Aspiracionistas/ Bajo presión  - LJA Aguascalientes
22/11/2024

La explicación del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el avance del conservadurismo en las elecciones pasadas, inevitablemente, me remite a lo que dice Macbeth cuando se entera que la reina ha muerto: “La vida es sólo una sombra que avanza, un pobre cómico que se agita y pavonea cuando es su hora sobre el escenario, y luego ya no se oye. Es la historia que narraría un idiota, de ruido y de furia llena, que nada significa”.

Una vez más el presidente caricaturizó la realidad, según él, la gente humilde, tras “recibir dinero del presupuesto, que es dinero del pueblo, dinero de ellos y empiezan a darse cuenta de que otro México es posible”; mientras que las clases medias tienen una actitud aspiracionista, quieren “triunfar a toda costa, salir adelante, muy egoísta” y por eso se dejan engañar. Esas clases medias, según López Obrador, son “clasistas y racistas”, van a la iglesia los domingos para confesarse, comulgar y “dejar el marcador en cero” para volver a lo mismo, porque su verdadera doctrina es la hipocresía. 

El viernes fue la última conferencia diaria de Hugo López-Gatell sobre las cifras del coronavirus, ya no hacían falta, porque a pesar del empeño del subsecretario por informar y aportar datos, la reiteración en un enfoque equivocado sobre la pandemia y las acciones del gobierno lograron volver irrelevante lo que decía. Lo mismo le va a ocurrir a las explicaciones del presidente sobre su visión del país, esa necesidad enfermiza que tiene López Obrador por encasillar a la población entre humildes y aspiracionistas, conservadores y fifis, cada vez tiene menos impacto entre la población, así lo muestran los resultados de la elección, solamente un imbécil puede creer que el mapa de la Ciudad de México divide la población entre los que pagan impuestos y los que reciben subsidios, únicamente alguien muy vil puede reducir los votos que recibieron los candidatos de Morena y el apoyo a la Cuarta Transformación como el despertar de los olvidados, o dejar de reconocer que algo de las promesas del bloque opositor coincidió con la idea de gobierno de una gran parte de la población.

Si todo se reduce a que quienes no están con López Obrador son aspiracionistas que no conocen el paraíso de “recibir dinero del presupuesto” y por eso merecen ser descalificados, falta muy poco para que ese sector de la población al que el presidente trata como sus mascotas comience a demandar que también le lleguen las dádivas del erario, no un trabajo, no un proyecto, el apoyo duro y directo al que se hace acreedor quien estira la mano.

Entre los arrepentidos de haber votado por López Obrador hay un enorme segmento poblacional que no ha sido beneficiado por la visión populista del presidente de repartir dinero para conseguir apoyo, que todavía sigue en espera de los beneficios de la fe ciega, ¿cuánta paciencia les queda? A ese sector es a quien se dirige, a ellos les intenta endulzar el oído, porque los aspiracionistas que describe, creo, no se miran en el espejo de la mentira presidencial.

A la historia narrada por un idiota, que nada significa, no es necesario oponerse, es un cuento irrelevante que sólo sirve para que el cómico se pavonee, hasta que le llegue su final.

Coda. “¡Maldita sea la lengua que tal cosa me dice porque viene a abatir lo mejor de mi hombría; y que jamás se crea en demonios juglares que se burlan de nosotros con dobles sentidos, que al oído mantienen palabras promisorias que luego quiebran a nuestra esperanza!… ¡No pelearé contigo!”, también Macbeth, de Shakespeare.

@aldan



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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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