Las palabras son signos. Los signos son representaciones de algo para generar una relación. El lenguaje es el mecanismo de expresar una idea, un sentido, a través de un signo entendible para generar una comunicación. Comunicar es participar a otra u otro lo que tenemos de nosotros mismos. Y las y los seres humanos somos seres subjetivos y significantes; es decir, nos percibimos a través de los sentidos y la espiritualidad.
La comunicación fue creada para generar relaciones; para fomentar la sociabilidad del ser violento, egoísta y engreído frente a un gran número de seres significantes. En otras palabras, se creó para poder vivir de forma conjunta y en armonía. Inclusive, la naturaleza es tan sabia que nos ha demostrado que la comunicación debe ser solamente lo indispensable para establecer esas relaciones de supervivencia, sin malgastar la energía que debemos emplear día con día. Entre más hablamos, entre más tono subimos, más energía empleamos, y más desgastamos nuestro ser vibracional y físico.
Y siendo un mecanismo para generar relaciones, no llego a comprender cómo una gran cantidad de mentes arcaicas, malgastan su tiempo en discusiones sin sentido, en el contexto de qué lenguaje o signo debe ser utilizado al referirnos a las y los demás. ¿Somos incluyentes, inclusivos o arcaicos sometidos? O ¿cuál problema se genera si alguien quiere generar empatía con las y los demás, empleando palabras que las incluyan en un lenguaje creado por y desde la perspectiva de un varón?, ¿acaso el mundo se cae por utilizar la letra “e” al final de algunas palabras, para establecer una nota de neutralidad que genere inclusión de las y los excluidos? ¿Por qué algunas mentes no pueden percibir que sus argumentos basados en la “Real Academia”, lo único que evidencian es su sometimiento a una “asociación”, que no ha podido evolucionar durante tantos años, al grado que siguen auto catalogándose en la realeza en un país donde se tiene la menor cantidad de personas que hablan español respecto al resto del mundo?
Mientras las palabras, los signos, el idioma sirvan para lo que fueron creados, es decir, para comunicarse, hay que cuestionar fuertemente las imposiciones de unos cuantos y verificar si esos argumentos tienen un sentido real, útil y trascendente para las relaciones humanas y la armonía social. Eso de que ciertas personas digan que hasta “les duele” leer la forma en que algunas y algunos escriben, no evidencia una gran cultura en materia de lengua, ortografía y redacción, sino un claro trastorno de personalidad, baja autoestima, sensación de soledad y miedo al mar.
¿O acaso se crea alguna realidad alternativa si al dirigirnos a un grupo de personas lo hacemos estableciendo el “las y los” para incluirlos a nuestras palabras? ¿Se desploma la economía global si alguien se le ocurre escribir “amigues” para ser inclusiva o inclusivo con todos? ¿Si alguien confunde la “b” con la “v”, se incrementa el calentamiento global? Creo que lo único que ocurre es que esa sociedad que se pensó logra a través del lenguaje, se convierte en una discriminación negativa global y una división que sigue ayudando a mantener el control a aquellos que les interesa doblegar.
Lo más delicado es que seres de todas las edades se encuentran enfrentadas y enfrentados por estas situaciones, y lo peor que algunas y algunos jóvenes trabajan ya con una mentalidad vieja, cansada y arcaica, sin saber siquiera por qué han llegado a ese nivel. Y si los mayores siguen terqueando en tener la razón, basta escuchar a la Maldita Vecindad cuando nos dice “¡Hey pa’! fuiste pachuco, también te regañaban; ¡Hey pa’! bailabas mambo, tienes que recordarlo…”.
Debemos tolerar todo lo que no nos afecte ni afecte a los demás, y no debemos tolerar la intolerancia. Lo que comunicamos, cómo lo comunicamos, y a través del medio en que lo comunicamos dice mucho de lo que tenemos en nosotras y nosotros mismos (nos proyectamos), y si en pleno siglo XXI seguimos debatiendo en si existe “una forma correcta” de cómo debe escribirse, hablarse y dirigirse a las y los demás, lo único que demostramos es que no hemos aprendido nada durante todos estos siglos, y seguimos siendo los mismos seres involucionados, llenos de prejuicios, baja autoestima y vacíos energéticos. Recuerden “yo soy otro tú” y “tú eres otro yo”; hasta los Beatles lo cantaron a través de palabras que hicieron ecos en el universo…