Tiempo nublado (Seix Barral, Barcelona, 1983). Hacia finales de 1983, tuve oportunidad de leer este esclarecedor libro del Premio Nobel Octavio Paz a sugerencia del doctor Fernando Bazúa Silva, entonces gurú académico de mi generación de sociología política en la UNAM. He de confesar que para entonces mi lectura estaba prejuiciada por mi aún joven (25) visión del mundo y del país, y en lenguaje cuatrotero, Paz no dejaba de ser un autor conservador. Sin embargo, el tiempo pasa y nos enseña cosas, nos da experiencia y, efectivamente, nos cambia, sobre todo, la forma de ver la realidad, sus formas y razones, y a la vez, nos ubica frente a ella.
Paz nos señala que: “En su origen, el neotomismo fue un pensamiento destinado a defender a la ortodoxia de las herejías luteranas y calvinistas, que fueron las primeras expresiones de la modernidad. A diferencia de las otras tendencias filosóficas de esa época, no fue un método de exploración de lo desconocido sino un sistema para defender lo conocido y lo establecido. La Edad Moderna comienza con la crítica de los primeros principios; la neoescolástica se propuso defender esos principios y demostrar su carácter necesario, eterno e intocable. Aunque en el siglo XVIII esta filosofía se desvaneció en el horizonte intelectual de América Latina, las actitudes y los hábitos que le eran consustanciales han persistido hasta nuestros días. Nuestros intelectuales han abrazado sucesivamente el liberalismo, el positivismo y ahora el marxismo-leninismo: sin embargo, en casi todos ellos, sin distinción de filosofías, no es difícil advertir, ocultas pero vivas, las actitudes psicológicas y morales de los antiguos campeones de la neoescolástica. Paradójica modernidad: las ideas son de hoy, las actitudes de ayer. Sus abuelos juraban en nombre de Santo Tomás, ellos en el de Marx, pero para unos y otros la razón es un arma al servicio de una verdad con mayúscula. La misión del intelectual es defenderla. Tienen una idea polémica y combatiente de la cultura y del pensamiento: son cruzados. Así se ha perpetuado en nuestras tierras una tradición intelectual poco respetuosa de la opinión ajena, que prefiere las ideas a la realidad y los sistemas intelectuales a la crítica de los sistemas. (Tiempo nublado, 166).
Esta larga cita del texto invocado nos permite en alguna medida entender la reacción del ambiente político nacional a partir del arribo de la 4T al gobierno de México en el 2018. Las dos posiciones que se apostaron en el escenario nacional para impulsar o defender sus respectivos proyectos de nación han definido hoy; que los tiempos que vivimos se han cubierto de espesas nubes que impiden el libre paso de la luz al país, que nos alumbre con claridad la ruta que debemos transitar en este momento sustantivo para la vida de la República.
Los mexicanos nos debatimos cada día en una discusión que, en palabras de Paz, no deberían tener razón de ser: democracia o modernidad. El régimen de la Cuarta Transformación empuja su visión de “…paradójica modernidad (primeros los pobres, no somos iguales): las ideas son de hoy, las actitudes de ayer (centralizar el poder, anular los contrapesos institucionales a la figura presidencial)”. Frente a ello, la oposición se ha apostado en una posición de resistencia que, en todo caso, “no (ha sido) un método de exploración de lo desconocido sino un sistema para defender lo conocido y lo establecido”. Los representantes de esta vertiente no han logrado construir una opción convincente para la ciudadanía que los diferencie claramente de un pasado identificado con un sistema político corrupto y conservador; y, generacionalmente, demuestre un cambio entre los actores identificados con el pasado previo al 2018 y una nueva generación responsable de impulsar un proyecto que se identifique sin lugar a dudas con las aspiraciones mayoritarias de los todos los mexicanos.
Siguiendo con Paz, él señala que democracia y modernización son consustanciales, tratar de separar los esfuerzos para lograrlos, será infructuoso para la fuerza que así lo intente, 4T u oposición. Así, podemos entender la lógica de la confrontación de los últimos 31 meses entre el gobierno y la oposición, en términos de la visión política de sus afanes. El resultado está claro para todos.
Asimismo, e interpretando al Nobel citado, podríamos cuestionar a aquellos políticos que amparados en la filosofía de la 4T se apropian y usufructúan del proyecto transformador (primero los pobres, no somos iguales) de manera unilateral, egoísta incluso, comprometiendo la efectiva realización de sus objetivos y metas, sobre todo sin considerar la limitación temporal del régimen establecida en la Constitución. Sin embargo, eso parece no importarles, actúan bajo una profunda contradicción. Son unos cruzados (empezando por AMLO) combatientes que se creen predestinados a salvar a México sometiendo y en muchos casos eliminando a aquellos que no comparten su propia razón.
El tiempo nublado que se cierne sobre México, avanza consistentemente sobre el territorio entero de manera irrevocable, bajo las condiciones actuales. Mientras no encontremos una forma inteligente y razonada de revisar la realidad del país de manera integral y democrática, nuestro tiempo se verá poco a poco oscurecido. Gran responsabilidad tiene en ello el gobierno actual del presidente López. Su empecinamiento por sacar de la jugada a aquellos actores o sectores que abiertamente no comulguen con él, no digamos con su proyecto, sólo comprometerá al país a una larga situación de cuesta arriba, de esfuerzo y gasto extraordinario, y, en muchos casos, innecesario.
En puerta tenemos grandes problemas de inseguridad pública, grandes territorios están bajo control del crimen organizado; la economía está sumamente debilitada y vulnerable, no vemos una estrategia sólida para sacarla adelante, la confianza interna y externa está en su nivel más bajo; la pandemia de nuevo amenaza a la población entera, y esa circunstancia puede ser fatal para el país. La educación está siendo francamente detenida y nuestra frontera sur está severamente amenazada por una migración multinacional que seguro nos representará como país, problemas con el poderoso vecino del norte.
Sin pretender ser pesimistas, el tiempo nublado ya está sobre nosotros.