La Casa Blanca, Washington, D.C. 15 de julio de 2021. Acompañado por la canciller germana, Angela Merkel, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, responde una pregunta sobre las recientes manifestaciones en contra del régimen marxista-leninista: “El comunismo es un sistema fallido, un sistema universalmente fallido. No veo al socialismo como un sustituto muy útil, pero eso es otra historia”. Luego, tras voltear a ver a su invitada, comenta: “Cuba es, desafortunadamente, un estado fallido y reprime a sus ciudadanos.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar por qué, desde 1959, Cuba es una “burla del destino”. Es decir, una obsesión para sucesivos gobiernos estadounidenses.
Primero un poco de historia: en 1898, los Estados Unidos de América vencieron al decrépito imperio español y le arrebataron sus últimas posesiones coloniales: Las Filipinas y Guam, en Asia Pacífico; y Cuba y Puerto Rico, en el mar Caribe. La demostración de poderío hizo de la Unión Americana, según Oliver Wendell Holmes, Jr., “la Roma del mundo moderno”.
Cuba fue durante cuatro años un protectorado estadounidense. Esta situación terminó el 20 de mayo de 1902 cuando la nación caribeña consiguió su independencia. Sin embargo, la novel nación-estado nació con grilletes: la Enmienda Platt, acuerdo por el cual los estadounidenses retenían el derecho de intervenir en los asuntos cubanos y de supervisar sus finanzas y relaciones exteriores. Además, bajo la Enmienda Platt, Cuba arrendaba la base naval de Guantánamo.
Durante la primera mitad del siglo XX, Cuba se convirtió en una gigantesca plantación de plátanos, gestionada por la United Fruit, y en el casino y el lupanar de la mafia estadounidense. Todo ello bajo la complaciente mirada del dictador Fulgencio Batista. La situación comenzó a cambiar en julio de 1953 cuando los hermanos Castro, Fidel y Raúl, asaltaron el Cuartel Moncada.
Los revolucionarios fueron derrotados, apresados y juzgados. Sin embargo, en vez de ser ejecutados, fueron exiliados a México. En la capital mexicana. Los hermanos Castro, siempre vigilados por el policía del régimen priista, Fernando Gutiérrez Barrios, conocieron al aventurero argentino, Ernesto Che Guevara, y comenzaron su entrenamiento para liberar a Cuba de la dictadura. El 25 de noviembre de 1956, los revolucionarios cubanos zarparon de Tuxpan, Veracruz, en el buque Granma. Durante dos largos años, los insurgentes, con la mirada complaciente de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia, comenzaron a desmoronar a la dictadura de Fulgencio Batista.
El 1 de enero de 1959, Batista huyó y, pocos días después, Castro y sus acólitos entraron a La Habana. Inmediatamente, comenzaron las detenciones y ejecuciones de los seguidores del antiguo régimen. Esto fue el primer acto de divergencia con Washington. Luego, Castro expropió a la United Fruit, expulsó a los parásitos que medraban a la sombra de los giros negros y comenzó a coquetear con la Rusia soviética.
El presidente Dwight D. Eisenhower rompió, en enero de 1961, relaciones diplomáticas con La Habana. Luego, en abril de ese mismo año, su sucesor, John F. Kennedy, apoyó la invasión por elementos anticastristas. Los anticastristas fueron derrotados en Bahía de Cochinos. Embriagado por el dulce licor de la victoria, Che Guevara dijo: “Playa Girón, la primera derrota del imperialismo en América Latina y en escala mundial”.
En febrero de 1962, Kennedy anunció el embargo comercial total contra Cuba –el cual se mantiene hasta hoy en día. Luego, siguió el umbral del Armagedón: la Rusia soviética instaló misiles de alcance medio en Cuba, porque para el líder soviético, Nikita Khruschev, perder Cuba “sería un terrible golpe para el marxismo-leninismo y disminuiría la estatura de la URSS en el escenario mundial, pero especialmente en América Latina”.
Durante tres días en octubre de 1962, el mundo se mantuvo en vilo porque la Unión Americana amenazó con invadir Cuba si los soviéticos no retiraban su arsenal balístico. Afortunadamente, cabezas frías prevalecieron y se llegó a un acuerdo: la Rusia soviética retiraría los misiles de Cuba. A cambio, Washington se comprometía a retirar sus cohetes de Turquía y no invadir la isla.
A partir de entonces, la eliminación del régimen castrista se convirtió en una obsesión estadounidense, una especie de piedra en el zapato: centenas de intentos de asesinato contra Fidel Castro; la lucha contra la presencia cubana en África, la crisis de Mariel, cuando Fidel ordenó abrir los puertos de la isla para una migración masiva; la esperanza de la caída del régimen castrista cuando desapareció su principal valedor: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Sin embargo, el régimen castrista sobrevivió y respiró con holgura cuando, en 1999, arribó Hugo Rafael Chávez Frías arribó al poder en Venezuela. Entonces, Castro recibió el subsidio de los petrodólares venezolanos. A cambio, Cuba envió brigadas de alfabetización y sanitarias al país llanero. De esta manera, los esfuerzos conjuntos entre Chávez y Castro causaron más dolores de cabeza a los sobrinos del Tío Sam en América Latina.
Ya en nuestro siglo, Barack Obama tendió puentes con Cuba y relajó las medidas restrictivas, pero no removió el bloqueo. La muerte de Fidel Castro, supuso un corto optimismo, el cual fue remplazado por la mano dura de Donald Trump. Ante la situación, Raúl Castro, primero, y Miguel Díaz-Canel, a continuación, revivieron la relación estratégica con Rusia, porque esto constituye un freno a las políticas agresivas emanadas de la Casa Blanca.
El escribano concluye: las recientes protestas contra el régimen marxista-leninista no fueron provocadas por agentes foráneos como afirmó erróneamente el líder cubano, Miguel Díaz-Canel. Más bien son el resultado de tres factores: la incompleta reforma económica, las medidas restrictivas implementadas por Trump, las cuales no han sido levantas por Joe Biden, y los efectos de la pandemia del covid-19, la cual ahuyentó al turismo, fuente de divisas para la isla.
Esto hace preguntarse al amanuense ¿Qué sucederá con Cuba? Es difícil predecirlo, pero cualquier acomodo futuro tiene que evitar dos cosas: que Cuba retorne a lo que era antes de 1959: el burdel de la Unión Americana en el Caribe; y la continuación de una dictadura marxista-leninista que es una reliquia de los días amargos y oscuros de la Guerra Fría.
Aide-Mémoire. – Antaño la carrera espacial era entre la Rusia soviética y los Estados Unidos; hoy en día es entre Richard Branson y Jeff Bezos.