Ingenuos/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Ingenuo, suelo ganarme ese calificativo cuando externo mi postura sobre la situación política del país, sobre todo cuando me refiero a la politiquería local, y cuando me lo dicen, con palabras o con un gesto, sé que me consideran imbécil, porque suelo pensar en términos de lo que debería de ser y no en la forma en que se hace.

Ingenuo porque cuando externo lo que pienso no suelo subirme al banquito de la superioridad moral en el que se monta quien comenta con suficiencia y justifica los rumores que propaga con base en una comprensión de lo que llama la “real politik”, un entendimiento que radica en mantener una serie de prejuicios que afectan la participación de los ciudadanos en la política; para el opinador avezado, ese que presume saber cómo son realmente las cosas, hacer política siempre excluye a las personas comunes y corrientes, nunca estamos enterados del todo, siempre se nos escapa un secreto que él sí sabe, una forma de negociar de la que no estamos al tanto. 

El opinador habilidoso no necesariamente es certero en sus pronósticos, pero no importa, porque siempre encuentra la forma de modificar los resultados con algún giro que incluye las negociaciones secretas, los acuerdos por debajo de la mesa o el impulso salvaje de alguien que juega en contra de las reglas pero que es capaz de modificar la realidad.

Los escenarios que generan los opinadores profesionales suelen basarse no en el derecho que tenemos todos de expresar libremente lo que pensamos, sino en el supuesto conocimiento de una realidad que se esconde y sólo está a la vista de quienes tienen las llaves de los cuartos secretos de la clase política, de quienes han desarrollado la habilidad de leer las segundas intenciones, esos que han estado en los pasillos de los edificios de gobierno o la administración pública y saben cuál es la palabra secreta que oculta un sí o un no, invariablemente presumen cercanía con un grupo político y de ahí el poder adquirido de ver las cosas como son realmente.

Esa capacidad de adecuar sus predicciones para que coincidan con los resultados, creen los opinadores profesionales, les inviste de una infalibilidad que permite vender sus pronósticos y considerar tontos a todos aquellos que, con hechos, intente demostrar que están equivocados, y es que el resto del mundo, nosotros los ingenuos, seguimos sin entender que el camino más corto no es necesariamente la línea recta, que en política siempre se curvan los senderos.

Gracias a esos infalibles opinadores, la idea de que la clase política, todos, son corruptos, se venden, son diferentes al común de las personas, sólo ven por su interés personal y ensucian todo lo que tocan es la que prevalece en el común de los mortales; esa idea de la política como algo que se juega a puerta cerrada y en lo oscurito no incentiva la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, ¿para qué si nada va a cambiar?

Describir la política como el juego de unos pocos, minimizarla a politiquería, desalienta a que los otros nos demos la oportunidad de intervenir ejerciendo todos nuestros derechos y obligaciones.

Coda. Sin vergüenza alguna, el candidato perdedor de Morena, Arturo Ávila Anaya, acusa al Instituto Estatal Electoral de ser cómplice de un fraude “monumental”, esa acusación, sin pruebas, mediática, lo exhibe tal y como es, un miserable mentiroso al que no le importa descalificar a los electores, qué vergüenza que el partido que quiere ser Morena permita a esa clase de personas insultar a los ciudadanos con sus declaraciones.

@aldan



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Edilberto Aldán
Edilberto Aldán

Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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