A finales de año se entregará el último paso a desnivel que hará el gobierno estatal en Segundo Anillo, a la altura del fraccionamiento Pulgas Pandas, con el cual se concretará la añoranza de algunos de contar con un circuito de flujo continuo en la ciudad, algo así como el Periférico de la Ciudad de México a menor escala. Ese circuito está inspirado en un añejo paradigma de la movilidad urbana que sugiere que, a mayores niveles de tráfico, las ciudades deben construir más pasos a desnivel y autopistas urbanas para reducir el tráfico vehicular. La realidad es que muchas ciudades en el mundo han superado ese paradigma tras constatar, décadas después, que ese tipo de infraestructura no reduce el tráfico sino que incluso puede aumentarlo al disminuir la calidad de otros modos de movilidad como el transporte público, caminar o la bicicleta, lo que a su vez expande el parque vehicular e incentiva el uso indiscriminado del automóvil.
Los resultados de esa política de movilidad son evidentes: ninguna ciudad en el mundo ha logrado reducir la congestión vehicular de manera sostenida construyendo más pasos a desnivel o autopistas urbanas. La explicación, parafraseando a Lewis Mumford, es sencilla: pretender reducir el tráfico construyendo más infraestructura vehicular es igual a combatir la obesidad agrandando el cinturón. Es decir, ese tipo de obras no son sino un “remedio” de corto plazo que no ataca el problema de fondo aunque genere una cierta ilusión de haberlo resuelto… hasta que con el tiempo el tráfico se mantenga o sea aún peor.
En Aguascalientes, el tiempo dirá si el circuito de flujo continuo de Segundo Anillo, motivado en el paradigma descrito anteriormente, logra resultados positivos en cuanto a los niveles de tráfico y el tiempo de viaje de las personas, o si, con los años, externalidades negativas como más accidentes viales, más contaminación e incluso más tráfico, resultan mayores que los beneficios. En cualquier caso, ya es evidente que la velocidad vehicular en ese circuito ha aumentado a medida en que se han construido más pasos a desnivel y, con ello, los hechos de tránsito, una de las principales consecuencias de ese tipo de obras. Así parece incluso reconocerlo el titular de la Coordinación General de Movilidad del Gobierno del Estado, al sugerirle recientemente a los automovilistas que el Segundo Anillo “es un área de flujo continuo, es decir, no detenerme, pero no es un área de alta velocidad” (LJA, 19-07-2021).
En ese contexto, Aguascalientes requiere una estrategia efectiva e innovadora para controlar la velocidad y evitar el aumento de las muertes y lesiones por hechos de tránsito. Pero primero debe reconocerse que, aunque los hechos de tránsito suelen atribuirse a la falta de “cultura vial” de la población, éstos no son responsabilidad exclusiva de automovilistas que conducen a altas velocidades o en estado de ebriedad, o de peatones y ciclistas que transitan en lugares equivocados –aunque, desde luego, son causas sumamente importantes–, sino también de quien diseña, construye y administra las vialidades, es decir, del gobierno. ¿Por qué? Porque el diseño físico de las vialidades induce a los automovilistas a conducir a una mayor o menor velocidad: por ejemplo, una vialidad más ancha, sin elementos de seguridad como semáforos, retornos, pasos peatonales o reductores de velocidad, como el Segundo Anillo, hará que los automovilistas conduzcan más rápido porque nada se los impedirá y el diseño de la vialidad los inducirá a hacerlo.
¿Quién debería responsabilizarse del aumento de la velocidad en Segundo Anillo? ¿Qué acciones podrían impulsarse para prevenir hechos de tránsito? El gobierno estatal podría aportar recursos para intervenir en puntos que presenten tasas elevadas de accidentalidad, pues el incremento de la velocidad en parte ha sido un resultado de su principal proyecto de movilidad, pero probablemente éste busque transferir la responsabilidad al municipio, en quien recae la gestión del tránsito en la ciudad.
En ese sentido, la oportunidad de actuar para reducir los hechos de tránsito muy seguramente recaerá en el próximo presidente municipal de Aguascalientes. Y ¿qué puede hacer? Además de implementar programas para fomentar una mayor cultural vial y aplicar el reglamento de tránsito con decisión, puede implementar otras acciones que contribuyan a la atención de este problema. Por ejemplo, puede impulsar un programa para rediseñar la configuración geométrica de intersecciones peligrosas o modificar de manera táctica secciones específicas de ciertas vialidades para inducir una menor velocidad vehicular, tal como están haciendo muchas ciudades en el mundo. También puede instalar elementos como reductores de velocidad, bahías de seguridad, bolardos, mobiliario de protección o semáforos peatonales en puntos de alta accidentalidad. O bien, explorar modelos más complejos e impopulares pero efectivos como las fotomultas.
Lo que no pueden hacer los gobiernos estatal y municipal es ignorar un problema evidente por el cual fallecen o resultan lesionadas cada vez más personas en Aguascalientes. Los hechos de tránsito son prevenibles, especialmente los de alta velocidad, pero se requiere voluntad tanto del gobierno como de la ciudadanía para evitarlos.
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