Víctor Hugo Salazar Ortiz y Pablo Emiliano Valadez Martínez
El consumismo se ha convertido en una parte importante de la vida humana, y por ello es necesario cuestionar nuestra manera de consumir y poder entender qué aspectos negativos y positivos surgen de esta actividad, de manera que su comprensión nos haga seres humanos más conscientes, es decir, cómo mejorar esta práctica de manera que no se afecte al medio ambiente natural y las especies animales y vegetales que en él viven.
Para comenzar podemos decir que el consumismo, desde hace algunas décadas, se ha convertido en una parte fundamental de la vida de las personas dentro de la cultura globalizada. Tanto así que pensadores como Adela Cortina (2002) consideran que el consumismo ha terminado por convertirse en parte de la esencia humana. Esto hace referencia a cómo el mercado ha impactado y transformado nuestras capacidades humanas. Ahora nuestra vida está basada en el consumismo, en tener la mayor cantidad de cosas posibles, y se cree que con esto se alcanza el éxito y la felicidad.
Cortina hace referencia al consumo desde una perspectiva ontológica, es decir, de qué manera esta práctica afecta y modifica nuestra naturaleza, pues el consumir es algo esencial, en cambio, el consumismo es algo que se sobrepone a nuestras necesidades básicas (comer, vestir, vivienda, etc.), cambiando nuestra naturaleza original de satisfacción por una ficticia de deseo insaciable, convirtiéndonos en esclavos del consumismo.
La opinión que tienen los capitalistas del consumismo es que este dota de libertad al hombre, ya que le ofrece más opciones de compra. Cortina nos advierte de la ambigüedad de esta afirmación, señalando que es cuestionable decir que las personas ejercen su libertad mediante esta práctica, ya que esta está supeditada a la capacidad adquisitiva, lo que le da acceso al individuo a ser o no ser parte del juego mercantil. Aunque esto tiene algo de cierto, para Cortina la libertad del pudiente también se ve reprimida por la influencia que ejerce el marketing, puesto que este lo condiciona a elegir ciertas cosas y lugares, por encima de otros, anulando de esta forma la supuesta libertad que tiene de elegir por contar con una holgada capacidad adquisitiva. En pocas palabras, el mercado termina siendo el dueño de gran parte de las decisiones de compra de las personas, lo que consigue por conducto de los impulsos que envían a los consumidores a través de los distintos medios de comunicación actuales.
En este sentido, cabe señalar que el marketing y el mercado hacen lo correcto en términos comerciales, es decir, mover la economía; lo que no es correcto es que para conseguir sus objetivos dejan fuera y hacen de lado el beneficio social y ambiental. Por ello es importante que los consumidores tomen conciencia de esto y sean promotores de cambio en el mercado de manera que se genere un cambio en el modo de consumo actual por dos razones: para ejercer con conciencia la libertad de comprar y que el consumo sea cada vez más sustentable.
Para conseguir esto, es indispensable que tanto el mercado como los consumidores cambien. Para que el individuo pueda ejercer con conciencia su libertad, según Cortina, es necesario su autoconocimiento. Lo que lo haría dejar de consumir por consumir, reconociendo así, cuáles son sus necesidades básicas y cuáles son las necesidades no básicas que se le han hecho creer por el consumismo. El autoconocimiento de consumidor reduciría el sentimiento de tristeza, miseria e injusticia que provoca el no conseguir las necesidades no básicas.
El consumidor, siendo consciente de sí mismo y de lo que realmente necesita para vivir, comienza a consumir de manera autónoma y consciente. Como consumidores podemos optar por estilos de vida diferentes y con mayor identidad moral. Tomando conciencia de tus motivaciones personales, tu visión de la felicidad, compartir tu visión de felicidad con las personas, grupos y organizaciones que te rodean, pero sobre todo que sea justo con el medio ambiente, los animales, con la vida de los demás y con nuestro futuro.