- Esta figura de participación ciudadana podría provocar el desgaste de la vida política de un país, tal y como ocurrió en Perú
- En México, el objetivo la revocación del mandato no es generar discusión sobre las prácticas políticas, sino discutir si se quiere o no al líder
Aunque en teoría la revocación de mandato sí puede ser una solución a la democracia, en la práctica podría provocar un desgaste de la vida política de un país. En el caso de México, el hecho de que este mecanismo sea activado por el gobierno, es alarmante porque se vuelve un acto plebiscitario.
Yanina Welp, investigadora en el Center for Democracy Studies y coordinadora de la Red de Politólogas y se especializa en el estudio de participación política, participó en la presentación del libro Pasado y presente de la Revocación de Mandato en México, de Walter Limón. Durante su intervención resaltó que México fue uno de los primeros países en incorporar la revocación de mandato en Latinoamérica en Yucatán 1938, anterior a ello esto había ocurrido en Córdova y Entrerios en 1923 y 1933 respectivamente: “Sin embargo, si vemos los tres casos en ninguno ha habido prácticas, salvo en Córdova pero en tiempos mucho más recientes”.
En su participación, señaló que aunque en teoría la revocación de mandato podría ser una solución a la crisis de la democracia, pero que en la práctica podría derivar en muy malas prácticas.
“La experiencia de Perú, introducir la revocación de mandato en un contexto de erosión del sistema de partidos muy fuerte derivó que durante un periodo, desde los 90’s al 2015 cuando se reformó la ley, hubo una proliferación enorme de revocatorias en la que todos los partidos que pierden una elección se unen contra el ganador. Lo que generó no es para nada ni mejor rendición de cuentas, ni mejor eficiencia en la gestión”, opinó la especialista.
Señaló que en este país donde había una insatisfacción ciudadana enorme en servicios básicos y que, aunque la revocación queda a disposición de la ciudadanía, en campañas electorales se debe de prometer mucho para solucionar los problemas si quiere ganar pero si llega a gobierno no es posible cambiar tanto en tan poco tiempo: “Entonces una revocatoria, sumado a un mal diseño institucional, provocaría una disputa constante por el poder, una situación de campaña permanente y eso no fortalece la democracia. En mi opinión hay otros mecanismos de democracia directa que habría que pensar como complemento y dejar la revocatoria como última instancia”.
Criticó que, durante este sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, esta figura tenga un matiz plebiscitario pues no es la oposición del gobierno quien la está activando, es el mismo presidente quien lo hace para ratificarse: “Es una perversión del mecanismo que la pueda activar la autoridad, es un acto de movilización claro, forzando un procedimiento legal. Movilizar a la ciudadanía para que cumpla con su objetivo o deseo no es para nada la forma correcta para renovar la forma de hacer política. Por lo tanto yo no veo que se resuelvan algunos problemas de la crisis de la democracia representativa. -En México- hay una personalización de la política, funcionando así la revocatoria la hiperpersonalizada y no nos pone a discutir los programas y las prácticas de la política, nos pone a discutir si queremos o no al líder, eso no está ayudando”.