Los talibanes convocaron a una rueda de prensa para explicar cómo va a ser el gobierno en Afganistán, intento seguir la conferencia en vivo, pero es poco lo que entiendo, así que prefiero esperar a los reportes de las agencias informativas para intentar entender al menos un poco de que ocurre en esa región. Después de varias consultas, me quedan en claro tres promesas que hicieron los talibanes: 1) el Emirato Islámico no continuará siendo la base para que grupos terroristas ataquen a otros países, 2) se reiteró el anuncio de una amnistía general y se prometió que no habrá venganza, y 3) se comprometieron a respetar los derechos de las mujeres, se les permitirá trabajar y estudiar de acuerdo a la ley islámica, “son musulmanas y estarán contentas de vivir bajo la Sharia”, concluyeron.
Debo confesar que resumir en esos tres puntos la conferencia no fue tarea fácil, a diferencia de los miles de conocidos que tengo en redes sociales, no me convierto en experto al acumular información, ni confundo mi opinión con hechos, el intento por comprender qué ocurre en Afganistán me provocó una sensación de extranjería, no por lo poco que conozco de la Sharia, sino porque sigo sin reconocer la utilidad de los cercos instalados por los medios de comunicación, cómo funciona o a qué obedecen mecanismos con que se elige ponderar al lector como un clientes antes que como público.
Para dar con información actualizada y verificada sobre la conferencia es necesario navegar en la inmensidad de banalidades que son tendencia, desplazar las notas que insisten en hacer famosos a los estúpidos y pagar a quienes alimentan el morbo; encontré que el gobierno tiene un registro no actualizado sobre el número de mexicanos que viven en Afganistán, hace unos años registraron a un joven y, mediante un tuit, una joven agradeció la intervención del embajador mexicano en Irán para poder salir de Kabul.
Ahí podría estar una parte de la respuesta a por qué la dificultad de encontrar información, somos ajenos a esa realidad. A pesar de ello, se puede entender que los talibanes hayan dicho que no se convertirán en refugio de terroristas en respuesta a las declaraciones de fracaso de Angela Merkel y Joe Biden acerca de sus tropas en Afganistán, nunca quisieron “convertir” ese país en una democracia, sino evitar que siguiera produciendo terroristas.
El respeto a los derechos de las mujeres “de acuerdo a la ley islámica”, además de tratar de informarme sobre las 29 prohibiciones que implica la Sharia, ese estado de excepción en que son tratadas como bestias, también me hizo sentir ajeno, no por la lejanía con ese país sino por la facilidad con que se acude al respeto a la ley para mantener el estado de las cosas con las mismas brechas y diferencias.
Entre las prohibiciones de la Sharia destaco que las mujeres tienen prohibida cualquier actividad fuera de su casa si no están acompañadas de su mahram (parentesco cercano masculino), no se pueden vestir como ellas quieran, deben cubrirse de la cabeza a los pies a riesgo de recibir azotes por mostrar los tobillos, el acceso a ciertos lugares públicos está limitado y no se pueden fotografiar… entre otras abominaciones.
Los talibanes concluyeron que como las mujeres son musulmanas, estarán contentas de vivir bajo la Sharia, porque esa es la ley; con ese mismo pretexto, el respeto a los preceptos dictados por la autoridad, aquí en México, quienes se sienten amenazados por las mujeres, suelen distorsionar el alcance y la necesidad de las acciones afirmativas, como la Constitución dice que somos iguales, desprecian las políticas públicas que intentan compensar las condiciones de discriminación.
Mi recorrido por la prensa para entender Afganistán no ha rendido suficientes frutos, sin embargo, me sirve para comprender mejor a los talibanes mexicanos que, en nombre de la ley, desprecian a los otros, desde la orilla de su privilegio de haber nacido “hombres”.
Coda. De Ley de extranjería, de José Emilio Pacheco: “despreciamos al que es distinto./Por algo hicimos lenguas diferentes:/ para que los demás nada entiendan”.
@aldan