En otra vida fui parroquiano del Palacio de Gobierno, con oficina en la planta baja, lado oriente, frente a la escalera… En ocasiones, en alguna ida al fondo a la derecha, o en una pausa laboral, si había personas viendo el mural de la pared sur, me acercaba a observar a los observadores. Me refiero al primer mural que plasmó en el edificio gubernamental el chileno Oswaldo Barra Cunninghan en 1960-61.
Me gustaba escuchar los comentarios que hacían en torno a estas imágenes alucinantes, los excluidos de la riqueza de los viñedos por una cerca de alambre, el ferrocarrilero insuflando el aliento vital a una caldera, con agua procedente del manantial fundacional, los liberales eternamente enfrentados a los conservadores –y por lo visto hasta la fecha–, los Estados Unidos desgarrando al país, Santa Anna con expresión de rufián recibiendo el beso liberador de Aguascalientes, la justicia y la prensa convertidas en madames, al servicio del dinero y el poder, el Padre de la Patria encendiendo la antorcha de un campesino de principios del siglo XX, el sinvergüenza Henry Lane Wilson, aconsejando al otro gran villano de la Historia Patria, Victoriano Huerta, y este apuntando una pistola a la cabeza del presidente Madero, etc.
No diré que soy poseedor de la verdad absoluta en torno al significado de las imágenes, pero sí que conocí la versión de su autor, con quien tuve el privilegio de conversar en diciembre de 1989, cuando vino a pintar otros dos murales, uno en la pared de las oficinas del gobernador y otro en la pared norte del primer patio.
En fin. A lo que voy es a que en uno de esos momentos escuché que un hombre le comentaba a su prole: “no sabía que en Aguascalientes hubiera pericos”.
Me dice mi amigo Librado Jiménez que sí los hay. “En los mezquites de los campos de fútbol de Ayuntamiento y Díaz de León hay una colonia muy grande, de menos unos 200 ejemplares que ha anidado en esos árboles, y que en los años sesenta del siglo anterior vio animales de estos en la zona guayabera de Calvillo”. Por mi parte recuerdo una ocasión en que una parvada de loros que quien sabe de dónde se escapó, hizo tierra en las palmeras cercanas al idílico edificio 7 de la UAA. ¡Traían una boruca!, que parecían diputados discutiendo el presupuesto. También hay garzas, una que otra, aunque no en desliz, sino dando elegantes pasitos en los charcos. Pero la presencia de estos animales en el mural no tiene nada que ver con la fauna de la entidad, sino con un fragmento del poema de Ramón López Velarde “La suave Patria”, que el artista plástico evoca en esta que es la parte artística y cultural del mural, y que yo recuerdo ahora, en la víspera del centenario de la muerte del poeta, el próximo sábado 19 de junio.
Por cierto que el poeta Efraín Huerta escribió una paráfrasis de este fragmento, en el poemínimo titulado “Cincuentenario del subdesarrollo”, y dice: 1 Fuensanta/¿Tú conoces/El Metro? 2 Y tu cielo/Los Bancos/De Comercio/Y el/Relámpago/Verde/De los/Dólares.
Para que se comprenda a cabalidad el sentido de las velardianas palabras que encabezan estas líneas, va la cuarteta completa: Patria: tu superficie es el maíz,/tus minas el palacio del Rey de Oros,/y tu cielo, las garzas en desliz/y el relámpago verde de los loros. Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].