Realidad paralela/ Visiones a la distancia - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Así como López Obrador no ve delito alguno en las “aportaciones al movimiento” que recibió su hermano Pío López Obrador del gobierno de Chiapas, tampoco para él han ocurrido masacres durante su sexenio, tampoco existen más de tres carteles y tampoco ha fracasado su estrategia de abrazos no balazos. El presidente vive en una realidad paralela en la que sus “otros datos” son más veraces que los del propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, organismo público de su gobierno.

Lo importante para el jefe del Ejecutivo es que sus seguidores no se enteren de la realidad, sino que continúen creyendo lo que él quiere creer: “Hemos avanzado. Ahora sí que tengo otros datos y no estoy en una burbuja porque no me gusta el autoengaño”. Así le respondió al periodista mexicano Jorge Ramos de Univisión cuando este cuestionó al mandatario si aceptaría que su estrategia de seguridad ha sido un fracaso.

Así como en la realidad del doctor López-Gatell los padres de familia de niños con cáncer son unos golpistas que quieren acabar con el gobierno de López Obrador por exigir los tratamientos que con los conservadores sí tenían, para el presidente son los pobladores de Aguililla, Michoacán quienes deben ayudar a combatir al crimen organizado, pero sin defenderse y por eso les recomienda “que ayuden a conseguir la paz, que no tomen el camino de la violencia, de la confrontación; hagamos a un lado el odio, el rencor, llamamos a la práctica del amor al prójimo”.

No se dejen manipular por grupos delictivos que tienen otros propósitos, que aunque aparentan ser muy buenos sólo los están utilizando… que no se dejen llevar, que no los enganchen… quieren confrontar a la población…”. Parece un discurso sobre la 4T, pero no, es el presidente el que habla acerca del crimen organizado. “No quiero que pierdan la vida quienes están en la bandas”, claro, cómo va a ser que muera algún delincuente, eso no es cristiano. “Aunque se burlen voy a seguir diciendo abrazos no balazos, porque tengo una razón de fondo, voy a seguir diciendo abrazos y no balazos, no se puede enfrentar el mal con el mal”. ¿Cuál será esa razón de fondo? ¿Por qué no nos la platica para que la prensa amarillista no especule por ejemplo acerca de la asociación de su gobierno con los grupos criminales para ganar las elecciones de los gobernadores y presidentes municipales de los estados más afectados por el narco?

El presidente que a finales de julio de 2018 había prometido una presidencia itinerante, que no gobernaría desde la Ciudad de México, sino que iría a donde estuvieran los problemas, ahora rechaza ir a Aguililla, Michoacán: “Voy a ver cuando puedo ir. No voy porque no quiero hacerle el caldo gordo a la prensa amarillista”. Ese es el problema. El presidente no tiene tiempo para esas cosas, es un gobierno mediático, todo se reduce a propaganda política, no de resultados de gobierno. Por eso no puede ir a resolver el problema de seguridad de Michoacán. Tan duro le pegó mediáticamente la confrontación periodística con Ramos, que tuvieron que salir Claudia Scheinbaum y Cuitlahuac García, gobernador de Veracruz en su auxilio.

La realidad del presidente le permite asegurarse a sí mismo que 100 muertes diarias son un éxito de su estrategia de seguridad, la misma realidad que le permite estar seguro de que vamos bien con la estrategia de salud pública que ha mantenido a México durante un año como el cuarto país del mundo con más muertes por covid-19 con más de 233 mil de los 2.5 millones de infectados.

Cuando el periodista Ramos pregunta a López Obrador si “¿Asume la responsabilidad por los muertos de la pandemia? México es el cuarto país del mundo con más decesos”, el mandatario sólo atina a contestar con su ya clásico “No coincido contigo. Lamento mucho que un periodista como tú esté desinformado”. Tiene otros datos por supuesto.

Lamentablemente los mexicanos no gozamos de la realidad paralela en la que vive el presidente, para quien hay temas más importantes como los nombres de quienes podrían participar de su eventual sucesión presidencial, lo que a estas alturas del sexenio solamente puede explicarse por una necesidad de descontar a Ricardo Monreal y de sostener la lealtad de los nombrados, no vaya a ser que tiren la toalla como lo han hecho ya varios secretarios de estado del actual gabinete que hasta se han convertido en sus acérrimos en enemigos.



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