El Kremlin, Moscú, Federación Rusa. 22 de junio de 2021. Bajo el sol moscovita, el presidente Vladimir Putin deposita un sencillo ramo de flores ante la tumba del Soldado Desconocido, ubicada en el Jardín Alexander, sobre cuya lápida está inscrita la siguiente leyenda: “Tu nombre es desconocido, tu hazaña es inmortal”.
Minutos más tarde, Putin, visiblemente emocionado, comenta: “Hoy es una fecha trágica porque exactamente hace 80 años empezó la Gran Guerra Patria…estamos haciendo todo y haremos todo lo posible para que nuestra Madre Patria sea siempre una nación grande y poderosa”.
La escena arriba mencionada sirve como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar la importancia del artículo publicado en el semanario germano, Die Zeit, por Vladimir Putin, a la luz de su reunión con Joe Biden y con motivo del 80 aniversario de la invasión alemana de la Rusia soviética.
Primero un poco de historia: con el objetivo expreso de “destruir a la Rusia soviética en una campaña rápida” porque “con Rusia vencida, la última esperanza de Gran Bretaña se habrá desvanecido. Alemania será la dueña de Europa y los Balcanes”, el 22 de junio de 1941, el dictador nazi, Adolf Hitler, emprendió la Operación Barbarroja, la mayor invasión terrestre en la historia bélica del mundo, porque los alemanes y sus aliados tenían más de 3.5 millones de efectivos, apoyados por 600 mil vehículos y más de 3 mil aviones de combate y de transporte.
Los primeros días parecía que la Rusia soviética y su líder, Josef Stalin, serían derrumbados como un simple castillo de naipes. Sin embargo, conforme la Wehrmacht se adentraba en territorio ruso, la resistencia se volvía más tenaz y el clima más frío. Fue a principios de diciembre de 1941, cuando el Ejército Rojo detuvo, ante Moscú, el avance germano. Esta acción, junto con la defensa homérica de Leningrado, permitió avizorar que Rusia seguiría en la lucha.
El trío conformado por los Estados Unidos de América, el Imperio Británico y la Rusia soviética se unió para combatir a la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperial. Sin embargo, el peso de la lucha lo llevó Rusia. Los años de 1942 a 1945 quedaron grabados, a sangre y fuego, en la memoria colectiva del narod, el pueblo ruso, porque el precio de la victoria se pagó con la vida de 27 millones de ciudadanos de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Por lo tanto, en mayo de 1945, cuando la bandera de la hoz y el martillo ondeaba sobre la capital teutona, Berlín, Stalin exigió y consiguió de sus aliados angloamericanos la división de Alemania, la reparación de daños de guerra y que la Europa central y oriental quedara bajo el área de influencia de la Rusia soviética. Esto para evitar una nueva Operación Barbarroja.
En noviembre de 1989, cayó el muro de Berlín, símbolo de la Europa dividida. Este evento provocó el derrumbe del imperio soviético en el corazón de Europa y, desde el punto de vista ruso, el inicio de una serie de humillaciones para la otrora superpotencia, las cuales terminaron hasta que, en diciembre de 1999, Vladimir Putin se convirtió en presidente de la Federación Rusa.
Tal vez el amable lector se pregunte: ¿Qué tienen que ver los eventos ocurridos hace 80 años con el artículo de Die Zeit? La respuesta, según el escribano es la siguiente: en febrero de 1990, cuando se negociaba la reunificación de Alemania, el secretario de Estado de la Unión Americana, James Baker, prometió al entonces líder soviético, Mijaíl Gorbachov, que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no se expandiría “ni una pulgada”1 hacia las fronteras de la Rusia soviética.
Gorbachov, ya fuera por candidez o por necesidad, creyó en las garantías de los estadounidenses y dio su visto bueno para la reunificación de Alemania, evento que ocurrió el 3 de octubre de 1990. Sin embargo, los Estados Unidos no cumplieron su promesa y expandieron la membresía de la OTAN hasta llegar a las fronteras de Rusia.
El segundo evento que más recuerda a los rusos su época de humillación a manos de la Unión Americana es el bombardeo de Yugoslavia, en 1999. Para Moscú, “cada misil dirigido contra Yugoslavia era un ataque indirecto contra Rusia”. Por lo tanto, desde la óptica rusa, los Estados Unidos aprovecharon la ocasión para “colocar las bases del mundo unipolar”2.
Por lo tanto, en el artículo para Die Zeit, Putin menciona la invasión alemana de Rusia, la promesa incumplida a Gorbachov, la expansión de la OTAN, la tragedia de Ucrania y acusa que “el sistema de seguridad europea se ha degradado significativamente” y recuerda a los occidentales que “la prosperidad y seguridad de nuestro continente común sólo es posible a través de los esfuerzos conjuntos de todos los países, incluyendo a Rusia”3.
El escribano concluye: Putin sabe que la entrevista con Joe Biden fue un buen ejercicio de relaciones públicas porque el hecho de que la OTAN considere a Rusia como “una amenaza” por su “actividades malignas” no abona a la confianza mutua; y, por ello, el mandatario ruso recuerda sutilmente que Barack Obama y Donald Trump, al igual que Adolf Hitler, fracasaron en su intento de destruir a Rusia, la nación más extensa del planeta y poseedora del mayor arsenal nuclear del orbe.
Aide-Mémoire. – Argentina y México están haciendo lo correcto en Nicaragua.
1.- NATO Expansion: What Gorbachev Heard https://bit.ly/3vJHqPy
2.- Stent, Angela E. The Limits of Partnership: U.S.-Russia Relations in the Twenty-First Century. Princeton University Press, Princeton, 2014, p. 43
3. – Article by Vladimir Putin “Being Open, Despite the Past” https://bit.ly/3qj8uUE