Kana hi naj kutz, kutz ehy ja
Devla, mi dzav te mange an for?
Jek bar? Kalashnikov…
Kalashnikov – Goran Bregović
La imagen es aterradora. Sucedió en la televisión afgana. Un presentador de noticias entrevista a un general talibán. Hablan sobre la transición de la República Islámica de Afganistán, al Emirato Islámico de Afganistán. Durante la entrevista, el presentador pide a la población de ese país no tener miedo, mientras dos soldados muyahidines que portan fusiles de asalto custodian la entrevista.
Esta imagen de video fue rescatada y difundida en Twitter por la periodista y activista iraní, Masih Alinejad. En su publicación añade: “Esto es surreal. Militantes del Talibán posan armados detrás de este presentador de televisión visiblemente petrificado y haciéndolo decir que el pueblo de #Afganistán no debería tener miedo del Emirato Islámico”. El video puede consultarse en el enlace:
https://twitter.com/AlinejadMasih/status/1432043625542819842
Un emirato es un tipo de régimen político más cercano a la monarquía que a la república. Como su nombre lo indica, el poder recae sobre un Emir, un gobernante que no sólo ostenta el mando político, sino también el religioso. Es decir, el emirato no sólo está más lejos de la república, sino también más cerca de la teocracia.
La teocracia es el gobierno que ejerce el poder a partir de estamentos religiosos, mediante un sistema institucional que impone a una fe en particular como la única permitida, y que excluye y proscribe cualquier otra creencia, no sólo en el ámbito de lo privado, sino sobre todo en lo público: la ley, las magistraturas, y los actos de gobierno.
Así, en las teocracias, el grupo que detenta el poder lo hace por la legitimidad (artificial o real) que le da el representar en la tierra el mensaje de algún dios, de algún profeta divino, o por ser el depositario de algún libro, linaje, o canon sagrado. En el caso del Emir, éste gobierna el emirato como representante del islam.
Mientras que, en las repúblicas democráticas, la ley, las magistraturas, y los actos administrativos del gobierno son poderes separados, sujetos a procesos ciudadanos y de representación política basados en balances y contrapesos; en el emirato, el Emir concentra los poderes del Estado, en su carácter de “Príncipe de los Creyentes”. Así, al poder del Estado se suma el poder religioso.
Con la salida de las tropas norteamericanas de Afganistán, y el nuevo ascenso al poder de los talibanes, cayó la República Islámica de Afganistán, y emergió el Emirato Islámico de Afganistán. Es decir, pasó de tener un ejercicio del poder civil al ejercicio del poder basado en las creencias religiosas, y se sumaría a la federación de Emiratos Árabes Unidos.
Esto abre la puerta al fortalecimiento de organizaciones como ISIS, el Estado Islámico, o como lo fue Al Qaeda, organizaciones cuya finalidad es la expansión de una creencia religiosa por todos los medios posibles, incluyendo la guerra y la violencia política. Esto es, a todas luces, un retroceso global. Cualquier gobierno que ejerza el poder basándose en la fe, debe combatirse.
En consonancia. No sólo el talibán, o el Estado Islámico, o Al Qaeda, representan la intolerancia y la imposición religiosa. Muchas otras expresiones de fe han transgredido la línea que separa lo público de lo privado. Muchas de estas expresiones de fe han compartido con el islam algunas taras en temas referentes a los derechos humanos. Éstas también deben combatirse.
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