El ejercicio cívico-democrático del voto es un derecho, según lo establece nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), en su artículo 35, fracciones I y II, que considera prerrogativas de los ciudadanos, entre otras, las siguientes: “I. Votar en las elecciones populares; II. Poder ser votada en condiciones de paridad para todos los cargos de elección popular, teniendo las calidades que establezca la ley. El derecho de solicitar el registro de candidatos y candidatas ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos, así como a los ciudadanos y las ciudadanas que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los requisitos, condiciones y términos que determine la legislación…”.
Este ejercicio tiene un sustento no sólo normativo, sino también académico, y es que algunos libros de texto, como lo es el de Formación Cívica y Ética de Sexto Grado de Primaria (Edición 2014), indicaba en su apartado de Presentación, que aquel libro se había elaborado con el anhelo compartido de que en el país –México– se ofreciera una educación con equidad y calidad, en la que todos los alumnos aprendieran sin importar su origen, su condición personal, económica o social, y en la que se promoviera una formación centrada en la dignidad humana, la solidaridad y el amor a la patria.
Ahora, la nueva edición de éste libro (Formación Cívica y Ética) o primera edición dos mil veinte –para el ciclo escolar 2020-2021– relata en su mismo apartado de Presentación lo siguiente: “Formación Cívica y Ética contribuye a la construcción de un actuar más responsable, comprometido y humano para resolver los problemas que nos afectan como sociedad”.
Pero aún hay más, relata esta nueva edición en su bloque 3, un capítulo dedicado a la democracia como forma de gobierno y de vida, en él, se explica claramente el significado de la democracia, de la que se dice, se basa en la idea de que los ciudadanos tienen la capacidad para autogobernarse, es decir, que todas las personas que integran la sociedad, pueden ejercer su derecho a debatir e intervenir en asuntos públicos y realizar acciones como organizarse en asambleas o formar asociaciones para impulsar mejoras.
Así también, explica, que la democracia no solamente es un tipo de gobierno, también es una forma de vida, mediante la participación ciudadana, el diálogo, la negociación y el voto, donde las personas se ponen de acuerdo para actuar con libertad y armonía, entonces, queda más que claro que el derecho al voto es un ejercicio cívico-democrático.
Otro enfoque del voto como ejercicio cívico-democrático, lo tiene la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), que, primeramente, señala en su artículo 6°, que la promoción de la participación ciudadana para el ejercicio del derecho al sufragio corresponderá al Instituto Nacional Electoral, a los Organismos Públicos Locales, a los partidos políticos y sus candidatos, y consecuentemente, su artículo 7°, apartado 1, cita: “Votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación que se ejerce para integrar órganos del Estado de elección popular…”.
Luego entonces, si desde la CPEUM, los libros de texto de primaria, y la propia LGIPE, se ha contribuido a la promoción del derecho del voto como un ejercicio cívico-democrático, ¿Por qué se siguen contabilizando votos fakes –o nulos– a favor de personalidades artísticas o del mundo deportivo o con frase de: “hoy no voto, mañana sí”?
De acuerdo a las cifras publicadas por el Programa de Resultados Electorales Preliminares 2021, Elecciones Estatales de Aguascalientes (PREP) del Instituto Estatal Electoral Aguascalientes, relativo a la elección de Diputados, se contabilizaron 861 votos con el rubro de: Candidaturas no registradas; en tanto 14,468 correspondieron al rubro de: Nulos, es decir, 15,329 ciudadanos, no ejercieron el voto de forma responsable.
En cambio, para la elección de Ayuntamientos, el PREP reportó una cifra relativamente menor en los rubros ya mencionados, por ejemplo, en Candidaturas no registradas se contabilizaron 767 votos; y en Nulos, un total de 12,208 votos, que, sumando estas cifras, da un total de 12,975 votos no ejercidos de forma responsable.
Ahora bien, si sumamos la totalidad de ambas cifras de la elección, se obtiene un gran total de 28,304 votos anulados –o no ejercidos de forma responsable– presumiblemente por razones que los ciudadanos conocen y que expresan en la boleta electoral, por ejemplo, apatía, desconfianza en los gobernantes o en los partidos políticos, entre otras más que representan una lucha constante con la labor de concientización de las autoridades electorales, para ejercer el voto de forma responsable.
Finalmente, vale la pena consultar las estrategias de cultura cívica (ENCCÍVICA 2017-2013) que promueve el Instituto Nacional Electoral (https://portal.ine.mx/cultura-civica/), enfocada a contrarrestar el déficit de la cultura cívica y al re direccionamiento de la democracia responsable, tal vez sea la guía o la luz en el camino –si es que la CPEUM, los libros de texto de primaria o la LGPIE no funcionaron– que esperan los ciudadanos que votaron por artistas o deportistas o que en el peor de los casos asentaron frases conmovedoras en las boletas electorales, para replantear su voto en futuras elecciones.