Plaza de Tiananmén, Beijing, China. 1 de julio de 2021. Rodeado de toda la parafernalia comunista, el presidente Xi Jinping, portando un traje tipo Mao Tse-Tung, envía un claro mensaje geopolítico cuando afirma: “El pueblo chino jamás permitirá que las fuerzas extranjeras lo intimiden, opriman o esclavicen. Cualquiera que intente hacer esto se encontrará en un curso de colisión con una gran muralla de acero forjada con la sangre y la carne de 1,400 millones de chinos”.
El destinatario de la alocución tiene nombre y apellido: Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, el principal rival geopolítico y geoestratégico de la República Popular de China.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar, en el marco del centenario de su creación, cómo China ha cambiado bajo la égida del Partido Comunista.
Primero un poco de historia: en 1919 surgió en China un movimiento cultural y político, de corte antiimperialista. La motivación fue la enclenque respuesta del gobierno ante el Tratado de Versalles, el cual concluía la Primera Guerra Mundial, y la percepción de que Japón se aprovechaba de la debilidad de China.
Varios de los intelectuales chinos, desilusionados con la hipocresía de las potencias occidentales, voltearon, en busca de inspiración y protección, hacia la Rusia soviética. Por su parte, los comunistas rusos habían creado el Komintern, la Internacional Comunista, la cual buscaba “el derrocamiento de la burguesía internacional y la creación de una república soviética internacional”.
Para tal efecto, en Siberia se crearon campos de entrenamiento de los futuros cuadros del Partido Comunista Chino. Además, agentes del Departamento Central de Inteligencia, el GRU (por sus siglas en ruso), establecieron una representación en Shanghái y, en julio de 1921, convocaron a un congreso para formalizar al Partido Comunista. Entre los jóvenes chinos que participaron en los primeros movimientos del Partido Comunista se encontraba un joven maestro y periodista: Mao Tse-Tung.
Bajo la firme supervisión de Moscú, el Partido Comunista Chino fue acumulando, bajo el liderazgo de Mao Tse-Tung, poder y participó en los eventos clave de la primera mitad del siglo XX en China: la Guerra Civil contra los nacionalistas de Chiang Kai-shek, la Segunda Guerra Sino-Japonesa y la Segunda Guerra Mundial.
El 1 de octubre de 1949, luego de la victoria sobre los nacionalistas, Mao Tse-Tung proclamó la República Popular de China en la Plaza de Tiananmén. Al mismo tiempo, Mao organizó con el líder norcoreano, Kim Il Sung y con el jefe supremo de la Rusia soviética, Iósif Stalin, la invasión de Corea del Sur.
El 25 de junio de 1950 los norcoreanos invadieron a su vecino sureño e hicieron retroceder a las fuerzas combinadas de Corea del Sur y de los Estados Unidos, pero luego fueron obligados a replegarse hacia la frontera con China. Ante la posibilidad de la debacle de Corea del Norte, el 19 de octubre de 1950, un ejército de 260 mil “voluntarios” chinos inició la contraofensiva contra “los imperialistas estadounidenses y sus perros falderos británicos”.
El avance estadounidense se vio detenido por la brutalidad e ímpetu de los chinos, cuyo sistema logístico se compone de caballitos mongoles y bicicletas. Los “voluntarios” chinos avanzan en formación V, con objeto de cercar al enemigo. Preferían los combates nocturnos, a los que se lanzaban al son de címbalos, silbatos y cornetas que provocan el pánico en las filas estadounidenses.
“Mao golpeó psicológicamente a los Estados Unidos”1. Por lo tanto, el presidente Harry Truman declaró, el 15 de diciembre de 1950 una emergencia nacional. Algo que no ocurrió ni durante la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Afganistán o Irak. La guerra en Corea terminó, como un empate, en julio de 1953.
A partir de entonces, Mao se dedicó al frente doméstico: en 1958 implementó el Gran Salto Adelante, un programa agrícola e industrial que pretendía convertir a China en un país desarrollado. Sin embargo, el plan provocó una hambruna que mató a unos 40 millones de chinos. Luego, en noviembre de 1962 venció en una guerra fronteriza a la India. En el otoño de 1964, China detonó su primera bomba atómica.
En agosto de 1966, Mao, para detener el presunto aburguesamiento del Partido Comunista, lanzó la Revolución Cultural. Miles de “desviados ideológicos” y “burgueses revisionistas” fueron humillados y, algunos, ejecutados públicamente. Posteriormente, en marzo de 1969, los gigantes comunistas, China y Rusia, chocaron militarmente. Esta coyuntura fue aprovechada por los Estados Unidos para hacer las paces con China. En 1976 Mao murió y, tras la lucha interna, su sucesor fue Deng Xiaoping.
En 1979, Deng y sus asesores se dieron cuenta que una economía centralmente planificada y la ideología maoísta no harían de China una sociedad próspera. Para tal efecto implementaron un programa denominado “socialismo con características chinas”. El cual combinaba la ideología socialista con la libre empresa.
A partir de entonces, China se abrió a la inversión extranjera –excepto en áreas consideradas como estratégicas– y envió a sus jóvenes a capacitarse en las mejores universidades de los Estados Unidos y Europa. Además, Deng negoció con el Reino Unido y Portugal, respectivamente, el retorno de Hong Kong y de Macao. Sin embargo, en el frente interno, Deng fue tan despiadado como Mao: en junio de 1989, el Ejército Popular reprimió, en la Plaza de Tiananmén, a los estudiantes que buscaban una mayor democratización de la sociedad china.
Cuáles son los logros del Partido Comunista Chino: primero, haber sacado de la pobreza extrema a 850 millones de personas, en un plazo comprendido entre 1981 y 2015 2. Segundo, hacer de China la segunda potencia económica del planeta. Es decir, “una sociedad moderadamente próspera”. Tercero, haber reunificado a China y haber cesado con el “siglo de la humillación” (1842-1949).
El escribano concluye: China, bajo el gobierno comunista, se ha convertido en un “capitalismo de Estado”. Es decir, políticamente es una dictadura del proletariado, regida por la ideología de Mao Tse-Tung, Deng Xiaoping, Karl Marx y Friedrich Engels. Cualquier intento de “desviacionismo ideológico” es reprimido ya sea en Hong Kong o en Sinkiang. Sin embargo, en el plano económico es una economía de libre mercado, cuyos millonarios son miembros prominentes o son supervisados por el Partido Comunista.
Aide-Mémoire. – Jair Bolsonaro (Brasil), Daniel Ortega (Nicaragua) y Nicolás Maduro (Venezuela) son, de acuerdo a Reporteros sin Fronteras, “depredadores de la libertad de expresión”.
1.- Chang, Jung y Halliday, Jon. Mao: The Unknown Story. Anchor Books, New York, 2006, p. 359.
2.- The World Bank in China. https://bit.ly/2SPjdtE.