Para Ryszard Kapuściński los cinco sentidos del periodista son: “estar, ver, oír, compartir y pensar”, con tristeza, pero sobre todo con mucha pena ajena, veo cómo en Aguascalientes cada vez menos se brinda a los profesionales de la información la oportunidad de ejercer el oficio y se beneficia a quienes se sirven del rumor y la especulación.
El autor de Los cínicos no sirven para este oficio siempre resaltó que “los reporteros significan un grupo especial entre los periodistas: entregan tiempo, ambiciones, aspiraciones y energía para cumplir con su oficio. Dedicación, concentración y reflexión permanentes constituyen su savia”, y no dejaba de advertir los riesgos de desviarse de esas tareas, “algunos se duermen en sus laureles por enfocarse más en el dinero a costa de la calidad. En ese sentido conviene señalar que en los primeros pasos reporteriles es preferible centrar las miras en la calidad aunque no pueda ganarse mucha plata. Simultáneamente no se logran ambas cosas. Si al inicio se elige ganar menos, al final el periodista sale ganador. Porque nuestro oficio no arroja resultados inmediatos. Hay que trabajar años y años. Antes de los 30 o 35 todo es aprendizaje. No hay que desesperarse por ganar reconocimientos. La paciencia debe ser una de nuestras virtudes”.
Esa paciencia que refiere Ryszard Kapuściński no se logra en las condiciones que impone la clase política en Aguascalientes, ante la lucha por el poder político de la clase dirigente, los avariciosos han decidido transformar su relación con la prensa a un mero dictado de malas intenciones y, el público, ávido de escándalos, prefiere darle relevancia a las insinuaciones antes que a los hechos.
Estoy convencido de que en Aguascalientes se puede hacer periodismo y que hay profesionales que lo dejan todo en intentarlo, la mayoría de ellos jóvenes que no temen arriesgarse con tal de informar, sin embargo, son los menos, porque a quienes se disputan los cargos públicos no les interesa informar a la sociedad, son incapaces de sintetizar sus ideas de gobierno y prefieren las notas de relumbrón, las fotografías que los muestran como lo que aspiran a ser, antes de lo que podrían proponer.
La clase política en Aguascalientes corrompe sin ninguna vergüenza, antes de transparentar la relación entre los medios y los gobiernos, hacer públicos los contratos de publicidad y apoyar a que esos vínculos queden claros para todos, optan por el encuentro en lo oscurito, aludir a la amistad, comprar criterios antes que espacio o publicidad, generan vínculos de confianza mediante el otorgamiento de prebendas, con la promesa de un cargo y, los débiles, ante un mercado laboral deprimido, con malos salarios y pésimas condiciones laborales, caen, se dejan amigar, cuando en verdad se transforman en sirvientes de los políticos.
La servidumbre consiste en dejarse manipular, servir como canal para difundir los rumores con que se intenta desprestigiar al del grupo político contrario, el reportero que se vende, el columnista que se deja llevar por sus filias pagadas, deja de considerar para quién trabaja y, sin pena, difunde mentiras, información sin verificar, levantan un escándalo instantáneo sin importarles otra cosa que no sea quedar bien con su dueño, con el que paga.
No se trata de la simple difusión de boletines o comunicados llenos de adjetivos y loas, es un caso más peligroso, disfrazar de investigación un enjambre de rumores, confundir la queja con denuncia, insistir en la sospecha. Los sirvientes no sienten la menor obligación con la verificación de los hechos y aprovechan lo que se dice en redes sociales para responsabilizar a la masa anónima digital, esas son sus fuentes, un tuit, una publicación en Facebook, algo que vieron en Instagram… como si por el simple hecho de estar en redes fuera real.
Connivencia es una manera de llamar a los lazos de complicidad entre los cómplices de una falta, entre el politiquillo que paga por difundir un rumor y el sirviente que pone su pluma al servicio de ese interés y la paga, antes que en responder al público. Pena ajena, ese es el sentimiento que me embarga por el bajo nivel de profesionalismo entre esos que se llaman columnistas o reporteros.
Coda. En múltiples escritos el periodista Kapuściński señalaba la labor central del reportero en la interpretación de la visión de los otros, que la fuente principal del conocimiento es aquello que cuenta la gente y la forma en que opina sobre los asuntos, pero que esas voces tenían que ser interpretados por quien escribe, consideraba que debía involucrarse “en la vida de la gente para entenderla”, reitero: estar, ver, oír, compartir y pensar, en esto último estamos fallando.
@aldan