Te contamos la vez que el Chapo buscó a la DEA... - LJA Aguascalientes
24/04/2025

APRO/J. Jesús Esquivel

 

En marzo de 1998 Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera se reunió en secreto con agentes de la DEA para ofrecerles información sobre los Beltrán Leyva, el Güero Palma Salazar y políticos mexicanos que protegían al narco; todo ello a cambio de que le perdonaran sus delitos en Estados Unidos, revela el periodista estadounidense Noah Hurowitz en su libro El Chapo, la historia no contada del más infame barón de las drogas del mundo.

Agrega que en septiembre de 2001, en otra reunión, el Chapo mandó a uno de sus hermanos a concertar otro encuentro con la DEA, al que asistió Genaro García Luna, quien traicionó a un representante de la dependencia federal estadounidense.

El autor confirma, en entrevista con Proceso, la reunión de 1998: “Por documentos de la Corte me enteré de dicha reunión. En 2019, a las afueras de ­Washington DC, me reuní con Joe Bond (uno de los agentes que asistió), quien me enseñó y explicó el reporte interno que él escribió para la DEA luego de haberse encontrado con el Chapo”.

La obra del joven reportero que cubrió las audiencias del juicio contra Guzmán Loera en 2018 y 2019 en la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, saldrá a la venta en Estados Unidos el 20 de julio, bajo el sello Atria Books, de la editorial Simon & Schuster.

En el capítulo 5, “I am Tito” (Soy Tito), describe a un Chapo urgido de delatar a sus enemigos del Cártel de los Arellano Félix como argumento para no ser extraditado y juzgado en Estados Unidos. Aunque existía el rumor, nunca se había corroborado que Guzmán fuera uno de los tantos soplones que se acercó a la DEA.

“El 7 de noviembre de 1997 Joe Bond se encontraba en su oficina en la embajada de Estados Unidos en México cuando recibió una llamada de uno de los marinos que resguardaban las puertas de entrada al inmueble” –escribe Hurowitz en el citado capítulo–. “El marino le explicó que un hombre quería pasar un mensaje a su dependencia”.

Bond, de padre estadounidense y madre mexicana, nacido en la Ciudad de México, fue a la entrada de la sede diplomática, donde un individuo al que después se le asignaría la clave de Electra se identificó como cuñado del Chapo.


–¿De verdad? –respondió Bond, interesado y suspicaz.

–Sí –le dijo Electra. El Chapo deseaba hablar con la DEA.

La edición adelantada de la obra de Hurowitz que recibió Proceso del autor y la editorial destaca el reto que significó esa petición para Bond. El narcotraficante estaba preso en Puente Grande y por eso había que informarle al gobierno mexicano.

El agente de la DEA tenía que planear la reunión y encontrar a un funcionario confiable del gobierno mexicano que no filtrase la información. Bond eligió al entonces subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.

“Con toda la secrecía”, anota Hurowitz, Bond y Larry Villalobos, un colega de la DEA, iniciaron las conversaciones con Vasconcelos sobre la posibilidad de visitar al Chapo. “Finalmente, el 2 de marzo de 1998 Vasconcelos le informó a Bond que puede seguir adelante con el plan, siempre y cuando acepte que los acompañe un funcionario de la PGR, Pepe Patiño Moreno”.

Vasconcelos arregló las cosas para que los agentes de la DEA y Patiño entraran a Puente Grande haciéndose pasar por sociólogos a fin de evitar sospechas de los directivos y vigilantes del penal comprados por el Chapo.

El capítulo seis de la obra se llama, “An Excellent Surprise” (Una sorpresa excelente), y vaya que sí lo es para el lector.

Luego de que el Chapo escapara de Puente Grande en enero de 2001, al inicio del sexenio de Vicente Fox, Bond fue buscado por el capo del Cártel de Sinaloa, quien esa vez mandó como emisaria a su esposa Griselda, con el pretexto de solicitar en la embajada estadounidense la visa para ella y sus hijos.

La presencia de la segunda esposa del capo recién fugado de la prisión de alta seguridad causó tal revuelo en la embajada, que Bond recibió llamadas telefónicas desde Washington. Le cuestionaron si seguía en contacto con el Chapo contra las órdenes estrictas de evitarlo.

“‘Sé quién es usted’, le dijo Griselda cuando Bond bajó de su oficina para hablar con ella. Además de obtener las visas, ella tenía un mensaje para el agente: el hermano del Chapo (Arturo Guzmán Loera), el Pollo, quería contactarlo a nombre del capo fugitivo y pronto; el Pollo se pondría en contacto. Unas dos semanas después del encuentro con Griselda, sonó el teléfono de Bond.

“‘Es el Pollo’, anunció la voz. Bond le dijo que él le llamaría. Después del arresto de Electra asumía que sus contrapartes mexicanos estaban escuchando la conversación y desde un teléfono seguro llamó a Arturo un poco después.

“Bond sospechaba que el Chapo pretendía utilizar a la DEA para anular a quien se interpusiera en su camino. ‘Quería eliminar a la competencia –dijo Bond–. Y no lo pueden culpar, porque la DEA es la que se hace cargo de eso’”.

El Pollo, al igual que su hermano, tenía imputaciones de narcotráfico en Estados Unidos, por lo que Bond requería de la autorización del gobierno de México para poder encontrarse con él.

El conducto fue nuevamente Santiago Vasconcelos, el único en quien confiaba dentro del gobierno mexicano. Pero Genaro García Luna había sido recientemente nombrado por el presidente Vicente Fox como director de la Agencia Federal de Investigación (AFI). El autor del libro dice que Bond dudó si avisarle a García Luna de la petición del Pollo por temor a que lo arrestara y echara todo a perder.

Hurowitz recuerda las palabras de Bond; “Tenía que bailar con el diablo”.

Sin otra alternativa, tras consultarlo con Vasconcelos, el agente de la DEA accedió a ver al Pollo acompañado de García Luna, quien se hizo pasar por guardaespaldas de Bond. La reunión fue en una habitación de un hotel de lujo a 15 minutos de la embajada.

Una noche de septiembre de 2001, “el Pollo explicó que el Chapo deseaba sentarse a platicar con la DEA sobre la reducción de sus cargos, o por lo menos eliminar de la mesa la extradición: a cambio le daría información de sus rivales y particularmente de la familia Arellano Félix… el Pollo insistió en que desconocía el paradero de su hermano: que así lo había decidido el Chapo por el temor de que su propio hermano lo entregara si lo sometían a tortura. La reunión duró una media hora. Bond explicó al emisario del Chapo que había pocas posibilidades de que sus jefes o el gobierno mexicano aprobaran su petición”.

El agente de la DEA le dijo al Pollo que continuaran en comunicación e intercambiaron números de teléfono. “Menos de dos horas después, Bond regresó a su oficina a escribir el reporte sobre la reunión cuando sonó su teléfono. Era García Luna:

“–Joe, lo teníamos que arrestar –declaró García Luna.

“–¿Qué chingados? –preguntó enojado Bond.

“–Yeah, lo teníamos que levantar, la presión era intensa –le respondió”.

Furioso, el agente de la DEA colocó inmediatamente a García Luna entre su lista de funcionarios mexicanos en quienes no se podía confiar.

“Me sentí realmente mal, dijo Bond: 15 años después seguía sintiendo el aguijón de la traición de García Luna. ‘Di mi palabra, esa es una cosa, la otra: mi integridad, no quería que dudaran de mí, pero obviamente el arresto del Pollo generó la duda”.

El 31 de diciembre de 2004 el Pollo fue asesinado de siete balazos en el penal de máxima seguridad de La Palma.


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