El golpismo social a la 4T/ Bravuconadas - LJA Aguascalientes
21/11/2024

El pasado domingo 27, el subsecretario López-Gatell o el “Doctor Muerte” como muchos lo conocen, tuvo a bien, en su faceta política que ha pretendido construir sobre la supuesta base de su calidad “científica”, en el programa propagandístico de la 4T Chamuco TV, conducido por Rafael Barajas, monero de La Jornada, la siguiente afirmación: “Me gustaría aprovechar para hacer una especie de alerta o por lo menos que quede registrado: este tipo de generación de narrativas de golpe, a veces se ha conectado en Latinoamérica con golpe de Estado, y esta idea de los niños con cáncer que no tienen medicamentos, cada vez lo vemos más como una campaña más allá del país, de los grupos de derecha internacionales que están buscando esta ola de simpatía de la ciudadanía mexicana, ya con una visión casi golpista”. La falta de sensibilidad y de oficio del subsecretario Muerte, así como por el enojo social y el tratamiento de los medios de comunicación a su irreflexiva declaración, un par de días después debió recular a sus dichos y rectificar sobre el legítimo derecho de los padres con hijos menores con cáncer a reclamar los medicamentos. Pero la flecha ya había salido del arco de la bocaza del funcionario cuatrotero.

Los paleros del programa, particularmente Rafael Barajas, hablaron de una telenovela construida por los enemigos del gobierno en torno al tema de los medicamentos oncológicos para niños con cáncer. Esos perversos menores que se prestan a los malévolos juegos de sus aspiracionistas padres y la gran conspiración de la derecha internacional en contra de la 4T. Ja.

Después del 6 de junio, el régimen despertó de su sueño del 2018, de que los 30 millones eran para siempre. Se les fueron más de 14 millones, desencantados, de una “transformación histórica” convertida a una mera revuelta personal, de amargura y frustraciones acumuladas, de un solo personaje.

Sí. Los electores en México redefinieron sus objetivos y metas para el país. De ninguna manera pretenden una vuelta al pasado inmediato, pero tampoco quieren un gobierno de ocurrencias, de desatinos e incompetencia. Las grandes promesas de la 4T fueron eso, promesas de campaña (“prometer no empobrece, dar es lo que aniquila…”, reza el refrán), al pasar al momento de cumplir, salió a la vista el tamaño de sus capacidades, y ciertamente quedaron muy lejos de lo ofrecido a los mexicanos. Así se inició el proceso del cambio, aunque la lectura justificativa de los cuatroteros es el inicio de (ooootro) golpe blando, orquestado por el conservadurismo revanchista y “moralmente derrotado”.

La grave situación que atraviesan miles de familias con enfermos de males crónicos sea cáncer, diabetes, hipertensión, niños o adultos, debe obligar a las autoridades de este país a su debida atención y seguimiento, haciendo efectivos sus derechos humanos que les garantizan no sólo los convenios o acuerdos internacionales, sino la Constitución y las leyes nacionales. Los pretextos y aclaraciones a tres años de este gobierno ya no tienen cabida en el ánimo de la sociedad, ni en su tolerancia y comprensión.

El pueblo bueno en el que se refugió el presidente López al inicio de su gobierno, ciertamente, no es tonto ni dejado, se informa y conoce bien sus derechos y los caminos que debe transitar para abrirle los ojos a un gobierno que se dice atento a las necesidades populares, su “primero los pobres” es una declaración que hoy no sabe como manejarla en su significado y responsabilidad. Al principio de su administración, el presidente López dijo que “gobernar no tenía mucha ciencia”, él pensó que el 1º de julio del 2018, los mexicanos le habían firmado un cheque en blanco para gastarse ese capital político en lo que se le ocurriera. No. Se lo firmaron, pero no en blanco. Era para acabar con la corrupción, abatir la inseguridad y la violencia en el país, para crecer al 4% anual, para tener un sistema de salud del primer mundo, mejor educación en todos los niveles, vamos hasta para apoyar la ciencia y la cultura nacionales. Pero AMLO entendió mal, o sólo fue perverso y maquiavélico.

El presidente asumió que con los 30 millones de votos podía atraerse para sí todo el poder político, para eso, podía desmantelar las instituciones nacionales y asumirse como un gobierno unipersonal, borrando de la escena pública a todo aquél político de su gabinete morenista o no, que insinuara siquiera un intento de iniciativa. Salvo los contados personajes que el propio presidente ha admitido figurar (Claudia Sheimbaum, Marcelo Ebrad, Crescencio Sandoval, Santiago Nieto, Hugo López-Gatell) el resto de los integrantes del gobierno federal, están en la penumbra de la “transformación”.

Junto a este ególatra ejercicio político, al presidente López, se le puso usar sus 30 millones, en un aeropuerto reconvertido, una refinería inundable y un tren sobre un tesoro arqueológico y devastador del medio ambiente. Para ello no tuvo empacho en desatender la pandemia de covid-19 con sus 233,580 muertes reconocidas por las autoridades sanitarias, amén del señalado desabasto de medicamentos y material de curación y servicios clínicos y hospitalarios. Su política de combate al crimen organizado de “abrazos no balazos”, tienen al país en un promedio de 97 muertes violentas diarias, lo que un mero cálculo aritmético nos dará la espeluznante cifra de más de 106 mil muertes, con un crecimiento significativo de feminicidios entre ellas. La lucha contra la corrupción, que tanto pregona un día sí y otro también en sus mañaneras, y que afirma el presidente que va “requetebien”, ya le costó el trabajo a su secretaria de la Función Pública, pensamos que como un reconocimiento a su incansable labor en la materia.

Ya no hablemos de la educación pública, los apoyos a la ciencia, la cultura y el desarrollo tecnológico, áreas francamente abandonadas por el interés de la Cuarta Transformación.


Todos estos argumentos en alguna medida nos explican las razones de ese ingrato “golpismo social” reflejado hace apenas un mes y que busca más caminos para expresarse, y lo hará pronto.

 

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