La elección del 6 de junio ha quedado atrás. Al menos ese es el mensaje que parece buscar López Obrador con las reformas anunciadas para la segunda mitad de su sexenio. Me refiero a la reforma en materia electoral, la del sector energético y la reforma en materia de seguridad con la cual busca incorporar la Guardia Nacional a la Sedena.
Las tres reformas, aunque polémicas, son un dardo que coincide con la narrativa que ha venido esgrimiendo el gobierno lopezobradorista y que pondrá a prueba la capacidad política del nuevo bloque opositor para comunicar con inteligencia los pros o los contras de estas propuestas.
De entrada el trasfondo detrás de estas es pantanoso y el tabasqueño lo sabe: ¿quién se opondría a eliminar los legisladores plurinominales que cuestan millones a los contribuyentes?, ¿qué beneficios ha traído para los ciudadanos la apertura del sector energético y por qué no debemos volver al monopolio de la CFE?, ¿confían las y los mexicanos en las policías estatales y municipales, para resguardar la seguridad de sus familias?
En las respuestas y en la argumentación de estas hay muchas claves. Por supuesto, también opciones. No todo tiene que ser blanco y negro como le gusta al presidente.
Sobre el tema de seguridad, por ejemplo, la iniciativa de López Obrador es la consagración de la militarización del país, que ni Calderón, ni Peña Nieto hicieron.
Si bien es cierto que las Fuerzas Armadas tuvieron que “salir al quite” ante el crecimiento de los grupos criminales a lo largo y ancho del país, en lo que va de este sexenio estas han asumido un rol como nunca antes en la historia. Aquellos que tanto criticaron la presencia de los militares en las calles durante los sexenios pasados, parecen haber enmudecido ante el anuncio del presidente.
Con la reforma en el sector energético, por otro lado, el gobierno de López Obrador pretende que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tenga asegurada una participación de 54% en la generación de electricidad. Aunque en su discurso el mandatario promete que “los más pobres ya no pagarán más por el servicio de luz”, en la realidad su reforma provocará que todos terminemos pagando tarifas más altas debido a la falta de competencia.
A le fecha conocemos algunos aspectos generales, pero habrá que esperar los detalles de las iniciativas para que el nuevo bloque opositor en el Congreso analice la forma en que procesará la tercia de reformas.
Mientras tanto, el inquilino de Palacio Nacional, como ya es costumbre, continuará usando la retórica para desprestigiar a la oposición, aludiendo a pretextos surrealistas que han provocado la polarización que ya todos conocemos: los privilegios de unos son la desgracia de otros, primero los pobres y luego lo “aspiracionistas”.
La pregunta más importante, sin embargo, parece ser la siguiente: ¿conseguirá los votos necesarios para sacar adelante las reformas constitucionales que ha planteado?
Ahí habrá que poner la lupa y gran parte de la atención.