París, Francia, 16 de septiembre de 2021. El ministro de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, es cuestionado sobre la repercusión que tiene para su país la constitución de la alianza militar entre Australia, los Estados Unidos y el Reino Unido (Aukus, por sus siglas en inglés). El fino galo responde con una crudeza pocas veces vista en el mundo de la diplomacia: “Es realmente una puñalada trapera”.
La escena arriba descrita sirve como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar la génesis del Aukus y por qué marca un punto de inflexión en la geopolítica del siglo XXI.
En marzo de 2021, una delegación de la Marina Real australiana visitó a sus pares británicos y solicitó ayuda para adquirir submarinos impulsados por energía nuclear. La petición fue recibida con beneplácito por Londres, porque encaja en su estrategia post-Brexit, la cual implica canalizar las aspiraciones geopolíticas británicas allende Europa.
Como muestra de su compromiso con los Estados Unidos, en mayo del año en curso, un grupo aeronaval británico, formado alrededor del portaaviones HMS Queen Elizabeth, zarpó, acompañado por activos y efectivos provenientes de la Unión Americana y de los Países Bajos, con el objetivo de mostrar la bandera en el Mediterráneo Oriental, el Océano Índico y, controversialmente, en el Mar de la China Meridional.
Mientras el HMS Queen Elizabeth ponía proa rumbo al Océano Índico, los líderes de Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos, Scott Morrison, Boris Johnson y Joe Biden, respectivamente, se reunieron, en el marco de la Cumbre del G-7, en Cornualles, Inglaterra. Los jefes de Gobierno de los países anglófonos mantuvieron sus conversaciones en secreto porque el presidente de Francia, Emmanuel Macron, también asistía al cónclave.
En agosto de 2021, ocurrió la humillante retirada estadounidense de Afganistán, la cual tuvo dos consecuencias: primero, los norteamericanos cedieron a los chinos y rusos la iniciativa en Asia Central y el Medio Oriente; segundo, privó a la Unión Americana de un puesto de avanzada desde donde podía monitorear a sus principales rivales geopolíticos: China, Irán y Rusia.
Espoleados por la debacle castrense en Afganistán, los contactos entre los australianos, británicos y estadounidenses se intensificaron y se tomó la decisión final de anunciar, el 15 de septiembre, el Aukus, cuyo objetivo primordial es proporcionar la tecnología britano-estadounidense para que los australianos puedan construir sumergibles impulsados por energía nuclear.
La noticia cayó como un balde de agua fría en Francia: Emmanuel Macron se sintió traicionado porque París había signado un acuerdo, en 2016, con Australia para construir submarinos convencionales. Los franceses sintieron que ser el más antiguo aliado de los estadounidenses poco o nada importaba actualmente.
Francia es una potencia en el Océano Índico porque posee una zona económica exclusiva de 2,650,013 kilómetros cuadrados. Además, tiene desplegados 1,900 efectivos en las ínsulas de Mayotte y Reunión y 1,350 efectivos castrenses en Yibuti, país ubicado en el Cuerno de África.
Macron aprendió dos duras lecciones: primero, Joe Biden, al igual que su predecesor Donald Trump, no es de fiar; segundo, Europa, bajo la égida de Francia, debe organizarse para defender sus intereses en el orbe.
Por su parte, China, principal país amenazado por el Aukus, califica a la coalición bélica como “extremadamente irresponsable” y como un paso que “socava seriamente la estabilidad y paz regionales e intensifica la carrera armamentista”. Por último, Beijing acusa a los países signatarios de “tener una mentalidad de la Guerra Fría y de prejuicio ideológico”.
Así mismo, los estrategas rusos consideran que los futuros submarinos australianos tendrán la capacidad de amenazar sus bases en Siberia y en el Lejano Oriente. Por lo tanto, Moscú mantendrá una vigilancia cercana sobre las actividades militares de Australia y el potencial despliegue de más efectivos británicos y estadounidenses en la zona.
El escribano concluye: en el plano geopolítico, Aukus significa un punto de inflexión porque, tras la derrota en Afganistán, los estadounidenses necesitaban recuperar la iniciativa en los océanos Índico y Pacífico para, de esta manera, prepararse para enfrentar a los chinos y los rusos; desde la perspectiva militar, la posibilidad de que China decida que el único medio viable de recuperar Taiwán sea “a través de medios armados”, lo cual aumenta la eventualidad de un choque militar entre los Estados Unidos y China.
Aide-Mémoire. – En una declaración que pareciera salida del guión de House of Cards, el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, general Mark Milley, aseguró que Donald Trump jamás tuvo la intención de atacar a China.
Bibliografía consultada
Bacevich, Andrew J. Americas’ War for the Greater Middle East: A Military History. New York, Random House, 2016
Hockey: Aukus a “gamechanger” against China, Russia´s increasing capabilities https://www.skynews.com.au/australia-news/defence-and-foreign-affairs/hockey-Aukus-a-gamechanger-against-china-russias-increasing-capabilities/video/b3e6af09203e4d47d76be02f8b1037dd
US, China edging closer to war: Ex-MI6 operative 24/09/2021 https://asiatimes.com/2021/09/us-china-edging-closer-to-war-ex-mi6-operative/