Beatriz Pereyra
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- La boxeadora mexicana Jeanette Zacarías Zapata falleció el jueves 2 de septiembre, cinco días después de ingresar a la unidad de cuidados intensivos del hospital Sagrado Corazón, en Montreal, donde peleó el sábado 28 de agosto y perdió por nocaut técnico ante la canadiense Marie-Pier Houle en el cuarto round.
Las imágenes son demoledoras. Casi al final de ese episodio se ve a Houle castigando a Zacarías con una combinación de golpes en una de las esquinas del ring. Cuando suena la campana, el réferi se acerca a revisarla y casi de inmediato decreta el fin del combate. Mientras Houle celebra su triunfo, a la mexicana se le doblan las piernas y con el cuerpo encorvado convulsiona unos instantes de pie, recargada en los brazos de un hombre que la sostiene. Su brazo derecho se mueve, enganchado en una de las cuerdas.
La atención médica no tardó en llegar. Jeanette Zacarías, de 18 años, fue trasladada de inmediato al hospital para ser atendida. En su casa, en la ciudad de Aguascalientes, su familia había visto el combate a través de una página de Facebook y ya se tronaban los dedos por la angustia, sobre todo su padre, Esteban Zacarías, quien la ha acompañado a todas sus peleas como amateur y como profesional. En esta ocasión no pudo viajar porque su pasaporte está vencido y no hay citas para renovarlo.
En entrevista con Proceso el 31 de agosto, Esteban Zacarías narró que entró en pánico desde que vio el estado de su hija. No pegó el ojo en toda la noche y a las cuatro de la madrugada recibió una llamada telefónica de Jovanni Flores Martínez, Josesito, un boxeador y compañero de gimnasio de Jeanette que viajó para cuidarla y asistirla en su esquina.
Josesito puso en la línea a los médicos, quienes a través de una intérprete solicitaron autorización para operarla de inmediato y así drenar la sangre que tenía en el cerebro, pues su vida estaba en riesgo.
“Les dije que no. ‘Denle tiempo, no pueden operarla así porque corre más riesgo’. Le dije a un doctor: ‘Dale un par de horas. Ella es fuerte, yo sé que va a reaccionar. Va a mandar un mensaje de que no la operes’. El médico me dijo que le daría una hora, con la advertencia: ‘Si no reacciona tienes que tomar la decisión porque si no tú vas a ser el causante de su muerte’. Le dije: ‘No me digas eso. Dale tiempo, va a reaccionar’.
“La mañana del domingo Josesito se comunicó otra vez y dio las buenas nuevas: los médicos estaban impresionados porque tuvo una evolución, gracias a eso ya no la iban a operar. El lunes (30 de agosto) me dijeron que era cuestión de tiempo que le bajara la inflamación de la cabeza”, detalla Esteban Zacarías.
El miércoles 1, en una videoconferencia, los neurólogos del hospital se reunieron con la familia Zacarías Zavala y con el entrenador Luis Alberto Cruz. Les informaron que Jeanette estaba grave, pero estable en un coma inducido. El pronóstico era reservado. Les pidieron tener paciencia, pues los primeros cinco días son fundamentales para poder dar un pronóstico más certero. Había esperanza de que se recuperara.
“A grandes rasgos explicaron que el problema era la presión arterial de Jeanette que sube y baja mucho. Nos dijeron que está sedada porque tiene un respirador porque cuando su presión es muy baja no puede respirar por ella misma, están esperando que se desinflame su cerebro. Pero hay varias posibilidades: que se despierte como si nada, se ponga los zapatos y se regrese; la segunda es que despierte en 10 o 20 años y la tercera es que su cerebro muera por las altas y bajas de su presión. Sólo queda esperar”, explicó el entrenador Cruz en entrevista la noche de ese mismo miércoles.
Desde que conoció la gravedad del estado de salud de su hija, Esteban Zacarías y Luis Alberto Cruz buscaron por todos los medios tramitar un pasaporte para el papá de Jeanette. Su presencia era urgente. Se quedaron esperando la ayuda. La oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Zacatecas le dio la opción de dárselo en cinco días. Fue demasiado tarde para ver a su hija con vida.
Una pelea de riesgo
Jeanette Zacarías Zapata comenzó en el boxeo cuando tenía 11 años. En su natal Aguascalientes, de la mano de su papá llegó al gimnasio Round 4, del entrenador Luis Alberto Cruz, con la simple finalidad de aprender a defenderse. El bullying escolar que sufrió en la secundaria terminó el día que le puso un estate quieto a un chamaco que la molestaba aventándole papel mojado hecho bola en la cabeza. Con una trompada tuvo para dejarla en paz.
Desde que conoció el boxeo, Zacarías empezó a escuchar que era muy buena para este deporte, que tenía una pegada brutal, inteligencia para aprender las combinaciones de golpes y movimientos muy rápidos. Los entrenadores le tenían admiración y respeto. Ello alimentó la decisión de Jeanette: sería boxeadora profesional.
Tanto se aferró que cuando le faltaba un año para terminar la prepa se salió de la escuela. Ella pensaba en ser como la tijuanense Jackie Nava, Muhammad Alí o Mike Tyson, pugilistas a quienes admiraba.
Luis Alberto Cruz, conocido en el boxeo mexicano como El Espontáneo, asegura que Jeanette hizo cerca de 30 peleas como amateur antes de debutar como profesional el 27 de enero de 2018 ante Fernanda Camarillo, a quien derrotó por decisión unánime en la categoría de los pesos welter (147 libras, hasta 66.6 kilos).
Ya como profesional, ese 2018 hizo tres peleas más. Ganó una y perdió dos, la más significativa ante Alma Ibarra, en la arena José Sulaimán de Monterrey, donde entre un round y otro el réferi detuvo la pelea e impidió que Jeanette siguiera boxeando. Eso ocurrió el 9 de noviembre.
Dos años y medio después volvió a subir a un ring para enfrentar a la superwelter regiomontana Cinthya La Canelita Lozano. La pelea, que se celebró el 14 de mayo último, terminó en un nocaut con imágenes dramáticas de Jeanette sentada en un banco encima del ring, sintiéndose muy mal.
No había paramédicos ni ambulancia en la función que tuvo lugar en la Arena Coliseo de Reynosa, así que Esteban Zacarías, El Espontáneo y su second la subieron a la camioneta y comenzaron un periplo por la ciudad para conseguir un hospital a media noche.
“Le hicieron una tomografía y los médicos se exaltaron. Me dijeron: ‘Es que tenemos que operarla a la voz de ya, necesitamos autorización; la niña tiene que ser intubada y tiene un derrame’. Le dije: ‘No quiero que me la intubes ni la operes ni le hagas nada, dale tiempo’. Ese día estuvo más brutal porque la traíamos en una camioneta entre las calles pa’rriba y pa’bajo, ella se vomitó mucho, perdió la noción, iba inconsciente.
“Yo le hablaba y no la dejaba que cerrara los ojos. Llegando al hospital se desvaneció por completo. Le dije al doctor: ‘No me le hagas nada de eso, dale tiempo para que reaccione’, y me peleé con él. En dos horas despertó, le dieron medicina para desinflamar y para el dolor y me la traje a Aguascalientes.
“Le dije al médico: ‘Como no tengo dinero para un traslado que me costaba 38 mil pesos, venimos en una camioneta y me la voy a llevar así’. ‘Pues si así lo quieres, adelante’, me dijo. En el transcurso del viaje tomó suerito, agua, comió poquito; llegamos con bien. Ella se bajó de la camioneta y de pie, caminando, hablando, jugando con los perritos que tenemos en la casa.”
Después de eso, de nada sirvieron los ruegos de su papá ni los de su mamá. Tampoco los del entrenador. Jeanette Zacarías apenas se sintió bien defendió con uñas y dientes lo que ella llamaba su carrera.
“Hablé con ella y le dije: ‘Mira, se acabó. Ya no quiero que pelees más, déjalo así. Y ella me respondió, enojada: ‘No, esto no se va a quedar así. Quiero la revancha con esa muchacha’. Ella traía mucho coraje. De hecho, ella me dijo muchas veces: ‘Esta carrera yo la escogí y si muero en este intento boxeando así voy a morir, pero amo mi trabajo y tienen que respetar mi decisión’.”
El Espontáneo confirma las palabras de Esteban Zacarías: “Eso se lo comentó delante de mí y también le dije: ‘Oye, mi’ja, vamos dejando el boxeo, esto ya no va. Y ella aferrada con que ‘yo tengo que pelear y si la Comisión Médica me dice que estoy apta, usted no es nadie ni mi papá para impedirme boxear’. Fueron sus palabras. Ante eso yo no pude hacer nada. Cuando era menor de edad, el papá tenía que firmar los permisos; ya con 18 años, puede hacer lo que le venga en gana”.
El entrenador Cruz asegura que el martes 18 de mayo se presentó ante el médico de la Comisión de Boxeo de Aguascalientes, Juan Carlos Sánchez Vázquez, quien revisó la tomografía que el sábado anterior le hicieron en el hospital Santander a Jeanette. Le dio seguimiento a su caso, la mandó a reposar y pidió que retomara la práctica del ejercicio de manera paulatina.
También les subrayó que antes de que volviera a pelear deberían realizarle otra tomografía, pues sólo así él expediría la salida médica con la cual, a su vez, el presidente de la comisión Christian Garduño Ortiz firmaría el permiso de salida.
En tanto, llegó la invitación del promotor Yvone Michel de GYM Promotions para que Zacarías peleara seis rounds de dos minutos el 28 de agosto ante Marie-Piere Houle en el IGA Stadium de Montreal. Jeanette aceptó la pelea y se puso a entrenar.
El 21 de junio firmó el contrato por mil 500 dólares canadienses (23 mil 850 pesos), un boleto de avión de ida y vuelta, 50 dólares de viáticos diarios y el pago de hospedaje durante 10 días.
Era la última pelea
La mañana del 28 de agosto Esteban Zacarías se mensajeó con su hija para saber cómo estaba. Unas horas antes de la pelea le llamó por teléfono para decirle que si sentía que la muchacha canadiense le tiraba golpes muy fuertes se dejara caer o pidiera que pararan el combate. “Esto es por tu seguridad, porque no quiero que te pase nada. Me contestó que se sentía capaz de aguantarle los seis rounds”.
Mientras esperaba noticias de los médicos, Esteban ya estaba firme con la idea de que la del sábado iba ser la última pelea de Jeanette. Le dijo a esta reportera que él y su esposa le iban a decir que dejara el boxeo en paz y regresara a estudiar.
“Muchas veces los golpes nos dejan traumados. Yo también boxeo y en lugar de retirarnos queremos más golpes. Tengo miedo de que ella sienta eso y quiera seguir, porque ya no quiero que le hagan más daño. Pero ella es la que va a decidir si ya entendió o no. Quiero que se retire de ese deporte porque lo único que nos ha dejado es puras mortificaciones. Es muy bonito porque conoce uno a muchas personas famosas, pero cuando pasa esto es muy desagradable. Uno no se puede ni siquiera comer un taco a gusto”.