“La patria es el origen, es el presente y también es el destino”.
Estimado lector de LJA.MX, nuevamente le saludo como cada semana, no podía dejar pasar esta ocasión para pensar y escribir un discurso en alusión a la patria, las fechas son propias para la reflexión.
La patria es espíritu, ello dice que el ser de patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan.
La visión de Hidalgo, Aldama y Allende gestaba la prominente esperanza de una patria libre, de un lugar donde las personas son dueños de sus sueños y merecedores del futuro. En la calle ratas en la actual Ciudad de México, los padres de la patria anhelaban lo que todo hombre libre puede desear, el despertar.
Entendían perfectamente que a la patria se le sirve con hechos y se le enamora con palabras, la patria no solo se debe merecer, la patria se debe construir y preservar, aún por encima de la mirada puesta en el horizonte, porque el hombre es sombra, pero la patria es destino, es tiempo, es historia, es el símbolo de la libertad.
Toda independencia es libre por convicción, toda dependencia es deleznable por condición, la educación es la espada que rompe las cadenas de la esclavitud, cuando existe una sociedad educada se puede aspirar a la libertad, cuando es impregnada de ignorancia se desciende a la servidumbre, ser independiente es poner la mirada en el sol, y lanzar flechas, nuestra patria y su contexto histórico debe arrancar las raíces de ese dolor innecesario llamado temor.
Que la insurgencia de Vicente Guerrero siempre sea la reminiscencia de la valentía, tal cual la bandera Trigarante dimanó la fortaleza necesaria para la inspiración, tal cual debe de ser el compromiso por una patria que forje a hombres y mujeres de bien, ensalzados en la victoria y en el honor.
La independencia de nuestro México es letra al calce de la grandeza que tenemos como sociedad, la revolución de los espíritus es adiestrada por los hombres de honor que trazan balaustres en la historia del tiempo, ninguna independencia ha sido gestada por tibios, pues como decía el poeta Dante “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para las personas que en tiempos de crisis moral permanecieron neutrales”. La independencia de México adujo la definición y el carácter de aquellos que estaban dispuestos a morir por ver el sol en septentrión y poder gritar con el último suspiro, ¡Viva México!.
El que de pequeño respeta a la bandera, sabrá defenderla cuando sea mayor, quien es instruido bajo la bandera y su juramento, entenderá que la patria es primero, sabrá que es el lugar que ocupamos en la vida y la tierra que el cielo nos ha legado.
La patria es forjada por valientes y no por cobardes, la patria está cimentada por la sangre y por las ideas de los arquitectos, y jamás derribada por los detractores, la patria debe ser conservada por nuestros hijos, y jamás amenazada por los soldados del mundo.
El arqueómetro de nuestra patria extiende la reseña de un águila que aún no emprende su vuelo, también refiere que está postrada en un lecho de dolor, dolor evitable que vive el mexicano, en tanto que el arqueómetro sobrepone a un águila que no vuela pero que si devora al conocimiento en la alegoría de la serpiente, la fecha no claudica, la fecha impone respeto y esperanza en el latido de cada hijo de esta patria, para que en su sueño más loable añore el vuelo de esa águila, como si fuera real, que extienda sus alas y que esté cerca del astro sol, pues ahí es donde debe estar el destino de la nación mexicana, es menester luchar para que los ojos de las próximas generaciones sean los herederos de la verdadera gloria.
La patria siempre debe ser la expresión de la libertad, jamás de la imposición, la patria debe ser la conquista de la igualdad y de la fraternidad, que las campanas de la victoria nunca dejen de sonar, que el himno de esta gran nación proclame el futuro.
Que nuestro amor a la patria nunca se extinga, aun cuando estemos muertos, que nunca se extinga, porque ese amor será la columna que brille en el eterno oriente. Entonces desde el más allá podremos gritar con todas las fuerzas de nuestro corazón, ¡VIVA MÉXICO, LARGA VIDA A LA PATRIA!.
In silentio mei verba, la palabra es poder.