El Bundestag, Berlín, Alemania. 26 de octubre de 2021. El presidente Frank-Walter Steinmeier, hombre de cabellos blancos y gafas que semejan al búho de Minerva, se dirige a la canciller en funciones, Angela Merkel, y le espeta: “Mis gracias y mis respetos canciller Merkel por estos años de trabajo dentro y fuera de nuestras fronteras. Este es el final de una Cancillería que pasará a la Historia como una de las más grandes de la República”.
La aludida, cuyo rostro asimila un sabueso con agruras, no muestra la mínima pizca de emoción. Luego, sus ojos cerúleos se posan brevemente sobre cada uno de los 736 integrantes del Parlamento germano. Su única respuesta es formar con sus manos un diamante.
La imagen arriba narrada sirve como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar quién es Angela Merkel y por qué, bajo su égida, Alemania se convirtió en el líder de la Unión Europea.
Merkel vio la luz, en 1954, en la Alemania Occidental, pero, a las pocas semanas de nacida, su familia emigró a la mordazmente llamada República Democrática de Alemania. Desde la adolescencia, Merkel aprendió el lenguaje de Pushkin y Dostoyevski. Por ello, recibió premios por su pericia en el idioma ruso y en las matemáticas.
Merkel afanaba para sufragar sus estudios de física en la Academia de Ciencias de Berlín, en una “lavandería donde ella planchaba las camisas de los soldados rusos”. Luego, se casó por primera vez, a los 23 años. Su matrimonio fue de conveniencia: los estudiantes casados tenían más posibilidades de conseguir un apartamento. Por último, viajó por la Unión Soviética, lo cual hizo que germinara en ella un entusiasmo “por la lengua rusa y la cultura de la Unión Soviética”.
En noviembre de 1989, el Muro de Berlín cayó y entonces Merkel tomó la decisión de entrar a la política. Por haber crecido en el “paraíso socialista”, la científica se alineó con la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), una agrupación de centro derecha, con tendencias conservadoras.
En septiembre de 2005, Merkel ganó las elecciones generales. De esta manera, la científica hizo historia: la primera mujer en convertirse en Canciller y, también, la primera persona nacida en la extinta Alemania Democrática en llegar al máximo cargo en la Alemania unificada.
Pronto los problemas allende las fronteras de Alemania pusieron a prueba a Merkel: primero, la crisis de la deuda en países como España, Grecia, Irlanda, y Portugal (los famosos PIGS) hicieron que la Canciller formara una alianza con el mercurial presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, para estabilizar al Viejo Continente.
Para fortuna de Alemania y de la Unión Europea, en la Casa Blanca despachaba Barack Obama, con quien Merkel estableció una buena relación de trabajo. Sin embargo, las habilidades de diplomática de altos vuelos y gestora de crisis de Merkel fueron sometidas a prueba por el macho alfa de la política mundial: Vladimir Putin.
En 2014, Rusia se anexó Crimea y luego apoyó a los separatistas prorrusos en el Este de Ucrania, desatando así la mayor crisis de seguridad en la Europa de la post Guerra Fría. Merkel, merced a su conocimiento del idioma y la idiosincrasia rusas, encabezó los esfuerzos para evitar una conflagración mayor.
Cuando momentáneamente la crisis en Ucrania se enfrió, el escenario geopolítico experimentó dos movimientos telúricos: el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y el triunfo electoral de Donald Trump, cuyo lema “América Primero” era anatema para las convicciones de la Canciller germana.
De esta manera, Angela Merkel tuvo que lidiar con su segundo macho alfa. ¿Por qué? Trump reprochó la decisión de Merkel de permitir la entrada de miles de refugiados del Medio Oriente a Alemania. Luego, las continuas críticas del mandatario estadounidense a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el cual es un pilar de la seguridad de Europa, molestaron de sobremanera a Merkel.
Bregar con Putin y Trump hizo que Merkel surgiera como la líder moral de Occidente. ¿Cómo lo hizo Merkel? Con un temple de acero y humildad. Porque a pesar de su jerarquía, la señora Merkel continúa haciendo las compras y cuando recibe visitantes gusta de prepararles una taza de café e intercambiar chismes.
El escribano concluye: el adiós de Angela Merkel dejará un enorme vacío en el escenario mundial porque la civilización occidental necesita un guía moral. Esto porque la Unión Americana es gobernada por un tipo inepto y timorato y los líderes de Francia y Gran Bretaña no están a la altura de las circunstancias.
Aide-Mémoire. – En agosto del año en curso, la República Popular de China probó, con éxito, sus armas hipersónicas. Esto la coloca a la par de la Federación Rusa y por encima de los Estados Unidos de América.
Bibliografía consultada
Kornelius, Stefan. Angela Merkel: the Chancellor and Her World. Richmond, Alma Books, 2013.
Lee Myers, Steven. The New Tsar: The Rise and Reign of Vladimir Putin. New York, Alfred A. Knopf, 2015.
‘The Chancellor’ Portrays Angela Merkel as a Droll Source of Sanity in a Mad World https://www.nytimes.com/2021/10/25/books/review-chancellor-angela-merkel-kati-marton.html