Toda información en posesión de alguna autoridad es pública; cualquier persona tiene derecho al libre acceso a la información; el artículo 19 de la Constitución indica que todos tenemos derecho a la libertad de opinión y de expresión, a no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión; otro derecho que está protegido constitucionalmente es la información que refiere a la vida privada y los datos personales.
Otro derecho que tenemos los mexicanos es la presunción de inocencia, todos debemos ser considerados y tratados como inocentes en caso de ser acusados de un delito, a lo largo de todo el proceso y hasta que se dicte sentencia, debemos ser tratados así; por escrito, la suma de derechos arriba escritos, parecen encajar perfectamente en el desarrollo de los individuos viviendo en comunidad, en la práctica, la insidia y la venganza, sobre todo en el ámbito político, consiguen que terminemos violentando la ley.
En la práctica estamos muy lejos de diferenciar entre la impartición de justicia y la obtención de venganza, la comisión de un delito solemos tratarlo como un asunto personal que debe ser castigado, más allá de lo que diga la ley, más allá de lo que hayamos establecido que es lo justo, porque usualmente se buscamos el desquite antes que la reparación del daño.
Una de las sustancias que aceita la politiquería es el rumor, la insidia de acusar antes que denunciar, hacer creer a los otros, a los electores, por ejemplo, que se tiene una actitud institucional valiente y comprometida con la ley cuando lo que en realidad se está haciendo es impulsar un chisme, construir un rumor, un comentario negativo y no verificado para obtener alguna ventaja.
Es ahí cuando el ejercicio de nuestros derechos se confunde y terminamos violando la ley, justificando nuestra conducta con un mal entendido concepto de la libertad de expresión, creemos que esa facultad de hacer y decir brinda la impunidad suficiente para ser viles, atacar al otro.
En Aguascalientes recién se filtró la información sobre un presunto fraude y ejercicio indebido del servicio público cometido por cuatro funcionarios de la administración capitalina, quienes autorizaron la compra a sobreprecio de luminarias; cuestionado sobre el asunto, el fiscal anticorrupción estatal respondió con toda la información que la ley le permite divulgar, es decir, no exhibiendo por su nombre a los funcionarios implicados, que hasta que sean sentenciados, deben ser considerados inocentes; sin embargo, no faltaron los medios de comunicación que difundieron los nombres de los burócratas recién vinculados a proceso por la autoridad.
La rebambaramba que se armó en diversos grupos de mensajería realmente me avergüenza, porque en contra de la ley, se jugó a ser más inteligentes, avezados, que la autoridad y se reveló el nombre de estos funcionarios, condenándolos por adelantado, sin importar el debido proceso; lo peor, es que diversos actores políticos o “líderes de opinión” acusaron a los medios de comunicación de no estar a la altura de la verdad, de no hacer periodismo de investigación por no “arriesgarse” a violar la ley.
En la mesa de redacción del medio que dirijo una de las frases que con mayor frecuencia se repiten es que trabajamos para los lectores, nuestro compromiso es con información verificada, los cazadores de primicias lo que suelen hacer es confundir la investigación con la difusión de rumores, eso no es periodismo, eso no ofrece ningún servicio a la comunidad.
No se puede confundir la investigación, la recopilación de información y verificación de datos con la simple difusión de rumores que funcionan para escandalizar, para forjar un encabezado llamativo; esa abierta violación de la ley, la de rechazar la presunción de inocencia e ir en contra del debido proceso, termina sirviendo a intereses mezquinos y personalísimos, provecho que sacarán quienes confunden el rumor con hacer política, cobardes que lanzan el rumor y esconden la denuncia.
Coda. Desde siempre he coincidido con un lema del zapatismo: “Para todos, todo, nada para nosotros”, porque ese nosotros es falso y mínimo ante el incluyente todos.
@aldan