En años recientes, más de 60 ciudades en el mundo han nombrado “alcaldes nocturnos” encargados de liderar esfuerzos e iniciativas enfocadas en gestionar de mejor manera la vida de noche en las ciudades. Pero ¿qué son y qué hacen los alcaldes nocturnos? En una conferencia reciente organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo en la que participaron los alcaldes nocturnos de ciudades como Ámsterdam, Londres y Nueva York, se compartieron distintas perspectivas sobre la motivación detrás de este nuevo rol en la gestión urbana, y ejemplos e ideas que estos “alcaldes” pueden ayudar a impulsar. Veamos.
Generalmente se cree que las ciudades funcionan o se encuentran activas solo de día, es decir, que como la gran mayoría de las personas realizamos nuestras actividades cotidianas –como acudir al trabajo o a la escuela– durante la mañana o la tarde, las ciudades duermen o descansan durante la noche, y, por ello, las ciudades normalmente se planifican para facilitar la vida urbana en horarios diurnos. La realidad, sin embargo, es que las ciudades suelen estar activas también durante la noche: por ejemplo, entre las 6 pm y las 6 am en muchas ciudades no sólo suele realizarse la distribución de mercancías en tiendas, supermercados, etcétera, entre otras actividades logísticas, sino que además muchas personas trabajan en actividades nocturnas relacionadas, por ejemplo, con el entretenimiento, la gastronomía, la hotelería, la industria o la limpieza y el mantenimiento.
La noche suele ser incluso un horario altamente atractivo y rentable para muchos establecimientos, como restaurantes, bares o discotecas, y es cuando suelen realizarse múltiples eventos como conciertos, ferias y festivales que a su vez están estrechamente relacionados con sectores como la comunicación y la mercadotecnia. En resumen, la noche en muchas ciudades puede ser sumamente activa e intensa y la economía nocturna puede tener un alto potencial para la generación de empleos e ingresos. Por ejemplo, en Londres más de 1.6 millones de personas trabajan regularmente de noche; en Nueva York existen más de 300,000 empleos nocturnos; y en Washington, D.C., se estima que los establecimientos nocturnos contribuyen cerca de 560 millones de dólares en impuestos cada año (Seijas 2021). En México, la economía nocturna muy probablemente también tiene un impacto positivo e importante en el desarrollo económico local.
En ese contexto, la vida de noche en las ciudades requiere un modelo de gobernanza eficiente que permita gestionar las actividades nocturnas de manera estratégica, segura y eficiente, especialmente si una ciudad busca impulsar la economía nocturna –y sus beneficios potenciales– con mayor decisión. Ello puede incluir, por ejemplo, realizar tareas de vigilancia, ofrecer servicios de transporte nocturno, alumbrado de calidad, recolección de residuos, etcétera. Es así que nace la figura del “alcalde nocturno” como parte de la estructura del alcalde de una ciudad para apoyar a definir e impulsar una agenda nocturna consensuada e integral, coordinar acciones e instituciones y actuar como enlace entre establecimientos nocturnos, ciudadanos y el gobierno local para llevarla a cabo.
Actualmente existen más de 60 alcaldes nocturnos alrededor del mundo, y, como sugieren (2019) Andreina Seijas, especialista del Banco Interamericano de Desarrollo, y Mirik Milan, exalcalde nocturno de Ámsterdam, sus responsabilidades pueden clasificarse en tres categorías: el espacio físico, el marco normativo y las instituciones, como se describe a continuación.
La primera responsabilidad de los alcaldes nocturnos consiste en diseñar nuevas maneras de aprovechar el espacio físico de las ciudades para facilitar la economía nocturna estableciendo, por ejemplo, corredores, distritos o zonas con actividades nocturnas que pueden requerir servicios de transporte nocturno, iluminación, recolección de residuos, seguridad y servicios como baños públicos accesibles. Una segunda responsabilidad se refiere a crear o actualizar leyes o reglamentos que faciliten la actividad nocturna y ayuden a minimizar las molestias o conflictos durante la noche, incluyendo, por ejemplo, normas que establezcan horarios de operación tanto para negocios como para espacios públicos donde se realicen actividades nocturnas. Y una tercera responsabilidad consiste en actuar como una especie de mediador para promover el consenso entre los distintos actores involucrados en la gobernanza nocturna, entre los que suelen encontrarse los propietarios de establecimientos nocturnos, los habitantes de algún barrio, la policía, los operadores del transporte público, entre otros. Esta última función es clave para promover un entendimiento común sobre la economía nocturna de una ciudad.
En conclusión, en muchas ciudades se desaprovecha el potencial para promover la economía nocturna y sus beneficios y la gestión de la noche se entiende únicamente como una labor de vigilancia. Los alcaldes nocturnos, por tanto, pueden ayudar a planificar, diseñar e implementar un agenda compartida e integral de cómo podría desarrollarse la vida de noche tanto para detonar oportunidades económicas como para garantizar que las actividades en ese horario sean adecuadas, seguras e incluyentes. En México, ¿los “alcaldes nocturnos” podrían contribuir a mejorar la gobernanza de las ciudades?
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