Existe actualmente una problemática a nivel mundial en torno a la relación de los seres humanos y su vínculo con el entorno que merece una reflexión.
El planeta Tierra está tocando su entrada a los límites de recuperación para la conservación de la vida ante el modelo de desarrollo capitalista depredador de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo de los seres humanos.
En ese sentido se vienen operando cambios en los ciclos de la naturaleza a una velocidad que no se corresponde con la evolución del planeta que se cifra en 4 mil 600 millones de años, ya que tan solo el proceso de hominización de la raza humana se ha logrado en tan solo unos cuantos millones, no teniendo parangón los niveles de afectación al medio ambiente a partir de la Revolución Industrial que llega a nuestros días en grado superlativo y que se constata con la presencia de una huella ecológica que debe ser mitigada y erradicada con urgencia ante el colapso planetario que al parecer se aproxima con consecuencias funestas para todas las formas de vida en unas cuantas décadas.
Nos dice la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) que: “Sin darnos cuenta de nuestro impacto hemos transformado radicalmente la composición de los paisajes, fragmentándolos y empobreciéndolos. Vastas regiones antes dominadas por bosques, selvas, matorrales y pastizales actualmente están drásticamente transformadas en zonas agrícolas, ganaderas, industriales y urbanas. Destruimos y deterioramos hábitats, introducimos especies exóticas que se vuelven invasoras y dañinas, sobreexplotamos a las especies silvestres y contaminamos. Y aún más, nuestro impacto ha llegado a ser global: cambiamos el clima del planeta entero”.
En la actualidad a nivel local y global, ya no hay lugar que no haya sido modificado o alterado por el género humano. Eso implica el no dar respiro a la naturaleza para que lleve a cabo sus procesos de resiliencia impidiendo su capacidad de renovación, pues en la actualidad, de conformidad con la WWF: “Datos más recientes muestran que estamos usando aproximadamente un 50% más de lo que tenemos disponible en recursos naturales, es decir, necesitamos un planeta y medio para sostener nuestro estilo de vida actual”, situación que altera por un lado la biocapacidad natural del planeta y el adecuado funcionamiento y el suministro de los servicios ecosistémicos que obtiene la humanidad de la naturaleza.
Muchos son los cambios operados en la producción y la organización social de los grupos humanos, al igual que en sus relaciones sociales y en su historia, ello encuentra testimonio en la evidencia material y espiritual sobre sus vidas que les dan sentido a esas culturas.
Asoma un proceso que ha facultado a los grupos humanos a decidir qué elementos culturales quieren conservar, acrecentar y transmitir, para trascender en el tiempo y afianzarse en el presente, por lo que es necesario encontrar las soluciones a diversas problemáticas para afrontar una gran cantidad de retos para avizorar un futuro promisorio.
En este contexto, la globalización pretende desterritorializar las expresiones sociales, culturales y artísticas, para uniformar al mundo, por más acciones que proponga la Unesco desde su retórica de la salvaguardia del patrimonio y los desalentadores resultados obtenidos a los acuerdos de París de 2015, sobre Cambio Climático, y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ODS (2015-2030), la cual es igualmente, una iniciativa impulsada por Naciones Unidas.
Resulta paradójico, que se declaren Áreas Naturales Protegidas, ANP, a nivel municipal, estatal, nacional, de conservación o bajo la figura de la Red Mundial de Reserva de la biósfera, (como ocurre con el patrimonio), cuando la vida está presente desde la infinita profundidad de los océanos a las capas altas de la atmósfera, al igual que las culturas humanas están presentes hasta en los confines más recónditos de la Tierra.
El planeta es uno, en él todo está interconectado, no fragmentado. No obstante, en nombre del desarrollo sostenible, se conciben estas áreas y reservas como territorios cuyo objetivo es ser: “…sitios destinados a conciliar la conservación de la biodiversidad y la actividad humana mediante el uso sostenible de los recursos naturales”, informa la Unesco (2019).
En Aguascalientes se cuenta con las siguientes ANP: Sierras Fría y El Laurel, Cerro del Muerto, la anexión de las áreas Juan Grande y La Ignominia, Bosque de Cobos, que son áreas ricas en biodiversidad vegetativa entre la que destacan bosques de encino o pino, mezquites, huizaches y hábitats de una gran variedad de especies que incluyen algunas endógenas (LJA, 2016).
Por lo que ante este panorama, desde la creación y organización artística y su salidas, la finalidad sería revelar en general, mediante el arte medioambiental, la situación por la que atraviesa el planeta y el lugar donde vivimos, mediante propuestas inclusivas socialmente, de beneficio colectivo, en el marco de un contexto que valora el patrimonio natural y cultural común a la humanidad, y que se dirige a un vasto público heterogéneo en cuanto estrato social, educativo, cultural o grupos etarios, para fomentar el gusto por el arte; experiencia que posibilita la apropiación de ese tipo de contenidos por medio del arte, jugando un rol significativo en la apreciación artística, así como en la dimensión cultural y natural entre la sociedad con posibilidad de incidir entre las nuevas generaciones, como he puntualizado en el artículo Un museo de Arte Medioambiental para la Plaza Mayor, publicado en este medio de comunicación.
A través del arte y sus exposiciones, es posible develar realidades, intervenir espacios y entornos, vincularlo a cuestiones y problemáticas socioambientales, ya que por medio de las obras artísticas es posible visibilizar, exponer y denunciar los riesgos que corre la naturaleza.
Ello abona a modificar nuestra forma de entender mediante el arte medioambiental y sus obras, la necesidad de un cambio de paradigma civilizatorio y de abrazar una ética que genere nuevos lazos emocionales ante esos problemas ambientales entre individuos y los grupos humanos, a partir del conocimiento de las realidades socioambientales y las secuelas de las actividades antrópicas, lo cual favorecerá establecer relaciones equilibradas y duraderas entre los seres humanos y la naturaleza.
Estos tópicos pueden ser abordados directamente o mediante la reelaboración de poéticas paisajísticas, en un encuentro del público con el arte en una experiencia cercana a la vida de las personas, para aportar al enriquecimiento cultural de la sociedad, que contribuya a incrementar la calidad de vida.
Ahora bien, el arte medioambiental principalmente era producido en los entornos naturales y escasamente promovido en los urbanos. Éste se ha realizado en lugares tan distantes como en selvas, bosques, desiertos, montañas y en los polos, por ejemplo, apartados del tránsito de las personas, por lo cual sería prácticamente imposible participar de él de manera presencial, ello propicia para la mayoría de las personas un acceso limitado en cuanto al consumo o la producción de esta forma de expresión artística.
Es aquí donde cabría formular la pregunta: ¿qué tan pública es una obra de arte a la que no se tiene acceso?, cuando una de las cualidades de este tipo de expresión se da en la socialización del hecho artístico, potenciando probablemente un mayor efecto cuando es en los entornos abiertos que son los propios donde la gente socializa, comparte sus experiencias y aspiraciones.
En Aguascalientes a nivel estatal, se cuenta con una importante infraestructura cultural a cargo de la institución pública rectora en la materia, como son una variedad de centros de enseñanza artística y de oficios, en un universo disciplinar que va de la educación no formal a la formal y hasta una universidad, museos, galerías, teatros, red de bibliotecas públicas y una significativa actividad orientada a la promoción de las artes y la cultura, y lo que es fundamental el compromiso de docentes y agentes culturales, muchos de ellos en la brega y formados en esa institución.
Por lo que se presenta como área de oportunidad, diseñar y dirigir políticas culturales y acciones, con objetivos y metas, referentes a la promoción del patrimonio natural y cultural, en su intersección interdisciplinar con el arte mediante un plan rector, que permita desde la base social en los entornos rural y urbano, a las comunidades, participar en procesos de conservación, restauración y revaloración de su herencia patrimonial, de la revalorización biocultural y del desarrollo humano, así como la modificación temporal o transitoria del lugar donde viven, además de la construcción de comunidad y una cultura de paz.
El arte medioambiental es educativo por su esencia, ello invita a mejorar la relación de los seres humanos con su entorno natural. Entre sus características encontramos lo efímero y la modificación armónica del paisaje sea en ciudades o en la naturaleza misma.
El arte del medioambiente por medio de la interpretación, informa sobre los ciclos vitales de la naturaleza, sus elementos y fenómenos naturales; a su vez, permite relacionarnos de manera activa mediante la producción artística y la experiencia estética, ante la acentuada degradación del medio ambiente como se ha señalado, de que es objeto en la actualidad.
Definir y delimitar las nociones, aspectos teóricos y conceptuales del patrimonio cultural y natural son de gran apoyo, ya que ofrecen planteamientos relacionados con la educación y las políticas para las buenas prácticas del aprovechamiento de los recursos naturales, a revisar y reorientar, por las instituciones tanto privadas como públicas o civiles a nivel local y global.
Por lo anterior valen como herramienta de interpretación y comunicación sobre los sitios o lugares de importancia patrimonial histórica, natural o urbana, que posea una región o un país en tanto a su valor para la ciencia, la conservación o por sus atributos estéticos, como medio de vida que va reconociendo en ese patrimonio material e inmaterial propiedades del ser y de identidad que van configurando un sentido de pertenencia y que da cohesión a los grupos humanos, para que en los espacios donde habitan, se tornen inclusivos y sostenibles, por lo que favorece la capacidad de recuperarlos para que éstos sean más seguros para la vida presente y futura.
Lucie Sauvé sostiene la tesis sobre la importancia de la forma en cómo nos relacionamos con el medio ambiente, de lo que depende que una visión del mundo sea amplia o estrecha, pues se trata de una realidad culturalmente construida por lo que propone explorar sus distintas grafías desde: “…el medio ambiente entendido como la naturaleza (que apreciar, que preservar), el medio ambiente abordado como recurso (por administrar, por compartir), el medio ambiente visto como problema (por prevenir, por resolver), el medio ambiente como sistema (por comprender, para tomar mejores decisiones), el medio ambiente como contexto (tejido de elementos espacio-temporales entrelazados, trama de emergencia y de significación; por destacar), el medio ambiente como medio de vida (por conocer, por arreglar), el medio ambiente entendido como territorio (lugar de pertenencia y de identidad cultural), el medio ambiente abordado como paisaje (por recorrer, por interpretar), el medio ambiente como biosfera (dónde vivir juntos a largo plazo), el medio ambiente entendido como proyecto comunitario (dónde comprometerse)”. Conjunto de relaciones que se imbrican de manera sistémica que de no darse “…respondería a una visión reducida de la relación con el mundo”.
El arte podría considerar en su metodología estas grafías, para sensibilizar y mejorar la relación con el entorno, considerando conceptos del desarrollo sostenible en la conciencia del empoderamiento de los grupos humanos a favor del buen vivir que persigue un desarrollo superior; e igualmente, como medio para la socialización del arte, la producción, la educación, el goce estético, la creación de poéticas paisajísticas y como espejo de nuestro ser y hacer culturales, que los considera y respeta, al igual que a la naturaleza como proveedora de los medios de creación.
Es ahí, donde el arte para la vida, se torna un vehículo que permite vincular a la sociedad entre comunidad, patrimonio, memoria y educación que llama a la reflexión, a la inclusión, al goce estético y a la acción.