que un sector de la población quiere y desde ahí intentan convencer que seguirlos es lo mejor que puede hacer la sociedad, jamás se piensa desde las bases, les parece insensato recoger las causas y movimientos por los que grupos diversos se manifiestan y sumar la estructura partidista a esas luchas colectivas, no, una vez que generan una burocracia de partido, sólo se miran el ombligo y se pierden en conflictos internos para continuar viviendo de los privilegios de los que gozan quienes viven del erario.
Que el PRD se quite la chaqueta de partido de izquierda para ponerse el saco de organización socialdemócrata es absolutamente irrelevantes mientras no se entienda el fenómeno que llevó a López Obrador a la presidencia, análisis que los perredistas no harán, porque más allá del cambio de etiqueta, se obstinan en ser una oposición reactiva, sin imaginación, que sólo busca permanecer en las boletas y por ello declara que este “relanzamiento” en absoluto va a afectar la coalición Va por México; en las regiones donde el PRD ha demostrado su incapacidad como partido político, Aguascalientes por ejemplo, y donde su supervivencia radica en ser escort electoral del Partido Acción Nacional, el perredismo sabe que cualquier intento por cambiar debe venir con el permiso de los grupos conservadores a los que se rinden.
Frente a la necesidad de una revisión y rediseño de sus procesos, una reingeniería, el PRD eligió el camino facilón del relanzamiento, como se cambia la etiqueta de un producto por otra más llamativa, como la misma facilidad con que se cambia uno de ropa interior.
Coda. Los santones de la burocracia comunista -escribió Octavio Paz en 1972- son distintos a los santones de la burocracia mexicana: unos juran en nombre de Marx y de Lenin, otros de Juárez y Zapata pero todos juran en vano. Los partidos modernos son iglesias sin religión dirigidas por clérigos blasfemos. A casi 50 años de esta descripción incluida en El ogro filantrópico, la ceguera del PRD y su relanzamiento confirman su vigencia.
@aldan