Toda utopía termina convirtiéndose en distopía/ Entrevista a Mauricio Neblina sobre La marca del mexicano - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Una novela en la que a través de dos misterios de violencia y sexo fortuito nos comparte cuestionamientos sorpresivos que serían digerir sin una ligera dosis de humor

Javier Moro Hernández

 

La Marca del mexicano es la primera novela del escritor mexicano Mauricio Neblina (Estado de México, 1993), publicada por Ediciones Periféricas. Una novela en la que “a través de dos misterios de violencia y sexo fortuito nos comparte cuestionamientos sorpresivos que serían digerir sin una ligera dosis de humor” como escribe el escritor Oswaldo Buendía Galicia en la contraportada de esta novela que busca, a partir de la mezcla del género negro con un toque de ciencia ficción, presentar una sátira cruel, cruda, de la realidad trágica de un país dominado por la corrupción y la violencia.

La Marca del mexicano de Mauricio Neblina es un gozoso estreno en las letras mexicanas de este joven autor, que construye una novela dividida en dos universos que funcionan como espejos; San Bartolo’s Bar y Los Imperfectos, son los dos grandes capítulos en los cuáles se encuentra dividida esta novela. En la primera parte, seremos testigos de la llegada del nuevo jefe de la policía de San Bartolo, pequeño pueblo, como hay muchos en la geografía nacional, dominado por la delincuencia organizada, que hace y deshace a su antojo, cobijada por las altas esferas del poder político y económico. El comandante Valladares, joven policía que acepta este trabajo a pesar de que conoce las implicaciones de violencia, de riesgo, que conlleva ser el agente del orden público de un pueblo abandonado a su suerte.

La segunda parte de La marca del mexicano está dominada por la figura del detective privado, Artur, un personaje que se siente más cómodo en la oscuridad de un bar de mala muerte, pero que recibirá la solicitud de ayuda de Valladares que ha quedado en medio de una disputa de poder y por lo tanto ha terminado por convertirse en el brazo armado de la delincuencia política.

La marca del mexicano es una novela que nos deja claro que nuestro país se encuentra sometido a los designios de los corruptos, de los poderosos, que se mezclan entre nosotros para observarnos, controlarnos y reprimirnos. Una novela que podríamos decir es un llamado de atención de la podredumbre que carcome el cuerpo social mexicano. Pero este llamado de atención es hecho a través de una narración intensa, de capítulos cortos, que buscan dar un golpe al lector, para que abra los ojos, para que contemple la decadencia de una sociedad que, como la mexicana, se solaza en su hedonismo y en su corrupción.

Conversamos con Mauricio Neblina, quien con La Marca del mexicano se estrena como autor de novela negra y esto nos comentó sobre el origen de su novela: “La novela surge cuando yo estaba en la universidad y tenía una visión de la vida más inocente, pero cuando me di cuenta de que la vida era más complicada, que fue justamente en las elecciones de 2012, cuando iba a entrar Peña Nieto, porque fue un momento en el que tuve un momento de profunda reflexión, de aprendizaje, de abrir los ojos y darme cuenta de la podredumbre que es el mundo político, la podredumbre del mundo en el que vivimos. Digamos que mi punto de vista se volvió bastante pesimista. Es ahí en donde empieza a germinar el mundo de La marca del mexicano. Ahí surge la semilla, pero el proceso de escritura de la novela llevaría bastante tiempo”.

Javier Moro Hernández (JMH): Uno de los temas que encontramos en La marca del mexicano es el de la corrupción del sistema político-judicial de nuestro país, de nuestras instituciones. Lo que se muestra en tu novela es que las instituciones que fueron creadas para protegernos en realidad no funcionan.


Mauricio Neblina (MN): Lo que quise hacer es señalar a todas estas instancias de justicia que están coludidas para apretar y ahorcar a una sociedad que, de por sí, nunca va a alcanzar una libertad plena, que para mí es una utopía. Creo que el ser humano, aunque esté persiguiendo constantemente la libertad, porque hay gente que sí puede encontrar un mundo mejor. Desde mi óptica este mundo no se va a alcanzar. Y además hay mucha gente que ni siquiera piensa en la libertad como una utopía, vive tranquila cumpliendo con sus labores y ya. Sin embargo, lo que vale la pena el intento, simplemente el intento de alcanzar la libertad. Justo todas estas instituciones sirven para ahorcarnos, para apretarnos, sesgando nuestro punto de vista. La pandemia es un ejemplo de ello, porque se nos restringieron los movimientos, por salud pública, pero eso nos habla también de una libertad cada vez más coartada, y que ahora estará mucho más.

JMH: En La Marca del mexicano lo que podemos ver es la creación de un micro universo en donde caben todos, o muchos de los males, de nuestro país. Trasladas a través de la literatura los problemas de la inseguridad y de la violencia.

MN: Leonardo Da Jandra mencionó una vez que lo general se representa a partir de lo particular, y esto es algo que quise hacer, justamente representar, concentrar los problemas de un país, a partir de una situación en el pueblo de San Bartolomé. Por otro lado, guarde las referencias de crear un universo particular, y en ese sentido, hay muchas referencias literarias, a mí me interesó, guardando por supuesto todas las proporciones, el Macondo de García Márquez y Comala de Juan Rulfo. Pero en mi caso, el pueblo que da sustento a San Bartolomé existe, por supuesto la ficción me permite hacer cambios, transformarle ciertas características que le funcionaban a la historia, pero ese pueblo si existe y es el pueblo en donde nació y creció mi madre, De niño lo visité muchas veces, tengo recuerdos de él. Incluso Juan Pablo y Mauricio representan a algunos de mis primos lejanos que yo conocí en aquella época en donde lo visitaba.

JMH: Hay otro elemento político que es el tema de la impunidad, porque tantos los delincuentes puros como los delincuentes que traen charola se saben impunes, saben que no habrá castigo para sus atropellos.

MN: Puedo pensar en el caso de Salvador Cienfuegos como un claro ejemplo de impunidad en el país, por ejemplo, pues ya salió libre, lo exoneraron de sus delitos. Por supuesto, esos criminales de cuello blanco, y muchos de sus coludidos, como en el caso de la novela, en donde tenemos al personaje de El muñeco, que es el último eslabón de la cadena criminal, hasta él sabe que no le va a pasar nada, sabe que el que a pesar de todas las tropelías y crímenes que pueda cometer por órdenes de sus jefes y para beneficiar a sus jefes, no le va a pasar nada, porque los que cometen crímenes en México tienen ciertos beneficios. Por eso es justo toda esta impunidad que existe otra de las partes que nos debería molestar como sociedad. Porque tenemos gente que explota, que hace tratos sucios y los que pagamos las consecuencias, los que terminamos jodidos, somos nosotros, los ciudadanos. Sin embargo, hay que decir, que también nosotros hemos caído en esa impunidad, porque vivimos en ese sistema de corrupción e impunidad, nosotros también nos hemos aprovechado de ese sistema, también vivimos bajo ese sistema impune creyendo que no nos va a pasar nada, no vamos a tener consecuencias legales de nuestros actos de corrupción. Ese es el mundo en el que vivimos y es el mundo que quise señalar en la novela, para que pueda causar una reflexión en los lectores.

JMH: La creación de un policía como Valladares me pareció interesante, porque él sabe en qué mundo vive, lo conoce, pero se mantiene en la línea de cumplir con su labor. No es un policía ejemplar, solo es una persona que quiere cumplir con la labor para la cual lo contrataron.

MN: En la literatura mexicana negra no podemos crear policías ejemplares, un Sherlock Holmes o algo por el estilo. Tenemos que crear personajes policíacos completamente mexicanos, algo que podamos reconocer en la esquina manejando el tráfico, el policía que da rondines en las colonias. Estos policías son similares a Valladares, porque saben que viven en un sistema como el nuestro, que viven en un país con características buenas y malas, y que se pueden tomar ventajas de esas mismas características. Por otro lado, creo que viene representar de cierta manera ciertas características mías, podría considerarlo un alter-ego, en el sentido de que es un tipo que se deja llevar por la vida, por el mundo, hace las cosas de su trabajo a medias, porque sabe que cumpliendo ya está del otro lado, y lo que quiere es gratificación, un poco de placer, vivir en el hedonismo, es decir, que se toma su tiempo para ligar, para ir a beber, mientras está de servicio. Él está en el trabajo y puede decidir irse a beber con Eugenia, y eso es algo que muchas personas hacemos, que es no tomarnos las cosas tan en serio en nuestra chamba, nos damos ciertas libertades, porque hay gente que se toma el trabajo muy en serio, hay otras que se toman ciertas libertades, y en ese sentido Valladares se parece un poco a mí y un poco a la realidad de allá afuera de nuestra justicia.

JMH: Otro elemento de tu novela es el retrato que haces de la violencia, que es el elemento de control, por un lado, pero también es la forma en la que Juan Pablo y Mauricio buscan vengarse, que al mismo tiempo es una forma de violencia. Algo que nos habla de una sociedad mexicana que es violenta, que resuelve sus conflictos a través de la violencia.

MN: Se podría dar una interpretación a partir de los grupos de autodefensa de Michoacán, que al no confiar en las autoridades buscaron armarse y defenderse del crimen organizado. En el caso de Juan Pablo y de Mauricio, al no confiar ni en la policía, ni en Valladares, empiezan a tomar justicia por su propia mano, por todo el coraje que guardan hacia los delincuentes que se han apoderado del pueblo, toda esta oscuridad que guardan, este rencor que guardan, lo tienen que sacar de alguna forma, porque saben que la justicia no va a llegar. Así como pasa con la justicia en nuestro país, porque muchas personas saben que la justicia no llegará, porque además vivimos en el país de los desaparecidos, por ejemplo. Hay un dato que me gusta resaltar, que es que entras al libro por el capítulo que se llama La marca del mexicano y el último capítulo se llama Desaparición Forzada. Eso fue totalmente a propósito, justo para dejar un guiño y un recuerdo de dónde y cuál es el país en el que vivimos, porque sabemos que la justicia no va a llegar en absoluto y en ocasiones también sabemos que la justicia se debe tomar por nuestra propia cuenta.

JMH: Quería preguntarte sobre la idea de la diferencia entre la literatura pura, que no debe tomar partido o hablar de la realidad, y el de la literatura comprometida, que dice que la literatura también es testimonio de la realidad, algo que en tu novela vemos reconstruida a lo largo del país.

MN: Creo que toda obra nace de las inquietudes y necesidades del autor. En este caso, me atrevería a decir que sí tengo un compromiso con la sociedad, pero, sobre todo, con mi generación, sobre todo. Tengo un compromiso con mis amigos, con mis compañeros, con la gente que conozco, para ir sembrando ideas, para ir sembrando inquietudes, reflexiones. Es decir, una busco su propia utopía, pero también podemos compartirla, sobre todo porque una utopía que se puede buscar esparcir como un virus, como la pandemia, las ideas, para poder alcanzar un mejor mundo, o por lo menos, heredarlo a las generaciones futuras. Creo que si uno busca algo mejor hay que buscar hacer cosas para que eso suceda. Aunque claro, se guardan las proporciones, por supuesto, porque en lo absoluto pienso que mi libro cambiará el mundo. Porque lo que escribo en La marca del mexicano es algo que tenemos todos a la vista, todos lo sabemos, pero el libro puede ser una memoria de lo que está pasando en nuestro país e indignarse ante esos hechos. Esa era un poco mi intención, después vendrán otras obras en donde las inquietudes serán diferentes.

JMH: Quería preguntarte sobre el tema técnico, sobre los capítulos cortos en los que está dividida la novela, y que permiten que la lectura sea muy ágil por parte del lector.

MN: Mi intención original era justo esa, hacerlos cortos, rápidos, pero debo hacer la broma que esto sucede a partir también de mi juventud, de mi intención de contar la historia y que se contará rápida, intensamente. Cuando el lector entra a la segunda parte de la novela, a la del detective Artur, quería presentar la premisa de que toda utopía lleva consigo mismo su fracaso y la distopía misma. Cuando entré a esta segunda parte de la novela, tuve que hacer un mapa y una línea de tiempo para tener claro qué pasaba, y las noches así se van intercalando, y eso permite que los capítulos se lean como balazos. La intención era eso, para que la historia avanzará de mejor manera y nos centramos directamente en la acción.

JMH: En la segunda parte la historia sale de San Bartolo y se presentan otros personajes y se cambia el foco de la narración, se intercalan, como dices, otras acciones con lo que conocíamos de San Bartolo.

MN: Al momento de escribir siempre pienso en la historia, hago apuntes, tomo notas, y siempre sé muy bien cómo va a empezar la historia y cómo va a terminar, y lo que sucede en el medio, pero quería dejarme llevar y que los mismos personajes me fueron guiando. Lo que sí quería era terminar en una novela que se transformará de género y terminará con algo que el lector no esperará. Quería mezclar la novela negra con algo de ciencia ficción, siguiendo la premisa de que toda utopía termina convirtiéndose en distopía. Mi intención sí era la de combinar mundos, combinar universos.


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