De miopía extrema puede calificarse la pretensión falsa y fatua, en Política, de creerse más allá del bien y del mal, más allá de la Moral, más allá del dominio universal de la Bioética. Regímenes actuales por todo el mundo, pero particularmente en América Latina pretenden hacer del ejercicio público un universo aparte de los requerimientos e imperativos de la Ética, y en fuerza de ello aluden total independencia de la esfera moral para no verse interpelados por la exigencia de observar reglas con fundamento en la Axiología, es decir, en sistemas de valores.
Nada más lejos de la verdad. Regímenes de tipo autoritario y o de tendencia populista, como el que actualmente rige en México, en materia de rendición de cuentas y transparencia, simplemente acallan o evaden su compromiso con el mandato ciudadano que los instaló en esa posición de poder; y asumen una actitud de rampante pragmatismo frente a sus responsabilidades de función pública. Esgrimen el argumento de que el ámbito político constituye una esfera independiente y autónoma de cualquier otro elenco de imperativos que los sujetaran a la responsabilidad frente a los demás. Mienten por sistema, ocultan información estratégica y crítica para el interés ciudadano –como es el caso de la Vacunación anti coronavirus Sars-CoV2-; o el avance de gasto del Presupuesto de Egresos con apego a la realidad o con graves subejercicios en tiempos críticos; o dan respuestas evasivas a temas álgidos que vulneran la seguridad ciudadana, o el manejo de contención efectiva contra el crimen organizado, el tráfico de armas, el incremento de asesinatos dolosos, o aun la franca ocupación de territorios dominados por grupos criminales que asuelan poblaciones enteras.
Con simple palabrería posponen el ejercicio debido de sus competencias que, en Derecho Positivo, aparte de obligatorias son impostergables; en pocas palabras están obligados a la eficacia y a la productividad administrativa. Todo esto que pareciera suceder en una esfera distante de la realidad socio-política cotidiana, en realidad ocurre con absoluta impunidad e irresponsabilidad ante las instancias exigibles del Estado de Derecho.
En un estudio intitulado Bioética. El contexto político. De la autora M. Teresa López de la Vieja (Publicado en Contrastes. Revista Internacional de Filosofía. Volumen X (2005). ISSN: 1136-4076. Universidad de Málaga.; señala que la Bioética surgida en los años setenta, se hizo emergente para “tender puentes” entre la cultura científica y los valores morales, según el programa de Van Ranselaer Potter. La autora concluye que, desde la ideología norteamericana, la Bioética había asumido lo mejor de la Nueva frontera, su énfasis en los derechos y en las libertades de los individuos. En tanto que persistía la tensión entre libertades y pragmatismo. En este sentido se puede afirmar que la Bioética en origen fue un fenómeno americano. Y concluye que el consenso entre especialistas –científicos, teólogos, juristas, filósofos- parecía el método más adecuado para tender puentes entre el universo de la ciencia y de los valores. A cambio, este procedimiento acentuó las fronteras entre la esfera de lo profesional y la esfera política. Desde el primer momento, la Bióetica se concentró en la actividad que tenía lugar en los hospitales, instituciones, centros académicos. Lejos ya de cualquier pretensión de transformar el mundo social y político.
Años después, y sobre todo bajo una perspectiva global, se alojó un evento de relevancia, el Congreso Mundial de Bióetica llevado a cabo en la Ciudad de México, sede mundial de la bioética en 2014, en que hospedó la 10ª Cumbre Global de Comisiones Nacionales de Ética/Bioética y el 12º Congreso Mundial de Bioética, los días 25 a 28 de junio. Su presentación, a la ciudad y al orbe, fue tan sobria como grandilocuente: “En tanto que tenemos claro el concepto de globalización de la economía, los mercados o las redes de comunicación e información, nuestra respuesta hacia los demás y a la conjunción vital que implica el universo, apela a nosotros no sólo en lo individual, sino en lo colectivo. Para tal efecto, la herramienta es la bioética”. (Mexico 2014: World Bioethics Venue. 2013, http://conbioetica-mexico-salud.gob.mx).
Y delinea el perfil de la tarea por hacer: “Nuestra responsabilidad ética común debe estar enraizada en la cultura, el conocimiento científico, la conciencia ciudadana y la perspectiva global, tomando en cuenta nuestra independencia en muchos sentidos, que incluye: igualdad de todos los grupos sociales, todas las expresiones del conocimiento, a todas las naciones y los continentes que existen hoy” (Ut supra). Dejando por sentado que sin importar la diversidad de actitud ética de los individuos, las sociedades y las culturas, debe prevalecer universalmente como la primera reflexión crítica de todo acometimiento humano. Y precisamente: “Es, a partir de esta perspectiva incluyente, que se requiere ver al mundo desde una posición secular, libre y universal” (…).
El consenso mundial de los congresistas, quizá por primera vez, queda claramente pronunciado: La Bioética es mucho más amplia (que la Ética Médica), dado que comprende asuntos que están mucho más cercanos a mi propio corazón relacionado con la salud pública y la investigación ética, la ética global, la ética animal y también partes de la ética ambiental, ya que estamos hablando sobre asuntos de la pobreza, de la alimentación y de la nutrición que, por tanto, son consideraciones que deben ser parte de la Bioética. En palabras de Angus Dawson, Coordinador Adjunto de la Asociación Internacional de Bioética, IAB. Conclusión: La Bioética es la Ética de todo.
Pasando a un nivel micro-analítico, y siempre bajo el horizonte de la Bioética. En años pasados, yo propuse un decálogo para un presidente/a municipal, que escribí dos trienios atrás, en que se trataba de una transición política semejante a la presente. Con el fin de inyectar algo de stámina que nos trae la energía inspirada en la Bioética. En este contexto imaginé el Decálogo para un/a presidente municipal. Del que destaco el Octavo mandamiento.- Octavo, no mentirás. Grave y ominosa tentación de las y los políticos. Mentir por sistema es el acto de cobardía más nefasto de quien se dedica al quehacer público. Porque, ser veraz es del estadista de a de veras, y que se precie de serlo. Hablamos de apego a la verdad, hablamos de verosimilitud en la conversación pública y no de espionaje.
Principio analítico del poder político. Todo cuerpo de Administración Pública está sujeto a la responsabilidad de constituir el nuevo “grupo en el poder”. En efecto, la primera constatación fundante consiste en determinar que los miembros que arribaron al poder, mediante comicios universales reconocidos constitucionalmente, declaran por sí una pertenencia de clase y situación real de clase social que fue aglutinada por un partido y/o movimiento político constituido; esta condición los incluye y los inserta en un “bloque histórico” que, a querer o no, ya forman como gobierno electo e instalado toda vez que han jurado protesta como tal, en apego a las previsiones del Derecho Positivo mexicano. Esta verdad práctica en Política, los hace éticamente responsables de su ejercicio.
La inequívoca aplicación Bioética a la Política, para mí, pasa principalmente por lo siguiente:
La Perspectiva Epistemológica. 1) El primer principio, de tipo noético (del conocimiento) resulta inherente a la dimensión humana. Lo propone Teilhard de Chardin en su obra “La Activación de la Energía”, 1967: “Sin que nos demos cuenta, aumenta constantemente un desfase inquietante entre nuestra vida moral y las nuevas condiciones creadas por la marcha del Mundo”, y es el fenómeno de lo humano.
La Perspectiva Axiológica. 2) Segundo principio, axiológico (fundamento en valores universales aceptables). El mero hecho de constituirse en gobierno, positiva y constitucionalmente, significa conformarse como un “bloque histórico”. – Así establece la Teoría Política este concepto teórico “el bloque histórico” / o bloque en el poder, que históricamente es acuñado gracias al trabajo precursor de análisis de Antonio Gramsci (1891-1937), concepto que fuera luego retomado por destacados politólogos, y puesto en una admirable síntesis por Hugues Portelli (autor de Gramsci y el bloque histórico. Siglo XXI Editores. Primera Edición en español, 1973). Con la aclaración de que no es opcional, es principio constituyente y exigible por naturaleza.
La Perspectiva Teleológica. 3) El tercer criterio o principio Teleológico, logro de fines, dirime la muy equívoca y ambivalente división entre “las derechas” y “las izquierdas” / lo liberal y lo “marxista” o socialista. Discusión ideológica que han desmenuzado eminentes politólogos (Escuelas de Turín y Milán) y que, sustraída de la razón histórica, empírica, es decir de la praxis real de quien ejerce el poder solamente abona a la confusión, a las visiones sectarias, al reduccionismo analítico, al punto de carecer de un verdadero criterio de distinción de forma y de fondo que constituye el núcleo fenoménico de la política real. Según Ortega y Gasset, yo soy yo y mi circunstancia.
Se trata de identidades necesariamente orgánicas. Lo que implica que aunque se pretenda, a nivel local y nacional, mantener esa ruptura inútil entre “las derechas” y “las izquierdas”, esta dicotomía no es sino una distinción torpe, supina, miope, individualista cuya visión es alentada desde los partidos políticos militantes. En verdad, yo decido, instruido por la Ley e iluminado por mi conciencia, no bajo el calificativo con que me etiqueto.
Concluyo con un didáctico discurso pronunciado por Carlos Fuentes, en el acto inaugural de un coloquio internacional sobre Desarrollo Social, que presidía el entonces secretario Luis Donaldo Colosio Murrieta, en cuyo texto brillantemente expuso la apretada síntesis de una analogía inspirada por el humanista del siglo XV, Pico della Mirandola (Ferrara, Italia, 24 de febrero de 1463-Florencia, 17 de noviembre de 1494). ¡Héla aquí! El hombre que se siente a gusto en todas partes, es un hombre imperfecto; el hombre que se siente a gusto sólo en algunas partes es un hombre en vías de perfeccionamiento; y el hombre que se siente a disgusto en todas partes es un hombre que ha llegado a la perfección.
La moraleja de tal analogía resulta implacable, quienes se sienten a gusto o tratan de justificar el actual estado de cosas del sistema de relaciones y mando político…están en las antípodas de la perfección humana.