APRO/Judith Amador
Por la iniciativa ciudadana e individual del doctor en derecho Jaime Allier Campuzano, la Legislatura del Estado de Oaxaca se vio precisada a aprobar la Ley de Protección, Acceso y Difusión para la festividad de la Guelaguetza del Estado de Oaxaca, como bien cultural intangible.
Sin embargo, se negó a reconocer los derechos colectivos que los pueblos y comunidades oaxaqueños tienen sobre esta manifestación, cuyos orígenes se remontan a los años treinta del siglo pasado. Desde entonces se presenta anualmente en el Cerro del Fortín de la capital oaxaqueña y otros poblados, los dos últimos lunes de cada julio, luego de la fiesta de la Virgen del Carmen.
A través del libro La Defensa Jurídica de la Guelaguetza como Bien Cultural Intangible, publicado por la Fundación Universitaria de Derecho, Administración y Política, SC (Fundap), el abogado Allier, doctor por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y magistrado del Poder Judicial de la Federación, cuenta la lucha que debió dar desde que decidió impulsar la ley hasta que, después de librar algunos amparos, fue proclamada, si bien con ciertas salvedades.
Se confiesa feliz y orgulloso porque, a diferencia de otras entidades en donde se requiere el apoyo y firmas de varios integrantes de la sociedad para promover una ley, en Oaxaca una sola persona puede presentar una iniciativa ciudadana, y ello le abrió las puertas a su proyecto legislativo, publicado ya en el Diario Oficial de la entidad.
En entrevista telefónica, Allier destaca que se trata de la primera ley de este tipo en la República Mexicana y la segunda en Latinoamérica, pues existía ya la Ley Nacional del Tango, promulgada en Argentina en agosto de 1996: “Es un motivo de orgullo para mí haber iniciado este proceso legislativo mediante la iniciativa ciudadana y además haber promovido amparo para que el legislador oaxaqueño legislara en esta materia”.
Explica el porqué del amparo:
“Había desinterés de la Legislatura. Yo simplemente hice mis peticiones haciendo uso del derecho de acción previsto en el Artículo Octavo constitucional, les pedí primero que se incorporara la Guelaguetza en la Constitución y no quisieron, entonces promoví el amparo, pero prácticamente yo hice el proyecto de ley completo y lo presenté”.
Volvió a toparse con el silencio, y entonces promovió un amparo indirecto para que le dieran respuesta, la cual fue: es improcedente. Argumentaron que ya existía “Guelaguetza” como marca registrada porque hay productos comerciales con ese nombre (un chocolate, un mole, entre otros), y el creador de ellos tiene la titularidad. Sostuvo que una cosa es una marca y otra muy distinta la “máxima festividad del pueblo de Oaxaca, que es un bien cultural intangible”.
Primero buscó el reconocimiento en la Carta Magna oaxaqueña, y entregó su propuesta el 4 de mayo de 2015 para adicionar un párrafo al artículo 12. Luego se apegó al Artículo Cuarto, en el cual “se establece la obligación para el legislador oaxaqueño de regular las manifestaciones culturales, entonces la juez primero de Distrito en el estado me concede el amparo dándome la razón, y gracias a ello obligué a que se legislara en la materia. En la sentencia de amparo me dijeron que podían aprobar al 100% la iniciativa o bien hacer las modificaciones correspondientes”.
Cabe la cuestión de por qué reglamentar la Guelaguetza y no otras manifestaciones culturales más ancestrales. Él mismo habla en su libro de “la rica composición multicultural, donde conviven más de 16 grupos étnicos”, cuenta con arte prehispánico, una herencia colonial, artesanías, gastronomía, textiles, música, fiestas y celebraciones “llenas de color y vida”.
Muy puntual, Allier subraya que la famosa fiesta de los Lunes del Cerro es la joya de la cultura de Oaxaca, “la que le da mayor prestigio a nivel internacional, es la más importante de América Latina porque reúne a sus ocho regiones, en ninguna parte se juntan los pueblos indígenas para convivir e intercambiar esos sentimientos y manifestaciones de arte y cultura, solamente en el estado, por eso es tan importante”.
Cuando se le pregunta si poner marco jurídico a una expresión viva no podría estancarla en lugar de permitir su desarrollo y preservación, explica que le interesaba su regulación pues “había amenazas de deformarla, por ejemplo el gobierno del estado ha intentado hacer un tercer Lunes del Cerro, una tercera Guelaguetza, eso va en contra de la tradición porque son sólo dos lunes”.
Allier Campuzano expresa su deseo de que la Guelaguetza sea reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, como ya lo son las fiestas indígenas de los Días de Muertos, la ceremonia de Los Voladores de Papantla, la Pirekua, la fiesta tradicional de Parachicos, y el Mariachi, entre otras expresiones.
Sin embargo, indica que es una tarea que dependerá del trabajo coordinado entre las secretarías de Cultura federal y de Relaciones Exteriores, y no del estado de Oaxaca, y menos de él como impulsor de la protección jurídica. Hasta donde sabe, “ya están integrando un expediente pero, honestamente, no estoy muy enterado de cómo va”.
–Su libro y la ley, con su historia, justificación y propuestas para preservar, ¿podría ser ya un punto de partida para elaborar el expediente para la Unesco?
–Claro, desde luego, además de eso ya van a llegar con una base legal, ya está protegido el bien, que es uno de los requisitos de la Unesco al Estado mexicano.
El abogado hace una breve retrospectiva y expresa con tranquilidad:
“No quiero incurrir en vanidad, pero fue una lucha solitaria que tuvo un final feliz. La verdad, sí pasé corajes, algunas decepciones, pero me siento satisfecho y muy contento porque se logró el objetivo, así que no puedo hablar mal de nadie. Y me alegra que ahora otras entidades quieran proteger su patrimonio intangible, como Querétaro con los concheros, y en Jalisco quieren hacer una ley del mariachi.”
Todo eso –remata Allier– “me parece formidable”.